Aviso a los navegantes. César Rendueles en TintaLibre: "...En las filas de los ciberutópicos se respira un aire de superioridad moral. Están convencidos de que cabalgan a lomos del caballo ganador con sus blogs, foros y tuits. En realidad son ponis de feria desde los que miran por encima del hombro a las televisiones y a las radios, como si fueran dinosaurios a punto de desaparecer en un proceso de darwinismo tecnológico." Tal vez hay que oír estas verdades -sumamente críticas y por lo tanto amargas- para vivir con los pies en la tierra. Viene bien que los modestos usuarios bajemos nuestros humos. Más para todos aquellos que se creen que hay una alternativa y una alternancia de futuro en Internet respecto a los poderosos mass media. El pez grande está donde siempre ha estado. Deja que haya otra fauna menor para enriquecerse a su vez más y para fingir una libertad comunicativa que no es decisoria. El poder decide siempre los márgenes de la libertad. Me quedo con la conciencia clara de mis límites como navegante menor. Tal vez no cambiemos el mundo, pero busquemos ciertos placeres en opinar y escribir. Y no está mal hacer de moscas cojoneras, que también para los grandes saurios son digeribles. César Rendueles, un estudioso de la influencia de las nuevas tecnologías y de los comportamientos nuevos adjuntos que éstas traen. Pero además, realista, nada iluso. Volveré a traerlo aquí.
4.2.14
2.2.14
La fatalidad avistada por Fernando Vallejo
Jorge Volpi pregunta a Fernando Vallejo en Babelia: "Me parece que la novela conserva cierto optimismo".
Fernando Vallejo: "Optimismo no, porque al optimismo lo destruye la razón. Todos vemos que vamos hacia una guerra nuclear, que esto es un desastre, que esto es la mentira, que esto es un mundo en manos de impostores y de charlatanes."
No es que Vallejo nos descubra el mundo, pero está bien escuchar cosas así. Probablemente entre las patrañas de los controladores y manipuladores de la vida cotidiana y la decisión final que pueden reservarse los mismos si no salen las cosas como ellos quieren no haya más que un trecho. De cualquier modo, sea mayor o menor la distancia, nos suele parecer que es un horror imaginar la fatalidad. Cuando realmente el horror es la fatalidad misma que se incuba cada día. Y respecto a la cual permanecemos ciegos, tontos, ilusos, impasibles o ¡espectadores! Como si la realidad no fuera con nosotros y viéramos la película desde el sofá.
Salto de calidad positiva del escritor colombiano: "Pero si algo me genera un poco de felicidad, es todo lo que importa. He tenido momentos de felicidad, y a lo mejor más que la mayoría, porque tuve muchos en la infancia, cuando en general la infancia es miserable. La mía fue alegre dentro de lo que cabe; ya después la retraté como un infierno por lo que tenía de infierno, pero también tenía algo de paraíso que se fue; se quedó atrás, se quedó atrás mi juventud, se quedó atrás el país de mi juventud, el país de mi niñez, la ciudad de mi niñez, la ciudad de mi juventud, este México mismo que yo conocí cuando llegué ya se quedó tan atrás, está tan lejano."
El recurso a la infancia como estadio, patria o tiempo de felicidad -no obstante las modestias y miserias que cada cual haya tenido como escuela de la vida- parece instalarse en la consolación. ¿No puede haber más felicidad que ese recuerdo, aquella experiencia, tal disfrute pretérito?
Fotografía de Sophie Bassouls, Agencia Sygma
1.2.14
La lentitud de Ana Pérez Cañamares
"Siempre que intuyo la lentitud
echo a correr hacia ella.
Y no, así no se frena."
Poeta Ana Pérez Cañamares en su hermoso e inquietante poemario Las sumas y los restos. Disiento con bondad. Si hacia algo debemos apresurarnos es hacia la lentitud. Antes de que la vorágine, que ya nos ha comido, nos defeque en monstruos.
30.1.14
El informe para la Academia de José Luis Gómez
José Luis Gómez en su particular Informe para la Academia*: "El teatro es un juego, uno de los grandes juegos que ha inventado el ser humano en su búsqueda de la supervivencia y la salud común: un formidable juego simbólico, especular, que devuelve o suscita en el espectador imágenes de la vida, de sí mismo, de la sociedad; imágenes del defecto y del exceso, del pasado y del presente." Antigua arte, tradicional desahogo, eficaz purificación. El individuo no es ya el mismo tras implicarse en una representación. Atrapado por las palabras, las entonaciones, los movimientos, los artificios y los silencios, el público hace suyo el argumento, porque es su argumento. Nada de lo que se ha escrito para el teatro es ajeno a los hombres y a sus cuitas. Ante la obra, ante el juego, o mejor dicho, capturado por las redes del juego, el espectador suelta lastre de las angustias, miserias, carencias o de la hediondez de su vida cotidiana. Gómez ratifica: "¿Quién es el autor de las palabras que están en el aire y que se quedan en el cuerpo para constituirse con ellas? La esencia del actor se constituye en esta paradoja y este la asume dentro de su cuerpo para constituir la verdad espiritual de su mundo. El actor sabe que las palabras que utiliza no son suyas, pero en momentos de gracia lo olvida y cree profundamente que lo son." El actor, ¿un medium, un intermediario entre la ignorancia de lo que la gente no reconoce y la verdad de lo vivido?
* Fue Informe y fue Academia. El primero llamado oficialmente Discurso de recepción pública llevaba por título Breviario de teatro para espectadores activos. La segunda se trata de la RAE, de la que entró a formar parte el domingo pasado el actor.
29.1.14
Ese algún día de Pete Seeger
"En lo profundo de mi corazón yo tengo fe,
hemos de vencer algún día."
Lo profundo de un corazón humano: esa zona abstracta, ignota, metafórica, inalcanzable incluso para el propio hombre. Se sabe pero no se ve. Se siente pero no se toca fondo. Se intuye pero no se materializa. ¿Había fe en hombres como Pete Seeger o se trataba simplemente de preservar la más elemental esperanza? ¿Cuál de las dos virtudes hizo tan combativo al cantor? Pete Seeger recitaba su coreado We shall overcome y enardecía a los rebeldes con aquella cadencia moderada que a veces rompía elevando el grito. Himno, cantata, poema, canto épico, oración de resistencia pacífica. Atravesó fronteras. Denunció a las autoridades de su propia nación y sirvió para unificar a los de abajo. Llegó hasta nosotros allá a finales de los sesenta. Mala racha llevamos últimamente. Se nos mueren los poetas, y uno no quisiera que el blog fuera un obituario. Como tampoco desea que mueran los buenos. Pero hay que ser agradecidos y recordarlos. Pete Seeger fue acción de la palabra que aún nos habla. A cantor o poeta muerto, ya se sabe...Relevo.
27.1.14
José Emilio Pacheco salió a cubierta
A veces los poetas dejan pequeñas pistas -o no tan pequeñas- para que el destino no se extravíe. Por ejemplo:
"Rodó la piedra y otra vez como antes
la empujaré, la empujaré cuestarriba
para verla rodar de nuevo."
