31.3.21

Las palabras son de quienes escriben, sugiere Pascal Quignard

 


Desde que leí Todas las mañanas del mundo, cuyo personaje central es el compositor barroco Monsieur de Sainte-Colombe, no ha dejado de interesarme Pascal Quignard, polifacético pensador y autor de nuestros días. No siempre fácil de seguir sus trabajos, pero tienen la virtud de hacer que nos interesemos por muchos temas y sobre todo por el enfoque diverso y a la contra de muchos asuntos de este mundo.

Me encuentro con este texto suyo en Carta de Bacon a Lord Chandos* : "Considerad que las palabras solo abandonan a aquellos que las han vaciado y encima desvitalizado". Ojalá sea así de ahora en adelante. Y pienso en que las palabras emitidas por ciertas bocas lo que han hecho es traicionar los conceptos de las cosas, abaratar su enunciación y desvirtuar los valores, cuando no prostituirlos. Pero ¿cuántas de esas palabras depreciadas de su sentido más exacto no han cundido para seguir desfigurando la realidad? Lo seguimos viendo en nuestros días.

Sigue diciendo Quignard:  "Si las palabras se les resisten a aquellos que están hablando, jamás se les resisten a los que escriben". ¿Tanta distancia hay entre voz y escritura? Probablemente la misma que se da entre la emisión de lo pensado a medias o deficientemente y la reflexión pausada y ejercida con precisión. "Quienes escriben -confirma el autor francés- disponen de todo el tiempo para abrir sus glosarios, sus atlas, sus cronologías, sus diccionarios, tienen todo el tiempo para releer antiguos materiales de gramática desencuadernados, que datan de su infancia tardía, disponen de todo el tiempo para revisar, revitalizar, reetimologizar, reestructurar, corregir, detectar". Reivindicación de la escritura pausada y medida. Obviamente, es el ejercicio con recursos y empeño realizado al disponer una escritura lo que va a recuperar el sentido de las palabras que otros destrozan y envían al olvido. Reconquista de la lentitud activa, pues, en aras a dotar de armonía y justedad al pensamiento de las palabras. Siempre sugerente la manera de repensar Pascal Quignard, incluso en una idea parcial.



* Este breve ensayo figura en el libro La respuesta a Lord Chandos, editado por Shangrila Ediciones.



15.3.21

Las preocupaciones del científico Luis Enjuanes

 


Para Luis Enjuanes, virólogo del Centro Nacional de Biotecnología, el virus de desafortunada moda "es malo, malo, malo". Matiza con la confianza que da el insistir en la investigación: "Pero lo vamos a vencer". Uno quiere escuchar palabras cuerdas, contundentes y capaces de generar esperanza como estas, pues desde su lugar de trabajo el equipo de Enjuanes trabaja para obtener una vacuna más completa que las actuales. Y es que el patógeno SARS CoV-2, dice Enjuanes en la entrevista aparecida en El País, "es un superestratega ambicioso que se ha pasado tres pueblos. Es pandémico, superpatógeno, causa hasta cincuenta patologías distintas, deja secuelas. Desafía a la humanidad, a la ciencia, a la política". 

Cuando uno se entera del trabajo de los investigadores del Centro no duda de que es cuestión de tiempo controlarlo y conjurarlo. Naturalmente, siempre que todo el mundo colabore y no se pongan palos en las ruedas. Porque intrusismo hay. Añade el científico: "Me preocupa el intrusismo de la política en la sanidad y en la ciencia. Que gente que no sabe lo que es un virus se ponga a hablar de epidemiología. Y luego están los políticos que creen que pueden tomar medidas incluso en contra de los expertos". Pero para el oportunismo al uso de responsables políticos de las comunidades autónomas, que son los que gestionan medidas y aplicaciones, dar prioridad a lo que dicen los que saben de verdad no es precisamente un norte. De esos políticos opina Luis Enjuanes: "Unos han estado a la altura y otros a la altura del betún. No citaré sitios concretos, pero hay presidentes o presidentas que creen saberlo todo y dictan lo que hay que hacer sin tener el mínimo pudor ni tener en cuenta los números de su comunidad. Es lamentable ver que lo justifican por la economía, cuando eso no va a arreglarse sin resolver el problema sanitario".  

Si alguien no lo tenía claro, he ahí el criterio de un investigador sensato. Implícitamente traza la línea entre hacer política en la buena dirección para la sociedad o hacer política para satisfacer los intereses de los grupos de presión, electoralistas o incluso espurios. Hay muchos más Enjuanes, por supuesto. Sobran demagogos y falsos profetas.



Fotografía tomada de El País 


11.3.21

Se habla pero no se escucha. Josep Maria Esquirol reflexiona

 



"Solo habrá habla verdadera cuando hayamos escuchado y hoy nadie escucha". Lo dice el filósofo Josep Maria Esquirol y tengo la sensación de que me lo dice mi voz interior. No solo es cuestión de ruido, también de ausencia de receptividad. Esquirol: "Se habla pero no se escucha; escuchar va a la baja; ahora solo somos sumatorios de monólogos cuando uno solo puede responder si es escuchado; hoy hay más monólogos superpuestos que diálogos". Y pienso: si no escuchamos ¿con qué valor podemos exponer lo que pensamos? ¿No somos propensos más bien a imponernos, sin modificar un ápice las cuatro pobres ideas que tengamos? 

