5.8.24
Estamos vendiendo nuestra alma al diablo. Investigador Rubén Baler sobre los móviles y otras adicciones.
29.7.24
Neurólogo Boris Cyrulnik y la incidencia de lo totalitario
Neurólogo Boris Cyrulnik en artículo suyo en El País: "Cuando la cultura ofrece varios relatos, el adolescente que no quiere seguir sometido a las verdades de sus padres elige la ficción que le conviene, la que expresa sus deseos".
¿Será esa la base de partida de lo que muchos llamábamos rebeldía en nuestra juventud y que nos llevó a derivas contradictorias durante mucho tiempo posterior?
"El adolescente -continua Cyrulnik- adquiere así cierto grado de libertad y se reafirma, pero, cuando en el entorno verbal no hay más que una sola historia, el joven cae en las garras de un relato totalitario, el que expresa e impone su verdad única. Cuando hay pocas alternativas, las ideas están más claras. Cuando no se puede demostrar nada, los eslóganes repetidos por el grupo al que se pertenece reemplazan a la verdad. Cuanto menos sabe una persona, más convencida está. Es una gran ventaja para la mente perezosa. Uno se siente muy a gusto cuando está rodeado de amigos que recitan las mismas palabras; proporciona una sensación de fuerza y seguridad. Pero los eslóganes eufóricos empobrecen el mundo de la verbalidad, se pierde alegremente la libertad interior y se acepta una cómioda servidumbre."
Uno lee estas consideraciones con referencia al tiempo de la adolescencia, pero a la vez comprueba que sigue ocurriendo en el mundo de los adultos e incluso de edad muy avanzada. La adscripción, que no es sino delegación o, peor, dejación de tu propio esfuerzo de pensamiento, a un grupo de opinión poderoso, sea partido, prensa o red social, señala que mucha gente no acaba de ser adulta en cuanto a la disposición de pensamiento propio que le permita una personalidad definida y no entregada al mejor postor. Continúa el neurólogo:
"¿Se podría explicar así la capacidad de seducción de los lenguajes totalitarios? ¿Se podría entender así por qué existen hoy en todo el mundo tantos dictadores elegidos democráticamente? ¿La fatiga de pensar proporciona menos placer que la alegría de entonar a coro eslóganes que impiden pensar? Un pueblo que sufre dificultades en una sociedad desorganizada se siente mejor cuando cree lo que le dice su líder, su salvador. Esa es la manera de que, cuando estalla una guerra, el creyente pueda matar sin sentirse culpable: 'Me limito a obedecer', dice. Lo cual es cierto y también criminal".
Creo que Boris Cyrulnik da en la clave de varias de las grandes deficiencias humanas, en la historia pasada y en nuestro tiempo: el ejercicio del libre pensamiento, el método de la duda y de la búsqueda de respuestas, la necesidad de reconocer la diversidad de ideas en circulación y desbrozarlas, el esfuerzo por el conocimiento de las conductas y funcionamiento de la complejidad social, el control creativo de nuestra propia emocionalidad, la urgencia personal de construir criterio propio que no sea conducido por lo totalitario ni conduzca a totalitarismo alguno.
Cuanto menos sabe una persona, más convencida está, dice en su texto, y repito, Cyrulnik. Lo estamos viendo todos los días y en nuestra cercanía.
7.7.24
Cuando la ironía también es sabiduría. Edgar Lee Masters sabía
Cuando la ironía también es sabiduría, y se está seguro de ello, un autor como Edgar Lee Masters pudo escribir poemas -más bien epitafios, según el autor- como el titulado Alexander Throckmorton, que dice:
25.3.24
Robert Walser y su Jakob von Gunten, en la antítesis del trepador social
"Nunca olvido que soy un descendiente de mis antecesores, que comienza desde el último, desde el más ínfimo, peldaño, pero sin poseer las cualidades más necesarias para llegar a la cumbre. O quizá, sí. Todo es posible, pero no tengo fe en esas horas de vanidad, durante las que me ilusiono consiguiendo la fortuna y, por añadidura, el esplendor". Lo dice Jakob von Gunten, el protagonista de la novela homónima de Robert Walser (1878-1956) Lo dice realmente Robert Walser, probablemente de sí mismo. Su propia trayectoria personal, con múltiples oficios y dedicaciones a lo largo de su vida, con sus intentos fallidos en el teatro pero su entrega posterior a fondo como narrador y su particular condición psicológica que le llevaría a estar y no estar en este mundo, confirmaría esa carencia de vanidades.