Y entonces el destino, que es tonto, pero no se rinde jamás dirá: ya te tengo a tiro. A ti, poeta. Pero el poeta suele escaparse. Cada nuevo verso es una carrera que dobla una esquina, cada poema es la vuelta a la manzana entera. Y luego, píllalo en la noche, destino. Pero ambos, poeta y destino, vuelven a verse las caras porque ni uno ni otro cesan en su empeño de salir a la luz. Y en cuanto se siente descubierto, de nuevo el poeta deja otro rastro, esta vez más evidente y con forma de despojo, para que el otro pique:
"El viejo capitán sale a cubierta
y dice adiós.
Es la última tormenta.
Se hundirá con su barco."
El poeta juega con el destino, lo tienta, hace quiebros para que no le pille antes de tiempo. Sin saber cuál es el tiempo preciso en que tanta palabrería no servirá ya para demorar su presencia. Al destino esas construcciones prefabricadas llamadas poesía le impresionan. Le confunden, sobre todo si en lugar de aparentar ser artificios consiguen camuflarse con la tierra, ser casi tierra: mostrarse cueva, por ejemplo, o curso tempestuoso de un río, o aparato eléctrico, o sangre y sed del hombre, o pasión por las ausencias o presencias. Es entonces cuando el destino se halla más cerca de tirar la toalla, porque no localiza al poeta, porque todo le parece caos, estrato viejo, aire o lodo. Todo aquello con lo que el destino no puede. Cuando la poesía está próxima a ser materia desnuda el destino casi se da por vencido. Pero al poeta le vence la soberbia inherente a sus palabras, y no puede o no sabe dejar de jugar:
sí de este mundo,
el trueno que en la sombra se escucha hondo.
Ahora estamos a la intemperie.
Somos los dueños del vacío."
Y ahí el poeta cayó en su propia trampa. Porque el poeta muere en su verdad. No fue espectáculo lo que anduvo contemplando toda su vida. Ni las palabras aderezadas y salpicadas de sustancia resultaron la sustancia misma. Aunque anduvieran cerca. Se asomó tanto al borde del destino que éste tiró de él. Quedó dueño del vacío para siempre.
* En memoria de José Emilio Pacheco, poeta, cuyos versos entrecomillados en este texto -pertenecen a su libro El silencio de la luna- prosiguen su aventura.
26.1.14
Pessoa: los sueños compartidos
Confidencia de Pessoa: "Tuve grandes ambiciones e ilimitados sueños -pero también los tuvo el mozo de los recados o la costurera, porque sueños los tiene todo el mundo: lo que nos diferencia es la fuerza de conseguirlos o el destino de conseguirse en nosotros." Socialización de los sueños y de las ilusiones. Nunca se distingue a primera vista si depende de nuestra decisión o de las circunstancias propicias. Muchas veces se produce una coincidencia: los vientos pueden sernos favorables pero debemos tener voluntad de desplegar las velas y dirigir el rumbo con inteligencia. Pessoa se sigue sincerando: "En sueños soy igual al mozo de los recados y a la costurera. Sólo me diferencia de ellos el saber escribir. Sí, es un acto, una realidad mía que me diferencia de ellos. En el alma soy su igual." Un alma que no se quedará esperando toda la vida al mero azar, ni a salir de la ignorancia, ni a ceder al sometimiento. Una realidad que lo transforma todo, una disposición capaz de ir lo más lejos posible en su finitud.
25.1.14
Freud tras Krull (de la mano de Thomas Mann)
La amante ocasional Diane Philibert al protagonista Félix Krull en la novela de Thomas Mann: "¿Y vosotros qué? ¿Qué os pasa a vosotros con nuestros pechos, que os alimentaron, y con nuestro seno, que os trajo al mundo? ¿Acaso no os morís por volver a ellos, por volver a ser niños de pecho? ¿No es a la madre a quién ilícitamente amáis en la mujer? ¡El mundo al revés! En el amor está todo al revés, no puede ser otra cosa que un gran absurdo!" La ironía de la amante recalca lo obvio. ¿Es el amor tan absurdo o simplemente se trata de un mismo plano donde subyacen oscuras fijaciones? ¿Está tan al revés el mundo o la vida es un eterno retorno, y más que nada en el ámbito de los afectos más íntimos? Con el eco de las investigaciones de Freud detrás, la novela Confesiones del estafador Félix Krull es un hito de modernidad que rezuma aire joven por todas partes. ¿Debería zanjar la cita aquí? Hay más salsa, pues la mujer de la novela va más allá en su vorágine: "Es triste, por supuesto, y muy doloroso para una mujer no amar al hombre sino cuando es muy joven, cuando es un muchacho. C'est un amour tragique, irraisonable, no está reconocido, no es práctico, no es para toda la vida, no es para el matrimonio. Con la belleza no puede una casarse." En el corazón de la diana. La belleza está cerca, la belleza está lejos. Parece aprehenderse, pero se escapa. ¿Qué puede hacerse, por lo tanto? Que cada cual saque sus conclusiones.
Ukiyo-e de Utamaro
24.1.14
La confesión de Javier Lostalé
"Escribo porque me salva", escribe Javier Lostalé. No en vano el texto lo titula Confesión. ¿Hay un reconocimiento tan confeso como exponer públicamente qué es lo que le evita a uno perecer? Lo cuenta -reconocer, confesar, es también narrar- en La rosa inclinada:
"Escribo porque me salva, porque es lo único que me queda, porque fija un sonido, unas luces, el final de un acto de amor, el escenario de unas horas de deseo. Escribo porque están conmigo los que ya nunca estarán, porque bajo al mar desde la mesa donde apoyo la cuartilla y me quedo quieto en la memoria de un cuerpo, y prolongo unas voces hasta perder la noción del tiempo (días y años juntos, apretados en un instante que me deja sin defensa). Escribo porque al abrir el seno de una palabra encuentro la iluminación última del beso, porque pronuncio a solas mi única verdad: ésa que después desmiento con mi vida. Escribo porque hay un llanto íntimo que me purifica desde que comienzo a hacer signos en el papel, porque poseo las cosas desde su respiración humana y puedo habitar aquello de lo que fui desterrado. Escribo para ser joven y alimentar una esperanza radical, para tener lo que no tengo y escuchar lo que nunca me dijeron. Escribo porque nunca fue más bello el engaño."
¿Sólo una confesión o también una de las más bellas y explícitas descripciones de amor a la vida? Transcurso desigual de ésta: hallazgos circunstanciales, goces pasajeros, retenciones limitadas, pérdidas sucesivas...Escribir sería un a modo de planeta interior donde de alguna manera se retiene lo que se fue. Y que nos hace vivir de lo que se retiene. Donde se resguarda cuanto catalizamos alguna vez y nos nutrió. Ese ejercicio hermoso, terapéutico, que todos desearíamos realizar hasta el fin de nuestros días. ¿Para salvarnos?
