18.2.14

Las únicas verdades de Don Antonio




















Vieja sabiduría, proposición de modesto realismo: "La inseguridad, la incertidumbre, la desconfianza, son acaso nuestras únicas verdades. Hay que aferrarse a ellas." Habla Antonio Machado, curtido ya en la vuelta de la vida. Hoy sus propuestas verdaderas parecen sonar a derrota, pero quien no las tenga presente vivirá en una frustración peor: creer que triunfa en lo que no es vida. "No sabemos si el sol ha de salir mañana como ha salido hoy, ni en caso de que salga, si saldrá por el mismo sitio, porque en verdad tampoco podemos precisar ese sitio con exactitud astronómica, suponiendo que exista un sitio donde el sol haya salido alguna vez." Más allá del dato que el escritor no tiene inconveniente en rebajar, la ironía está servida. Nada hay absolutamente preciso, ni que se repita, ni que se garantice, ni que, acaso, nos proteja. Remata Machado: "En último caso, aunque penséis que estas dudas son, de puro racionales, pura pedantería, siempre admitiréis que podamos dudar de que el sol salga mañana para nosotros. La inseguridad es nuestra madre; nuestra musa es la desconfianza. Si damos en poetas es porque, convencidos de esto, pensamos que hay algo que va con nosotros digno de cantarse. O si os place, mejor, porque sabemos qué males queremos espantar con nuestros cantos." Antigua norma, viejo recurso. Puesto que el camino es de espinas, inventemos la canción, pareció decir alguna vez la humanidad. Espléndida y humilde definición hace Don Antonio de la función de la poesía. Y una doble opción: contar y declamar las pequeñas gestas, que las hay en la lucha cotidiana. Pero también exorcizar y purificarnos de los males que acechan. ¿No alivia de alguna manera la poesía -y por extensión todo tipo de escritura literaria- las únicas y crueles verdades que nos pone el maestro ante los ojos? Ay si Juan de Mairena levantara la cabeza. Se sorprendería del alumno avezado que ha aprovechado bien sus lecciones.  



Retrato de Antonio Machado por Leandro Oroz