El diablo dice a la señora en el relato de Pessoa La hora del diablo: "Existo desde el principio del mundo y, desde entonces, soy un ironista. Ahora bien, como usted debe saber, todos los ironistas son inofensivos, salvo si quieren usar la ironía para insinuar alguna verdad." ¿Será por ello que la ironía está tolerada en nuestro entorno? Cuando se dice alguna verdad, por mucho que uno se refugie en el sarcasmo, todo el mundo sospecha. La mordacidad debe morir en sí misma: ¡que no dé el paso de abrir su gabardina y enseñarnos sus interioridades! Pessoa, en el colmo de su pragmatismo irónico, pone en boca de Satán: "Yo nunca he pretendido decirle la verdad a nadie, en parte porque de nada sirve y en parte porque no la conozco." ¿No estará acaso reconociendo implícitamente dos verdades?
Fotografía de Jorge Molder