Fotografía de Editorial Calambur
21.1.14
Üsküdar, versiones Safiye Ayla y Jordi Savall
"De camino a Üsküdar se puso a llover,
El uniforme de mi escribiente es largo, su faldón está sucio.
El uniforme de mi escribiente es largo, su faldón está sucio.
El escribiente se acaba de despertar, sus ojos están adormecidos.
El escribiente es mío, yo soy suya , ¿qué importa lo que se diga?
La camisa almidonada le sienta muy bien a mi escribiente.
La camisa almidonada le sienta muy bien a mi escribiente.
De camino a Üsküdar encontré un pañuelo,
Puse en el pañuelo los dulces lokun.
Puse en el pañuelo los dulces lokun.
Buscando al escribiente lo encontré a mi lado.
El escribiente es mío, yo soy suya, ¿qué importa lo que se diga?
La camisa almidonada le sienta muy bien a mi escribiente."
La camisa almidonada le sienta muy bien a mi escribiente."
20.1.14
Aquel poeta joven, César Muñoz Arconada
"¿Nos cansaremos de amar
cuando nos cansemos de vivir?"
Pocas veces los versos de comienzo de una poesía le hacen a uno detenerse un instante y repasar lo vivido. Estos mismos podrían haber sido epílogo de un poema, pero son el principio. Incluso podría ser un poema entero en sólo dos líneas, ¿por qué no? Admiro las poesías que son preguntas directas, o que las llevan implícitas, aunque luego deriven en aseveraciones más categóricas. Cae en mis manos una edición del libro de poemas Sed, de César Muñoz Arconada, fechado nada menos que en 1922, y me aturde su fe juvenil en el Eros. Me hacen pensar esos versos: un joven de hace casi un siglo se pregunta y me pregunta y, hace que me interrogue sobre uno de los componentes del ser y de la vida. Hoy presenciamos que mucha gente dice no estar cansada de vivir, pero observamos que ya no sabe amar (el tedio es el rasgo más definitorio del no amor) cuando no proclama abiertamente que ya no cree en el amor. ¿Acaso por aquello de que la barca del amor se estrella contra la vida cotidiana, que decía el gran Maiacovski? Me asombra la letra fogosa, enamoradiza y de tajantes arrebatos que encuentro en Sed. Pero también sólida, medida y rompedora. ¿Quién se acuerda de César Muñoz Arconada, aquel poeta palentino, vanguardista en todos los sentidos, que apostaba por el amor desde el reflejo sus palabras? Los poetas jóvenes de nuestros días deberían descubrirlo.
SOBREVIVIR
"¿Nos cansaremos de amar
cuando nos cansemos de vivir?
Para nosotros es igual
amar,
vivir;
pero todo tiene su declinación
como la vida y
también como
el amor.
Lo triste no es declinar
definitivamente;
al fin
la muerte es rectificación de errores;
lo triste es sobrevivir
a nuestra emociones;
¿qué será de mi rara
sed de amor,
entonces?"
19.1.14
Bauman más explícito todavía
Demoledor el filósofo de los tiempos líquidos, que dice también en la entrevista citada: "...Vivimos en la cultura del consumismo, no es ya simplemente consumo, porque consumir es totalmente necesario. Consumismo significa que todo en nuestra vida se mide con esos estándares de consumo. En primer lugar el planeta, que es visto como un mero contenedor de potencial explotable. Pero también las relaciones humanas se viven desde el punto de vista de cliente y de objeto de consumo. Mantenemos a nuestro compañero o compañera a nuestro lado mientras nos produce satisfacción, igual que un modelo de teléfono. En una relación entre humanos aplicar este sistema causa muchísimo sufrimiento. Cambiar esta situación exigiría una verdadera revolución cultural. Es normal que queramos ser felices, pero hemos olvidado todas las formas de ser felices. Solo nos queda una, la felicidad de comprar. Cuando uno compra algo que desea se siente feliz, pero es un fenómeno temporal."
Demoledor Zygmunt Bauman para los que aún vayan por la vida de modo cándido. ¿Qué creímos que era la felicidad en los tiempos kleenex? ¿Y la conversación, y el amor, y la libertad, y la cooperación...? Tiempos también de alternativas. Medir o no nuestra identidad personal y colectiva por la ley del mercado. Dejarse llevar por la vorágine o detenerse, aunque sea al borde. Ser piezas de engranaje o paseantes de la vida posible. Ingerir las conductas de la vida como producto o disfrutarlas como decisión que tenga sentido. Hay elección.
Fotografía: Saul Leiter
18.1.14
El consumo de los deseos y Zygmunt Bauman
Sociólogo Zygmunt Bauman entrevistado por el suplemento cultural Babelia: "...en la sociedad de consumo no se va a las tiendas solo para reemplazar lo roto o lo consumido, sino a satisfacer los propios deseos. Y los deseos son infinitos."
Disculpas. Corto aquí la entrada. Ahora que me acuerdo tengo que salir corriendo para pasar la tarde en las rebajas de enero. Veremos si el mecanismo de satisfacción funciona por hoy o si tendré que volver otro día.
17.1.14
Un poema ácido de Blanca Varela
La vida, esa carrera que se corre y muchas veces se pierde (en vida) Pero, ¿debe vivirse para competir? No sé si ése es el mejor camino para llegar a una meta inexistente. Haya codazos o apresuramientos o sendas equívocas la percepción de lograr algo es ilusoria. Y el fin, siempre relativo. Ganar una carrera parcial para meternos en otra, ¿gratifica nuestra conciencia o es el triunfo de la inercia que nos lleva? Temer la inercia, pues resulta difícil controlar el curso de los torrentes. El riesgo de sentirnos desalojados de un cauce, sin comerlo ni beberlo, nos hará encallar de mala manera en ribazos llenos de maleza, cuando no de agua putrefacta. Pero eso es vivir, también saber. Aunque nos insatisfaga. Blanca Varela y su poema Curriculum vitae, de ácida y sufridora realidad:
"digamos que ganaste la carrera
y que el premio
era otra carrera
que no bebiste el vino de la victoria
sino tu propia sal
que jamás escuchaste vítores
sino ladridos de perros
y que tu sombra
tu propia sombra
fue tu única
y desleal competidora."
16.1.14
De una sabrosa carta marrueca (José Cadalso dixit)
Qué actual este fragmento de una carta de Gazel a Ben-Beley, en la distancia de doscientos veinticinco años:
"...El que aspire a hacer fortuna por medios honrosos, no tiene más que uno en que fundar su esperanza: a saber, el mérito. El que sea menos escrupuloso tiene mayor número en que escoger, a saber, todos los vicios y las apariencias de todas las virtudes. Escoja según las circunstancias lo que más le convenga, o por junto, o por menor, ocultamente, o a las claras con moderación, o sin ella."
