10.3.14

Mensaje a los ociosos por parte de Dostoievski




















Pasó el carnaval oficial. El permanente humano continua. Tiempos de cuaresma, antes obligados, ahora para gustos de adeptos. Que muchas de las cuestiones humanas de hoy día ya se reflejaran con acierto en las obras de Dostoievski da idea del ojo clínico del escritor. Da en el alma rusa, dicen algunos, para hacerlo más local. ¿En el alma rusa? ¡Toca el alma humana!, y ahí se convierte en absolutamente universal, sea cuales sean las formas y representaciones de territorios, poderes y costumbres. Dice el personaje Fiódor Pávlovich en la novela Los hermanos Karamázov: "Padres monjes, ¿para qué ayunan? ¿Cómo esperan recibir a cambio una recompensa en el cielo? ¡Por una recompensa así yo también ayunaría! No, monje santo, lo que tienes que hacer es practicar la virtud en esta vida, ser útil a la sociedad en lugar de encerrarte en un monasterio con la comida asegurada y no esperar la recompensa allí arriba: ya verás cómo así cuesta un poco más." Por supuesto, si esto se lee de manera más amplia -no circunscrita a monasterios u otros predios clericales- y adaptada a nuestros días, ¿no se percibe aún un cierto hilo de continuidad? Hay quien piensa que el modus vivendi de aquellos sectores improductivos tradicionales de la sociedad se ha adaptado a los tiempos, pero sujetando -en connivencia con el Estado- las bridas de su propiedad en este mundo. Naturalmente, el casamiento con el Estado -con sus variantes y conversiones- ya viene de lejos. Ahí no somos nada modernos. 



 Pintura de Dmitri Anatolyevich Belyukin