Robert Walser, o mejor dicho, el protagonista de su Jakob von Gunten continúa: "Carezco verdaderamente de las virtudes del trepador social. A veces soy desvergonzado, pero únicamente porque me va serlo. Por el contrario, la caracterísitica del trepador es de una desvergüenza permanente, disfrazada de modestia, o bien, una desvergonzada -insistentemente desvergonzada- dedicación a la insignificancia. Trepadores de estos existen muchos y se agarran como estúpidos a lo que han conquistado, lo cual se considera un motivo de distinción". Ciertamente es lo que vemos todos los días en nuestro entorno, en los ámbitos laborales o familiares, en el paseo o en las superlativas charlas de bar, en los medios de comunicación o en la política. Gente que se cree que sabe y puede, que no tiene inconveniente en reducir la perspectiva del mundo y del individuo, que no duda en procurar solo para sí mismo a costa del sacrificio del prójimo. Lo que llamamos vulgarmente trepas, una conducta, por no decir lacra, que ha existido siempre y que siempre da codazos y desplaza a gentes más válidas y modestas. Pero el retazo de la novela que he traído aquí no es sino una pincelada de la magnífica obra que es ese Diario (subtitulado así por Walser, titulado Jakob von Gunten, recomendable por más que transcurran tiempos nuevos, más líquidos y ciegos.
*El texto escogido procede de la edición de Barral Editores de 1974, traducción del alemán de J. García Hortelano y C.B.Agesta.
1.3.24
Petrarca sobre el enfrentamiento civil (con una reflexión certera de Riki Blanco)
*Imagen de Petrarca por Justo de Gante. / Viñeta de Riki Blanco (El País, 29/2/2024) Las citas de Petrarca están extraídas de la edición a cargo de José María Micó de Remedios para la vida, en Editorial Acantilado. 2023.
26.2.24
Por la ciencia jovial, ese matrimonio de la risa y la sabiduría, al decir de Friedrich Nietzsche
"El odio, la alegría por el mal ajeno, el afán de robo y de dominio, todo lo que en general se denomina malvado forma parte de una sorprendente economía de la conservación de la especie, de una economía, en efecto, extremadamente costosa, derrochadora y, en términos generales, tremendamente insensata; sin embargo, como ha quedado demostrado, ninguna otra ha conservado a nuestra especie hasta el momento". Friedrich Nietzsche en su obra La ciencia jovial. El argumento se me antoja tan actual como antropológico, y pone el dedo en la llaga. Señala aquellas características práctico morales de las que ninguno de los individuos nos libramos y que cuajan en la colectividad. Continúa Friedrich:
"Desconozco si acaso tú, mi querido semejante y prójimo, eres capaz de vivir perjudicando a la especie, es decir, de un modo 'irracional' y 'malvado'; tal vez lo que hubiera podido perjudicar a la especie ya se ha extinguido desde hace tiempo, y pertenece ahora a esas cuestiones que ni siquiera ya son posibles para Dios. Déjate llevar por tus mejores o peores deseos, pero, sobre todo, ¡perece! En ambos casos seguirás siendo probablemente, en cierta medida, el promotor y el benefactor de la humanidad, y te será lícito tener por ello a quien te alabe, ¡e igualmente al que se burle de ti! Ahora bien, nunca encontrarás a quien, como individuo, sepa cómo burlarse plenamente de ti, de tus mejores aptitudes, nunca encontrarás a quien pueda hacerte sentir intensamente tu ilimitada pobreza de mosca y de rana de tal modo que se ajuste a la verdad. ¡Reírse de uno mismo tal como se debería reír para que fuera risa desde la verdad plena! ¡He aquí algo para lo que los mejores no han tenido aún suficiente sentido de la verdad y demasiado poco genio los más dotados! ¡Tal vez también haya un futuro para la risa! Algo que ocurrirá cuando el aserto 'la especie lo es todo, uno no es nadie' se haya incorporado a la humanidad, y esta última liberación e irresponsabilidad lleguen a ser accesibles a todo el mundo en todo momento. Tal vez entonces se unan la risa y la sabiduría, tal vez exista entonces una ciencia jovial".
Imagino que no es fácil de entender esta suma de risa y de saber propuesta por el filósofo, aunque ya es muy antiguo el proverbio ríe si sabes -ride si sapis, que cantaba el epigrama de Marcial- y que estamos distantes de convertir la risa en auténtica a partir del conocimiento de las cosas. De momento no se perfila el asentamiento de la risa auténtica como un statu quo de la humanidad y de cada individuo, pero al menos que sea parcial, que sea intentada, que sea asumida por cada cual como un sortilegio personal útil y ético. Tal vez mejoraríamos algo la situación de las cosas.