¿No es lo que estamos viendo todos los días? ¿Lo que sale a la superficie (en parte) con formas delictivas incluso? Se dirá que los poco o nada escrupulosos meten más ruido que los honrados. Que el mérito pasa desapercibido y no se elogia. Que los que no tienen reparos van a por todas y triunfan. Todo es según se quiera ver. Lo preocupante es que las gentes ignoren las conductas del esfuerzo y coreen las de los malhechores y arribistas. José Cadalso, que prospectó tan hondamente los comportamientos de los paisanos de su tiempo, nos legó unas cartas riquísimas entre dos marroquíes inventados. Crear el ardid de dos personajes que nos ven desde fuera acertando a saber de nosotros mejor que nosotros mismos es además arte. Lejos los años escolares de lectura obligada de las Cartas marruecas, cuando no las entendíamos, da gusto ahora recrearse en su ironía y comprobar hasta qué punto somos diferentes a nuestros tatarabuelos.
Pintura de Mariano Fortuny
14.1.14
Clasificaciones cáusticas de Max Aub
Rebuscando el divertido, surrealista e inteligente libro Crímenes ejemplares, de Max Aub, me doy de bruces con otro texto del autor, Manuscrito cuervo, mucho más ácido, o bien agrio de otra manera porque aquí el surrealismo es más bien la condición del subsuelo. Las percepciones de una experiencia de privación de libertad y sus reflexiones sobre la condición humana:
"Hay tres clases de hombres:
A) Los que cuentan su historia.
B) Los que no la cuentan.
C) Los que no la tienen."
Quisiera matizar osadamente a Aub y añado:
A) Para liberarse (de fantasmas, de temores, de mediocridades, de mala conciencia, de ignorancia)
B) Por miedo (a que la historia no se haya corregido, a los muertos, a las traiciones cometidas, a la insensatez)
C) ¿Porque no han querido asumirla y se han dejado conducir por la inercia?
No sé, son ganas de entrar en un coloquio arriesgado. Y así podrían añadirse otras ideas complementarias. Da igual, al fin y al cabo Max Aub no va a escucharme. Pero quién sabe si su obra no nos estará pidiendo que casemos unas reflexiones con otras.
13.1.14
Los visitantes de la noche de las poetas
Qué tendrá la noche. Como un clamor hace de nosotros su posesión. Tesoro o inmundicia, lo que quiera hace de nosotros. La noche, al decir de Alejandra Pizarnik, se convierte en la vastedad del vacío que puede ser ocupado por lo imprevisto:
"Un agujero en la noche
súbitamente invadido por un ángel."
Lo inesperado tiene rostro protector, de deseo, de autoestima, de conciencia, de revelación...Incluso lo que habita en nosotros lo deseamos nuevo, como viajero desconocido que nos estaba recorriendo sin cesar. Anhelamos que llame a la puerta de nuestros sentidos cada noche. No importa su forma ni su voz ni su levedad ni su convocatoria. ¿Nos preparamos para recibir al visitante? Y en esto llega Idea Vilariño y remata la tentación con su propuesta:
cada noche
con esfuerzo
entre tierras pesadas y asfixiantes
ese liviano pájaro de luz
que arde y se nos escapa
en un gemido."
Ángel o pájaro, desearíamos volar. Mas permanecemos, rendidos. Después de su visita, ¿somos los mismos?
Fotografía de Camino Roque
12.1.14
El corredor de fondo de la vida que eligió cómo llegar a la meta
Emiel Pauwels, atleta belga de 95 años: "No lloréis por mí. Esas lágrimas me ponen triste. Sed felices, como yo. Toda la gente a la que quiero está hoy aquí. Solo por mí. Por eso puedo ser feliz.” Esto dijo en una fiesta familiar y de amigos la víspera de que le fuera aplicada la eutanasia solicitada. Para desgravar el dramatismo final, para sentirse arropado. "Ha sido la mejor fiesta de mi vida”, leo en la prensa. No estaba dispuesto a soportar el padecimiento de un cáncer, ni quería prolongar ya una situación de desahucio vital en la que no se sentiría a gusto. Elección con plena conciencia. Un Estado y unas leyes que, al menos en este caso, sirven al ciudadano. Una celebración para la despedida. Un enfoque constructivo de la pérdida y de asumir la nada. Si la vida tiene mucho de carrera de fondo, nadie como el corredor para decidir cuándo se retira. Sobre todo si es nonagenario y lo que le espera va a martirizarlo. La calidad de vida es también la libre elección de la muerte, llegado el caso. Ese mensaje sucinto: "Sed felices", que me trae recuerdos y que invoca el alto valor de la conciencia del fin.
11.1.14
La invisibilidad de la evidencia: Italo Calvino
¿Ciudades invisibles o ciudades demasiado evidentes? Italo Calvino: "En Cloe, gran ciudad, las personas que pasan por las calles no se conocen. Al verse imaginan mil cosas las unas de las otras, los encuentros que podrían ocurrir entre ellas, las conversaciones, las sorpresas, las caricias, los mordiscos. Pero nadie saluda a nadie, las miradas se cruzan un segundo y después huyen, buscando otras miradas, no se detienen." Lo que cuenta el autor en su fantástico libro Las ciudades invisibles me apetece llamarlo la invisibilidad de lo evidente. Nos acontece cada día, en ocasiones con tintes preocupantes, y hacemos como si no tuviera lugar, se llame nuestra ciudad Cloe o Dafnis. Las ciudades imaginarias de Calvino convierten con sus metáforas las nuestras en un ámbito de conciencia surrealista. La ciudad que habitamos cada día -desde las calles hasta nuestro propio interior- es un ejercicio de concentricidad que nos atrapa en su vorágine. Memoria, mirada, deseos, intercambios, significados, conceptos, sensibilidades...se multiplican como urbes dentro de otras urbes. Hoy toca asomar más la de los deseos, ayer fue la hora de la mirada, mañana será la del trueque... "En Ersilia, para establecer las relaciones que rigen la vida de la ciudad, los habitantes tienden hilos entre los ángulos de las casas, blancos o negros o grises o blanquinegros, según indiquen las relaciones de parentesco, intercambio, autoridad, representación. Cuando los hilos son tantos que ya no se puede pasar entre medio, los habitantes se marchan: las casas se desmontan; quedan solo los hilos y los soportes de los hilos", cuenta Calvino. Pero he aquí que somos a la vez habitantes que levantamos la ciudad y pobladores de la soledad. ¿No tenemos a veces la sensación de permanecer ausentes y abandonados -casi impotentes- contemplando la telaraña de la vida cotidiana?
Grabado de Giovanni Battista Piranesi
9.1.14
Los muertos de Muhammad ibn Sîrîn
Urgencia en ser escrupuloso con los propios sueños. Muhammad ibn Sîrîn en su Libro de la interpretación de los sueños: "Tomar algo de un muerto es un buen presagio, mientras que darle algo es malo." Corro a revisar mis sueños y también el texto de aquel árabe: "Quien ve dar a un muerto alguno de los bienes de este mundo obtendrá efectivamente un gran bien, y de una forma inesperada. Si se da en sueños un vestido a un muerto y éste se viste con él, significa que el soñante no va a tardar en reunirse con el difunto." Y así, un etcétera de propuestas exegéticas.