Podemos justificarnos con el rimo acumulativo y vertiginoso que llevamos, con el estrés del que hacemos gala, en parte como excusa de nuestra cerrazón. "La inmediatez y la precipitación del mundo actual -opina el filósofo- no facilitan nada porque para que haya escucha del otro ha de haber paciencia". La clave del díálogo en nuestros días pasa por la paciencia nada menos. Quién lo iba a decir. Aunque opino que debe transcurrir también por la templanza y por la prudencia. Con respeto y actitud asertiva. Porque dialogar implica sobre todo atender la opinión ajena aunque no se comparta en ese momento. En cambio, ¿qué sucede hoy cuando nos encontramos con los otros? "Dejamos que acaben de hablar, sí, pero solo para decir lo nuestro". No nos extrañemos luego que si la conversación de cercanía es discurso entre ajenos ocurra lo que ocurre en el plano político, donde los intereses se proyectan ignorándose entre bandos, salvo que haya un tipo de rendición incondicional por una de las partes. 

Cada vez me convenzo más de que el desacuerdo en las esferas políticas no son sustancialmente diferentes a las que tenemos los ciudadanos ordinarios entre nosotros. Al fin y al cabo, los que buscan la representación pública son nuestro reflejo. Imagen de nuestras limitaciones e incapacidades. ¿Cómo romper el esquema? Tal vez recurriendo a pensar y conversar en torno a los temas profundos de la vida humana, y no solo a lo inmediato, tan efímero como en tantas ocasiones subalterno. 



8.3.21

Un poema de Ida Vitale para la palabra ¿o para la mujer?

 



Un poema de Ida Vitale (Montevideo, 1923), tomado de su poemario Oidor andante, para la celebración del 8 de Marzo. Sea cual sea la motivación o el sentido que la poeta quisiera dar al poema -¿se trata solamente de un dibujo sobre las palabras?- me apetecía proyectar aquí otras sugerencias. Al fin y al cabo, el objeto de la literatura en general ¿no debe ser convertir en cómplice al lector y que él siga procreando pensamientos, anhelos y palabras? 


LA PALABRA


Expectantes palabras,

fabulosas en sí,

promesas de sentidos posibles,

airosas,

             aéreas,

                        airadas,

                                    ariadnas.

 

Un breve error

las vuelve ornamentales.

Su indescriptible exactitud

nos borra.

 

Tomemos nota todos. Cuanto hoy se diga, a favor y en contra, con intenciones sanas o dañinas, con buena voluntad o con desprecio, que no contaminen a las palabras y, por lo tanto, a los individuos. Para que ni los errores produzcan meros adornos una vez pase la fecha, ni lo exacto sea lo que siempre ha sido y vuelta a las andadas. A pesar de las palabras.


2.3.21

Un apunte sobre la Democracia en palabras de Richard J. Bernstein

 



Filósofo Richard J. Bernstein en El País: "Hay gente que cree que la democracia es el libre mercado, otros que es solo un voto". Aunque hable pensando sobre todo en los acontecimientos de enero en los Estados Unidos, la frase puede ser aplicada a otros países. Obviamente la sociedad democrática ha crecido en muchos lugares a la par que ha tenido lugar un desarrollo mercantil, pero que este se siga dando no garantiza la salud democrática. ¿Falla algo? Añade Bernstein: "Yo no creo que ese sea el corazón de la democracia. Democracia es un conjunto de prácticas sobre cómo tratas a los demás. Si no tienes respeto por el otro, si no hay voluntad de dialogar con el otro..., sin ese ethos, la democracia se puede transformar en algo inútil".

Una vez más alguien que sabe llama la atención sobre los límites fundamentales de la democracia. Ni el lado político al uso, con su sistema electoral relativo y discutible, ni la mera separación de poderes por sí mismos, que no siempre se cumplen, ni la configuración jurídica de una sociedad, con ser todos ellos necesarios como herramientas, bastan. Es esa vertiente ética que señala el filósofo lo que puede dotar de futuro a un sistema de relaciones humanas y de convivencia garantizado que ha venido funcionando con luces y sombras. Dar un voto cada cierto tiempo y se acabó dice tan poco de la capacidad del ciudadano, tan ingenuo como conformista al limitarse a ello. Pero una puntilla más del filósofo: "La forma en que está organizado el sistema capitalista internacional financiero fuerza un tipo de violencia sistémica. No existe la idea de una responsabilidad respecto a la pobreza. Incluso en el lenguaje hemos perdido esa noción del bien común".

¿Qué es eso del bien común?, deben preguntarse las nuevas generaciones mientras que las viejas nunca lo tuvieron claro. Y es que cuando rehuimos el lenguaje apropiado e inventamos uno nuevo pero falso, ¿no estamos desproveyéndonos de mantener a salvo los conceptos que han valido la pena?