16.2.24
Lúcido Edgar Morin a los casi 103 años en su visión del mundo y del planeta
Edgar Morin, filósofo, casi 103 años, clarividente, lúcido y preocupado por la Humanidad escribe en El País: "Las guerras del presente agravan la acumulación de crisis que afectan a las naciones, alimentadas por el virulento antagonismo entre tres imperios: Estados Unidos, Rusia y China. Las crisis se refuerzan mutuamente en una especie de policrisis ecológica, económica, política, social y civilizatoria que va en aumento". Tal vez no sea nuevo del todo en la historia de la Humanidad, pero también es verdad que probablemente nunca se dio de manera tan completa, extensa y polifacética. De ahí que el filósofo afirme que nos encaminamos hacia posibles catástrofes y avisar de ello, se pregunta, "¿Es esto catastrofismo? Esta palabra exorciza el mal y da una serenidad ilusoria. La policris que vivimos en todo el planetas es una crisis antropológica: es la crisis de la humanidad incapaz de convertirse en Humanidad".
Ahí es nada, o es todo. Que la especie no acaba de constituirse en su carácter constructivo definitivo, y probablemente no sea cosa de buenismos y caridades sino de entregarse a una acción decidida. Afirma Morin: "Hubo un tiempo, no hace tanto, en el que podíamos contemplar un cambio de rumbo. Parece que es demasiado tarde. Por supuesto, puede ocurrir lo improbable y, sobre todo, lo imprevisto. No sabemos si la situación mundial es solamente desesperante o verdaderamente desesperada. Esto significa que, con o sin esperanza, con o sin desesperación, debemos pasar a la Resistencia".
Pero uno se pregunta cómo resistir en un mundo en que los individuos estamos tan maniatados, tan ciegos, tan autocensurados y autosujetos diría yo, y no cabe sino esperar palabras constructivas como las del filósofo: "La resistencia primera y fundamental es la del espíritu. Significa resistir a la intimidación de toda mentira blandida como verdad y al contagio de toda embriaguez colectiva. Siginfica no ceder jamás al delirio de la responsabilidad colectiva de un pueblo o de una etnia. Exige resistir al odio y al desprecio. Impone una preocupación por comprender la complejidad de los problemas y los fenómenos en lugar de ceder a una visión parcial o unilateral. Requiere investigación, verificación de la información y aceptación de las incertidumbre". Propuesta que exige una intervención personal y fuerza una reacción desde nuestros ámbitos más próximos a la presión sobre los poderes que cada equis tiempo votamos o les damos cancha con nuestra abstención. No quisiera uno que fuese misión imposible.
12.2.24
No hay edad para filosofar, una excelente conclusión de Epicuro de Samos
El hedonista de Samos: "Que nadie, mientras sea joven, se muestre remiso a filosofar, ni, al llegar a viejo, de filosofar se canse. Porque para alcanzar la salud del alma, nunca se es ni demasiado viejo ni demasiado joven".
Me traslado al bagaje de mi propio pasado y extraigo mis propias conclusiones. Cuando se es joven se vive la vorágine de la acción por excelencia y si se interrumpe se teme no estar viviendo el día al día en toda su salsa. En mi juventud si nos deteníamos recelábamos de no estar utilizando los mecanismos físicos del cuerpo: el ejercicio, la charla alegre y confiada, el juego, el aprendizaje del amor...Sin embargo recuerdo que en aquellos otros tiempos de menos diversidad de ocio y entretenimiento que ahora, dedicábamos conversaciones gratas en bancos de los jardines públicos o en escaleras de nuestras casas o en las tabernas donde repasábamos unos chatos de vino, cuestionando con ingenio no solo temas de la actualidad sino los sempiternos asuntos tocantes a la vida y la muerte. Con arreglo a nuestros conocimientos, naturalmente. Y leyendo a Epicuro uno se da cuenta ahora que de alguna manera también filosofábamos. Es decir, al menos deseábamos conocer y para conocer hay que prospectar.
Epicuro sigue diciendo en su carta a Meneceo: "Quien afirma que aún no le ha llegado la hora o que ya le pasó la edad, es como si dijera que para la felicidad no le ha llegado aún el momento, o que ya lo dejó atrás. Así pues, practiquen la filosofía tanto el joven como el viejo; uno, para que, aun envejeciendo, pueda mantenerse joven en su felicidad gracias a los recuerdos del pasado; el otro, para que pueda ser joven y viejo a la vez mostrando su serenidad frente al porvenir. Debemos meditar, por tanto, sobre las cosas que nos reportan felicidad, porque, si disfrutamos de ella, lo poseemos todo y, si nos falta, hacemos todo lo posible para obtenerla".