El poder de las palabras es siempre tan hiriente (también tan tramposo) que nos reclama con calor. Tendemos a conceder razón a un onirista antes de considerar la literatura de lo que dice. Y ello nos conduce a un esfuerzo mental racionalizador para no dejarnos influir por las palabras. ¿A estas alturas? Suele pasar. Ay, los muertos, esas figuras retóricas, inexistentes. La memoria materializada y nuestra soledad sacudida. Cuando sueño con alguien que ya murió no sueño con muertos. Sino con mi padre o con mi madre o con aquel amigo, pues en el sueño están vivos. ¿Por qué inquietarme, entonces? Solo debo preocuparme de controlar la nostalgia cuando haya despertado. Para que no se convierta en una tiranía de los días provectos que estarán por venir, se supone.
Pintura de Peter Birkhäuser
8.1.14
Crear la realidad, receta de Clarice Lispector
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"Voy a crear lo que me ha acontecido. Sólo porque vivir no se puede narrar." Clarice Lispector en La pasión según G.H. La escritora lo tenía muy claro. Lo vivido, ¿no se puede narrar por su densidad o por su ligereza? Tal vez por ambas razones, o tal vez por la dificultad que alguien que desea escribir, y hacerlo bien, encuentra para exponer los matices reales a los cuales no se accede ni con facilidad ni con autenticidad. Ella sí que matiza desde su mundo fecundo: "Vivir no es vivible. Tendré que crear sobre la vida. Y sin mentir. Crear sí, mentir, no." Para que luego digan muchos que las novelas o las películas son mentira. Son recreaciones que van a ser aceptadas de mejor gana por el lector o el espectador que la propia realidad que les toca. Muchas personas que están en nuestros ámbitos tienen la costumbre de decir las cosas de otra manera. Enseguida les aplicamos el sambenito: están mintiendo. Simplemente porque acaso cuentan las cosas vistas desde otro ángulo o tratan de reinterpretar los hechos con una óptica rompedora. Desde el momento que un hecho es contado empieza a derivar como si fuera otro hecho. Con los novelistas o peliculeros somos más benévolos porque partimos, injustamente, de que no es verdad lo que exponen. Deberíamos atender a Lispector: "Crear no es imaginación, es correr el gran riesgo de acceder a la realidad. Entender es una creación, mi único modo." Probemos la receta, si aún no lo hemos hecho. Corramos el riesgo, porque si queremos de verdad saber merece la pena.
7.1.14
Invictus es el invencible: poema de W.E.Henley
“En medio de la noche que cae sobre mí,
Negra como un pozo que se hunde inabarcable..."
Invictus es algo más que una película sobre el Nelson Mandela ya presidente y su habilidad para unir a negros y blancos en Suráfrica a través del rugby. Nos lo recordaba Ángel Rupérez en su artículo de Babelia del pasado sábado: "Un poema titulado Invictus se convirtió en el compañero esencial de Nelson Mandela durante sus largos años de cautiverio, tanto es así que lo escribió en un papel que permaneció siempre a su lado, como si se tratara de un salvífico talismán." Lo cierto es que lo tomara Mandela como un amuleto o como una plegaria o como un salvoconducto de su moral interior la poesía deja de ser la trabazón de unas palabras para ser otra cosa. Tal vez un estímulo incesante devenido en código de conducta y en elemento de resistencia. ¿Tanto poder puede tener la poesía? El poder de la vida y el de la muerte, pero también el de la liberación. No tiene pérdida el poema de William Ernest Henley. Y es obvio que Mandela no se limitó a repetirlo como un mantra, pues toda su actividad desde la cárcel demuestra el liderazgo que capitaneó a través del cual condujo a buen puerto al Consejo Nacional Africano. Con alguien que cree en su ser más íntimo y lo nombra invencible o, dicho de otro modo, que tiene confianza extrema en sí mismo, ¿cómo se va a poder con él?
“En medio de la noche que cae sobre mí,
Negra como un pozo que se hunde inabarcable,
Doy las gracias a dios, si es que algún dios existe,
Por ser el propietario de esta alma invencible.
Atrapado en las garras de la cruel existencia
Nunca he vociferado ni he expresado dolor.
Bajo los mazazos de mi pésima suerte
Mi frente se desangra pero jamás se rinde.
Más allá de este lugar de lágrimas y cólera
Veo que se aproxima el más siniestro Horror
Y que el tiempo amenaza, pero no los temo.
No me preocupa que se cierren las puertas
Ni que lluevan sobre mí un sinfín de castigos,
Pues sé que yo gobierno el rumbo de mi vida
Y que soy el capitán de mi alma invencible.”
6.1.14
Guerra y los grandes momentos
Hoy el tema se condensa en esta viñeta que Pedro Sáinz Guerra coloca en el digital Último cero. Hay algo de imagen cinematográfica en ella. Pero ¿acaso no es el cine uno de los esfuerzos más notables por rescatar la memoria? El cine recuerda y recrea. Y como si la imagen se reprodujera en ese espejo que se refleja en otro espejo y éste en otro y así hasta el infinito, la vida trae y guarda de nuevo las secuencias que dejamos atrás de nuestras propias experiencias. Tal vez la memoria de esta fecha sea, ante todo y a pesar de la invasión de objetos que pululan a nuestro alrededor en forma de regalos, aquella escena lejana de felicidad en la que cada uno puede estar pensando ahora mismo. No, las sombras no siempre hay que interpretarlas como el lado oscuro sino como esa parte, si bien recóndita, que permanece. ¿Guiándonos de alguna manera aún? Aquello que al recordar nos hace felices, nos sugiera de nuevo el entusiasmo de un recorrido en bici o la bici misma que pusieron antes o después en nuestras manos. El mejor regalo siempre será el pequeño pero significativo gran momento habido en nuestras vidas.
5.1.14
Szymborska y la inquietud de la belleza
¿Alguien ha pensado alguna vez en la inquietud que desata la belleza? Miramos un paisaje extasiados y creemos percibir la más extensa calma. Ante la inmensidad de un templo o frente a una escultura fastuosa nos parece que la obra se nos entrega. Cerramos los ojos para dejarnos tomar por una sinfonía que nos embriaga. Permanecemos atónitos ante la mirada de otra persona que nos atraviesa y de la que no logramos desprendernos durante un instante inacabable. Disfrutamos de una charla en la que nos rendimos porque el otro parece disponer de todas las palabras inventadas por el hombre. Nos conmovemos leyendo un texto con la sensación de descubrir la vida. Pero, ¿no hay una cierta dosis de desasosiego en cada percepción? ¿No nos sentimos incompletos, bien porque nos parece demasiado grande aquello o porque no logramos retenerlo todo el tiempo suficiente que desearíamos?
Wislawa Szymborska sabe reflejar de primera la inquietud que desata en nosotros la belleza, en el poema titulado Recuerdos:
Estábamos charlando
y callamos de repente.
