"La belleza de crecer y de madurar consiste en darse cuenta de que la vida es una maravillosa acumulación de saber". Umberto Eco, en el artículo Sobre los inconvenientes y ventajas de la muerte. En tiempos como los nuestros, en que gravita tanta información sobre las mentes humanas, la duda es si lo que nos llega es conocimiento o mero agobio que no sabemos asimilar. Dice Eco: "Si no eres un necio, o un desmemoriado crónico, a medida que creces aprendes". Uno piensa enseguida en el proceso insoslayable de crecimiento de uno mismo, donde el do de pecho consiste en la propia capacidad de reacción y de respuesta a los avatares en los que nos vamos viendo inmersos. Ahí ya vamos sabiendo. "Es lo que se llama la experiencia, por la que en tiempos pasados los ancianos eran considerados los más sabios de la tribu, y su deber era transmitir sus conocimientos a los hijos y a los nietos". ¿No implica a su vez la historia de los oficios, de los diálogos, de las normas de convivencia, de las categorías de gobernación de la sociedad? Todo se basaba en esa experiencia y en esa transmisión, hoy alteradas no solo en sus formas sino en sus conceptos. Pero Eco ve su lado gratificante: "Es una sensación maravillosa darte cuenta de que todos los días aprendes algo más, que tus propios errores de antes te han hecho más sabio, que tu mente (a la par que tu cuerpo tal vez se debilita) es una biblioteca que se enriquece día a día con un nuevo volumen". Los libros como metáfora del propio saber, y no podía ser de otra manera en la perspectiva sabia del escritor y filósofo.
Umberto Eco se quitó el sombrero para siempre el pasado 19 de febrero. Sus propias disquisiciones sobre la muerte, en clave de ironía y humor, pero no de carencia de profundidad analítica, las expresó muy bien en el artículo de donde extraigo la cita. Ver aquí.