¡Brillante Epicuro! Propuesta de ejercicio prospectivo del pensamiento como alternativa a una nostalgia fatídica. Propuesta doble al invocar la necesaria serenidad que proporcione en la edad provecta una templanza que nos permita afrontar lo incierto.
2.2.24
El virus de Pilar Salamanca
23.1.24
Descripción del alfar, por Vincenzo Consolo
"Del barro nace todo lo que es de barro; de la arcilla, cráteras, vasos, ánforas, vasijas, redomas, odres, tinajas, cántaros, cuartos, candelabros para la noche, tulipas blancas. Hidrias, jarros para el aceite". Vincenzo Consolo en su novela De noche, casa por casa. Como un homenaje al barro y al trabajo de torno, Consolo nos recuerda pérdidas: utilización de la materia prima, uso y fin del objeto, técnica y esfuerzo del alfarero. Qué lejos aquellos tiempos en que nada de lo creado entre manos y barro podía ser contaminante jamás. E incluso podría decirse de ello: el barro vuelve al barro, porque también lo roto era reciclable sin opción a interferir los ciclos naturales, algo que el plástico ya vemos el desastre que causa.
Continua Consolo en su preciosa novela: "Va el ceramista a la cantera, a las galerías; en los filones de Torrazzi carga las cestas de sus mulos y sus asnos. Amasa el barro en el foso, lo extiende para que se seque sobre la explanada. Golpea con su maza y alza nubes de polvo. Es el momento del agua y de la mezcla. Prepara el barro comenzando al azar; después, el empastador descalzo, encorvado, da un ritmo, un sentido y una geometría a su danza. Primero es el abanico, en sectores; después, el torbellino, en espiral de caracol; tercero, el círculo, una corona dentro de la otra. Ahora pasa el material al torno. Trabaja, amasa el barro, reúne el material en una bola, la pone sobre el torno, la hace girar, endereza, agujerea, moja, tira de la arcilla, pasa la espátula sobre la forma incierta, quita las rebabas del fondo amplio". ¿No es una descripción detallada y rica de la tarea de un oficio mermado si no prácticamente desaparecido? Los que hemos conocido de cerca un alfar y hemos visto trabajar a sus hombres y mujeres siempre hemos salido envueltos en una especie de encantamiento. Pero no hay magia potagia, solo inteligencia, acción hábil, constancia y esfuerzo, soberano esfuerzo. Y en muchos casos secuelas deformes en los cuerpos.
La descripción de Vincenzo Consolo continua con un léxico y una precisión que maravilla. Sería prolijo insistir en el texto, pero el desarrollo del argumento en la mítica Sicilia bien atrapa al lector que decida acercarse a esta u otras obras del escritor italiano. Además de la citada recomiendo su novela Retablo, que me fascinó.
(Fotografía de Vincenzo Consolo tomada de la página del autor. Fotografía de unos cántaros de alfar de Priego, Cuenca)
10.1.24
Aquel poema NO de José Luis Hidalgo
Como tantos poetas de aquel tiempo de posguerra española, pocos se acordarán, y menos sabrán entre las generaciones actuales, de José Luis Hidalgo (1919-1947), poeta santanderino muerto a los 27 años. El tema de la muerte es obsesivo en su obra poética. Pero no está menos dispuesto a atender la poesía amorosa, a veces desgarradora también. Y es que como dijo Hidalgo en una carta al director de una revista de poesía: "Por más vueltas que se le dé, la poesía se hace con pasión, más o menos contenida, pero pasión al fin. Y cada día me revienta más aquella frase de Mallarmé, cuando aseguraba que la poesía se hace con palabras. Esto, en mi opinión es música más o menos celestial".
Se puede comprobar, pues, este criterio de José Luis Hidalgo en la potencia y la hondura del poema NO, incluido en su libro Raíz.
NO
La noche te derriba para que yo te busque
como un loco en la sombra, en el sueño, en la muerte.
Arde mi corazón como pájaro solo.
Tu ausencia me destruye, la vida se ha cerrado.
Qué soledad, qué oscuro, qué luna seca arriba,
qué lejanos viajeros por ignorados cuerpos
preguntan por tu sangre, tus besos, tu latido,
tu inesperada ausencia en la noche creciente.
No te aprietan mis manos y mis ojos te ignoran.
Mis palabras buscándote, en pie, inútilmente.
La quieta noche en mí, horizontal y larga
tendida como un río con las riberas solas.
Pero voy en tu busca, te arranco, te descuajo
de la sombra, del sueño; te clavo en mi recuerdo.
El silencio edifica tu verdad inexpresable.
El mundo se ha cerrado. Conmigo permaneces.