Había aparecido en la terraza una muchacha
¡qué belleza!,
demasiado bella
como para nuestra tranquila estancia allí.
Bárbara miró apresurada a su marido,
Cristina puso la mano instintivamente
sobre la mano de Zbyszek.
Yo pensé: te llamo,
por ahora –te diré– no vengas,
acaban de anunciar varios días de lluvia.
Sólo Agniezska, viuda,
saludó a la bella con una sonrisa.
4.1.14
Los golpes de Scott Fitzgerald
Scott Fitzgerald en El hundimiento: "Está claro que vivir consiste en hundirse poco a poco." La vida ¿un buque al que nada más partir ya le espera el naufragio? No obstante, nos lanzan, y lo asumimos, a la aventura como si nuestro destino fuese flotar siempre. "Los golpes que uno va encajando de manera más espectacular, los golpes más inesperados y duros que vienen —o parece que vienen— de fuera, esos que no se olvidan, esos a los que se les achaca todo y a los que nos referimos cuando hablamos con los amigos en los momentos de debilidad, esos golpes son los que, al principio, no dejan huella", prosigue Scott Fitzgerald. Quien más o quien menos, ¿no hemos sido azotados por defecciones, olvidos, traiciones, metas no logradas o situaciones de privación que nos parecen el fin del mundo? Y sin embargo, nos sobreponemos y seguimos navegando. ¿Hay algo peor? Probablemente. Habla el escritor: "Pero hay otro tipo de golpes, que vienen de dentro y que acusamos siempre demasiado tarde para poder hacer algo al respecto. Entonces se adueña irremisiblemente de nosotros la revelación de que nunca más seremos quienes éramos."A buen entendedor...parece decirnos. La marca del tiempo, el deterioro imparable, las alteraciones que nos muestran los límites, la revelación de que no vamos a ser eternos. Ahí nos duele a cada cual lo que nos duele. Dejémoslo en abstracto.
2.1.14
Fernando Colina y nuestro apego
"Nacemos sin protección, con un cuerpo lechoso y un cerebro de gachas. Todo en nosotros es frágil y amorfo. Sin una madre al lado que nos proteja y alimente pereceríamos sin remedio." Psiquiatra Fernando Colina en un reciente artículo de prensa titulado Frío. Condicionamiento del actual mamífero hombre. La madre, fundamental en los primeros meses (también en los siguientes años, pero de modo ya más distendido) ¿Recibir la leche y nutrirnos? ¿Defecar y ser limpiados? ¿Tener frío y ser cubiertos? Todo eso y más, mucho más da la madre. Incluso más allá del mero y aparente marco físico. Continua Colina: "Pero con esto no resumimos toda la invalidez que nos amenaza en la infancia. Hay también una necesidad básica que trasciende lo meramente físico y se adentra en otro espacio más misterioso. Un lugar donde prospera el hambre de un alimento amoroso que nos llega a través de la voz, del afecto facial y del capricho de las caricias y los mimos.
En este crisol se amasa una vinculación personal que sirve de matriz indispensable para vivir. En su interior se construye una relación personal tan intensa y exclusiva que hace de patrón para todas las que han de seguir. A este vínculo, estrecho como ningún otro, lo llamamos apego, y al temor que suscita su ruptura lo calificamos de angustia de separación, que se convierte pronto en el trono de todas las angustias." Vínculo de subsistencia, vínculo de afecto a lo largo de la vida, vínculo insuperado por muchos. Cuando ser atendido por la madre genera una correspondencia compleja para el hijo. ¿Se tejen allí mismo, en aquellos cuidados, las emociones, los deseos, las sensaciones que nos marcarán para el resto de nuestros días? Sin duda. Pero también el resto de la vida será un enrevesado y costoso proceder. La clave: que el apego inicial no suponga una dependencia anuladora tal que conduzca la personalidad del individuo por veriecuetos insanos. Pero hay que andar el camino. Y el de cada uno es a la carta. Que no siempre se elige.
1.1.14
Nicanor Parra: cuando los deseos son cambios
Poeta Nicanor Parra, de Versos de salón:
"A los amantes de las bellas letras
Hago llegar mis mejores deseos."
Me parecía apropiado elegir estos versos para la fecha nueva. La fecha: un día, una semana, un mes, el año es que los rituales invocan la víspera y la realidad sentencia al día siguiente. La fecha: las horas. Las horas: ese maniqueo gesto del transcurso. El transcurso: los acontecimientos exteriores, las agitaciones internas de nuestro cuerpo. Cuerpo: sangre, ácidos, humores, electricidad. Lo eléctrico: pensar, hablar, recordar, mirar, gozar del placer plural. Lo plural: seguir viviendo. Vivir: cambiar; ¿de posición? Tal vez solo de nombre (no es poco, depende lo que implique)
"A los amantes de las bellas letras
Hago llegar mis mejores deseos
Voy a cambiar de nombre a algunas cosas.
Mi posición es ésta:
El poeta no cumple su palabra
Si no cambia los nombres de las cosas.
¿Con qué razón el sol
Ha de seguir llamándose sol?
¡Pido que se le llame Micifuz
El de las botas de cuarenta leguas!
¿Mis zapatos parecen ataúdes?
Sepan que desde hoy en adelante
Los zapatos se llaman ataúdes.
Comuníquese, anótese y publíquese
Que los zapatos han cambiado de nombre:
Desde ahora se llaman ataúdes.
Bueno, la noche es larga
Todo poeta que se estime a sí mismo
Debe tener su propio diccionario
Y antes que se me olvide
Al propio dios hay que cambiarle nombre
Que cada cual lo llame como quiera:
Ese es un problema personal."
30.12.13
El enmascaramiento, versión Nietzsche
Deleite de una de las citas (la 175) de El caminante y su sombra. Así habla, pues, Friedrich Nietzsche:
"La mediocridad como máscara. La mediocridad es la más afortunada de las máscaras que puede llevar el espíritu superior, porque no hace pensar a la mayoría, es decir, a los mediocres en un enmascaramiento; y, sin embargo, por eso precisamente se la pone aquél, para no irritarlos y aun, no pocas veces, por compasión y bondad." Máscara no máscara. El modelo más idóneo para pasar inadvertido. No hay nada que reclame más la colectividad que tú seas uno de los suyos, al menos en el sentido de miembro del redil. Si el espíritu superior es, simplemente, el del individuo sensible, ya quedaría justificado su distanciamiento del tono medio social, aunque se vea forzado a pasar desapercibido. No sé si la máscara tienen que ponérsela los sensibles para no herir a los portadores de ese tono medio y normal o para no ser descubiertos en su instintiva pero también consciente sensibilidad. La mayoría confunde sensibilidad con sensiblería, no entendiendo que tras el primer rasgo se oculta una fortaleza crítica y una buena dosis de visión clara sobre el mundo y los hombres. En cualquier caso la máscara también conviene utilizarla para que no se advierta un excesivo grado de afectación y no ser arrojados, por mala conciencia de la mayoría, a las tinieblas exteriores.
Máscara yacuba de Liberia. Fotografía de Thomas Renaut
28.12.13
El reforestador de Giono
Regalo exquisito de mi librero: El hombre que plantaba árboles, de Jean Giono. En mi asombro compruebo que no solo es un bello texto sino una espléndida edición con dos desplegables interiores que recuperan mi alma de niño.
"El objetivo de esta historia es el de hacer amar a los árboles, o con mayor precisión: hacer amar plantar árboles", manifestó Jean Giono a la autoridad francesa responsable de aguas y bosques, que en su día no entendió bien el relato. Pero ¿es solamente la historia de amor con la naturaleza de su protagonista Elzéard Bouffier? Es también la historia de alguien que niega la historia, sobre todo cuando ésta es destrucción. La de una especie de anacoreta que ignora las dos guerra mundiales europeas del siglo pasado mientras planta robles, hayas, arces, alisos..."Cuando pienso que un solo hombre, reducido a sus simples recursos físicos y morales, fue capaz de hacer surgir del desierto este país de Canaán, siento que, pese a todo, la condición humana es admirable." Este es el mensaje esperanzador y que hoy llamaríamos ecologista de Giono. Pero uno no puede por menos que leer más allá del texto. Tal vez la reforestación a la que dedica su vida el protagonista sea la contrarréplica a la destrucción sistemática que las contiendas del resto de los hombres sometía al continente. Ahí la metáfora. ¿Qué pasaría si los ciudadanos dieran la espalda a sus autoridades cada vez que suenan clarines de guerra para hacer a cambio algo constructivo? Naturalmente es una metáfora, incluso una utopía, se dirá, pero las metáforas y las buenas intenciones pueden hacernos a tiempo más cuerdos desde su ficción.
Ilustraciones de los desplegables interiores, de Joëlle Jolivet
27.12.13
Yorgos Zois y su Casus belli
¿Qué tienen en común el efecto dominó y el efecto bumerán? ¿Vivimos todos en alguna cola y algunos incluso en más de una? ¿Estamos abandonando lo fundamental para atender a lo líquido y secundario? ¿Qué distancia hay entre abundancia y escasez? ¿Nos estamos robotizando -despersonalizando- al asumir en serie roles superficiales y pautas aparentes? ¿Vamos en fila buscando el camino más corto hacia la felicidad o sacando el pasaporte más rápido hacia el vacío y la catástrofe? ¿Somos piezas de un juego frágil que se cree fuerte por seguir la normalidad del orden? ¿Estamos abocados a enfrentarnos descarnadamente con la supervivencia? ¿Puede un solo individuo que se salga de la fila producir la quiebra de ésta? Preguntas que a uno se le ocurren cuando ve el cortometraje Casus belli, del realizador griego Yorgos Zois. Está hecho en 2010, un año ya angustioso en la historia reciente de su país. Parábola de la fragilidad humana. ¿O hay más parábolas ocultas?
26.12.13
¿Nos hará libres el teatro?
Juan Mayorga, autor de teatro, en la revista La marea: "El teatro está viviendo un momento de explosión creativa y de encuentro de los actores con los espectadores. Muchos lo han redescubierto como un espacio de resistencia." ¿Frente a la abulia y la resignación? ¿Frente a la impotencia y la mediocridad? ¿Frente a los autoritarismos y el ataque de los poderes a la expresión cultural? Acaso como refugio, pero no para hibernar sino cual cuartel de invierno desde donde recomponer los agujeros y contradicciones del pensamiento y revisar la fragilidad de la práctica. También como espacio alternativo frente a intolerancias y desencuentros: "En la sociedad española domina la invasión antes que la hospitalidad. Se observa que los debates se enconan sin que haya una escucha del otro. Lo que ocurre en torno a la cuestión catalana es un buen ejemplo de ridiculización de unos por otros o de reducción de las posiciones del otro a estereotipos, sin atender a las razones que expone el otro." Mayorga: un hombre de teatro que habla con alma cívica también, luego como hombre político a su vez, y que tiende puentes, resultando ser un hombre total de su tiempo. No sé si el teatro -como el cine, como otras artes- nos hará libres, pero si concita atracción es que la gente busca en sí a los complementarios, que diría Machado. Frente a las trompetas del recurrente ángel del juicio final, el teatro -el arte y la expresión en general- puede ser un revulsivo que vincule estética y ética y las conduzca para renovar la conducta de los hombres. De lo contrario, dice Mayorga, "la mala educación e incultura se acaban pagando." ¿No lo estamos pagando ya?
25.12.13
Cuando Stevenson nos habló de la verdadera isla y de los verdaderos tesoros
Robert Louis Stevenson nos habló de una isla del tesoro, pero también de la otra, la que está repleta de posibilidades, de ciertas ganancias y de excesivas pérdidas: la vida, la relación con los demás y la búsqueda (encuentros y desencuentros) de uno mismo. Muy apropiado leer (o releer) su Sermón de Navidad como una llamada de atención y un ejercicio de reflexión en medio de la vorágine del convencionalismo de estas fechas.
"En estos tiempos que vivimos prevalece, entre la gente seria, un idealismo de noble carácter: nunca les parece que han prestado suficiente servicio, viven incluso con la impaciencia de su propia virtud. Sin embargo, quizás sería más modesto agradecer personalmente por no estar peor; no solo nuestros enemigos –personas desesperadas a nuestros ojos– sino también nosotros mismos desconocemos qué debe hacerse; de ahí deriva la sutil esperanza de que acaso hemos hecho más de lo que pensábamos: la esperanza de que tan solo haber zanjado este negocio de la vida –tan inconstante– con manos relativamente limpias, tan solo haber jugado el papel de una persona que obtuvo algunos logros, tan solo haber resistido el mal y, al final, aún seguir resistiéndolo, significa, para el pobre soldado humano, haber actuado bien. Pedir frutos ostensibles por nuestros afanes equivale a prestar un servicio solo en espera de una recompensa y lo que parece renuncia de sí resulta, al final, solo avaricia de pago."
Stevenson, sin alharacas ni palabras sobrantes. ¿Interpretamos con su discurso también nuestro presente? En medio del marasmo de los comportamientos innobles y corruptos y de la ansiosa avaricia que la actual sociedad enseña a los que vivimos, ¿nos dicen algo las palabras del escritor? Si es así, habrá sido un hallazgo de gran valor. El fin de año como excusa de consideraciones modestas pero certeras, nada dadas al moralismo, que sería tanto como decir a la hipocresía general de lo que leemos y escuchamos (ya se daba en su tiempo) habitualmente en los medios y en el entorno:
"En esta temporada volvemos la mirada atrás y consideramos el año que concluye: descubrimos entonces lo poco que nos hemos esforzado y lo pequeño de nuestros propósitos; descubrimos que demasiadas veces hemos sido cobardes y no asumimos alguna acción o que demasiadas veces, por el contrario, hemos sido temerarios y nos precipitamos hacia la acción; descubrimos cómo, en todo momento del día y cada día, transgredimos las leyes de la bondad. Parecerá una paradoja, pero bajo esto subyace cierto motivo de consuelo: la vida no está hecha para responder a la vanidad de un hombre; las más de las veces el hombre asume, cabizbajo, sus tediosas ocupaciones y suele hacerlo como un niño ciego. A pesar de las muchas recompensas y los muchos placeres que pueblan el mundo –la contemplación del amanecer, el surgimiento de la luna, el encuentro con un amigo, la hora de la comida cuando el hombre ya tiene hambre, lo llenan de dichas repentinas–, el mundo no es una morada siempre apacible. Las amistades se alejan, la salud se acaba, el hartazgo asedia; año con año debe el hombre repasar un listado (que casi nunca cambia) de sus debilidades y de su insensatez. Hay detrás de esto un benéfico proceso de distanciamiento: cuando llegue el día final, cuando llegue el momento en que tenga que partir, le quedarán pocas ilusiones de sí mismo."
Ha sido un poco larga la entrada, pero creo que el texto ha merecido la pena. ¿Es o no un tesoro encontrado, y espero que compartido, lo que dice el sabio Stevenson?
23.12.13
Adiós a Helena y Nausicaa
Me entero de que en una sola jornada se me han muerto Helena de Troya y Nausicaa, en apariencia tan distantes en tiempo, territorio y ficción. Ni el asedio de la ciudad de Ilión ni la navegación del viajero que busca retornar a Ítaca serían nada sin la participación determinante de la mujer. La narración consagra los acontecimientos. La literatura participa de la extensión de las historias míticas. Los mitos griegos, en los que los mortales van creciendo merced a la epopeya y el relato, no dan abasto y concluyen que sus personajes también tienen que ser llevados algún día por la barca de Caronte. No obstante, consecuente con el papel poliédrico de muchos de sus protagonistas, la mitología, ya sea relato épico o de aventura, admite lo que la realidad de los mortales nos presentaría como improbable. Pero Helena (¿consintió su rapto por Paris?) y Nausicaa (¿hubiera querido hacer a Odiseo su marido?) se habían metamorfoseado hacía mucho en Rossana Podestà. Y ésta no iba a ser menos en seguir el curso de la laguna Estigia. Se fue el pasado 10 de diciembre.
La imagen superior es un fotograma de la película Ulises, 1954
22.12.13
Cuando el fuerte es frágil
¿Realmente triunfan los que triunfan? En la película Odette, una comedia sobre la felicidad, dirigida por Eric-Emmanuel Schmitt, no solo se habla de la historia de Odette sino también de la de Balthazar Balsan. Éste, un escritor famoso de éxito de ventas, recibe de pronto una sarta de críticas demoledoras en la prensa, lo cual no solo interrumpirá su manera de escribir sino que sobre todo alterará su vida. Diálogo entre Balthazar Balsan y su editor, que le reprocha que no se defienda de los ataques de la crítica:
Editor. Eres demasiado amable, Balthazar, demasiado buena persona.
Balthazar. Tampoco voy a cambiar y volverme como ellos para complacerles. Aunque cuando me hieren me hundo.
Editor. Eres demasiado sensible, demasiado frágil.
Balthazar. Si no fuera frágil, ¿cómo habría podido escribir?
El triunfo de los frágiles que aparentan fortaleza ¿implica el triunfo de la fragilidad? Tal vez la fragilidad conduzca a desarrollar una obra, pero ¿eso basta para garantizar sus resultados y, sobre todo, la calidad de sus propiedades? Lo mismo podría reflexionarse sobre acontecimientos diversos de la historia humana, sobre el desarrollo de la técnica, sobre el ejercicio del poder, sobre la imposición de las ideologías. Y siempre una duda: ¿se imponen los hechos por su fragilidad o por su consistencia? Ah, esa terrible dualidad que pasa factura. Y que, probablemente, hace vivir a los hombres en lo que no es.
Imágenes de la película Odette, una comedia sobre la felicidad
21.12.13
Julio Ramón Ribeyro y el extraño maridaje entre conciencia y felicidad
Cuánto no se pronunciará en vano esa palabra tópico de las próximas fechas que todos tenemos, o nos vemos obligados a tener, en mente. Se materializará con el consumo, arderá en el calor de la gula y sonreirá con la euforia que provoca el estado de alegría inducida por la convención social. El asombroso Julio Ramón Ribeyro en su diario personal La tentación del fracaso: "La felicidad consiste en la pérdida de la conciencia." No es desdeñable la idea. ¿Algo así como una minusvalía del individuo? Continua: "Los estados de éxtasis que producen el amor, la religión, el arte, al desligarnos de nuestra propia conciencia reflexiva, nos aproximan a la felicidad absoluta." Me pregunto si una felicidad por la anulación de la conciencia puede ser felicidad. Y de lo que no dudo es de que la felicidad sea una manifiesta propiedad de nuestra inconsciencia, envuelta en la gasa de lo absoluto y lo sublime. "La conciencia: horrible enfermedad que le ha sobrevenido al género humano. ¿La suprema felicidad la constituye la muerte? Conclusión ilógica. El hombre necesita de la conciencia para darse cuenta de que ha carecido de ella, vale decir para comprender que ha sido feliz." Sin mencionarlo su reflexión parece que nos remitiera al mito del paraíso o acaso a los buenos ratos que en la inmediatez de la vida humana habitan en nosotros. Pero no todo es tan sencillo. "Necesitamos tener conciencia de nuestra felicidad para que ésta tenga alguna significación. Pero apenas nos percatamos de nuestra felicidad ésta desaparece, pues el solo pensar en ella es como un conjuro que desvanece su presencia. La contradicción es irresoluble. Conciencia y felicidad se excluyen y sin embargo no pueden comprenderse la una sin la otra." Sesuda, pero también sofista, la pescadilla que se muerde la cola en un 2 de abril de 1954, cuando Rybeiro apenas contaba veinticinco años.
20.12.13
La hambre de perro de Espriu
"He ido dando mi vida a las palabras
y me he hecho lento pasto de esta hambre de perro."
Canta en Las horas Salvador Espriu y va acabando el año de su centenario. Cuando alguien ya no vive, celebrar su aniversario es humo. Pero ¿y si nos deja un legado bello e importante de palabras? Entonces no se trataría de celebrar ni centenarios ni períodos más cortos, sino de disfrutar de su obra día a día. Yo mismo alcé el blog robando parte del título de un libro de relatos, Ariadna al laberint grotesque, y derivé por calles de laberintos de palabras y de sones y de imágenes que nunca acabas de saber si son sombras o reflejos. Preso quedo en la gruta y en el laberinto, y acaso también tal hambre hace mella en mí. Y eso sí, algo de una pena grande porque los habitantes de Sefarad sepan poco de quien cantó a su propia piel de toro. De quien dio su vida a las palabras que son como otras vidas. Allá los ingratos, yo al laberinto:
"¡Ah, guardián, caridad para los huesos,
pues ya sin nada de carne te llego!"
Fotografía de Petr Pavlensky
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