1.11.13

Del Sueño del infierno, de Quevedo






La aparición del texto ha sido casual, lo juro. Francisco de Quevedo en el Sueño del infierno:

"-¿Qué gente es esta? -pregunté. 
Y respondióme uno de ellos: 
-Los sin ventura, muertos de repente.
-Mentís -dijo un diablo-, que ningún hombre muere de repente, y de descuidado y divertido sí. ¿Cómo puede morir de repente quien desde que nace ve que va corriendo por la vida y lleva consigo la muerte? ¿Qué otra cosa veis en el mundo sino entierros, muertos y sepulturas? ¿Qué otra cosa oís en los púlpitos y leéis en los libros? ¿A qué volvéis los ojos que no os acuerde de la muerte? Vuestro vestido que se gasta, la casa que se cae, el muro que se envejece, y hasta el sueño cada día os acuerda de la muerte retratándola en sí. ¿Pues cómo puede haber hombre que se muera de repente en el mundo, si siempre lo andan avisando tantas cosas? No os habéis de llamar, no, gente que murió de repente, sino gente que murió incrédula de que podía morir así, sabiendo con cuán secretos pies entra la muerte en la mayor mocedad, y que en una misma hora en dar bien y mal suele ser madre y madrastra." 

Nada que añadir, nada que objetar, nada que matizar. El arte de la crítica y la chanza en Quevedo es intemporal. Su pluma es método: comprobar la vida no a través del dramatismo al uso, sino haciendo que quedemos todos felizmente en entredicho. Es como si nos dijera: sed personajes cuando seáis lectores de mis textos, y luego dejad de ser ambas cosas, si os place. Ay, de ese defecto de la incredulidad del que se queja el autor.Y es que el lado oscuro de la vida nunca está al otro lado. Salvo para quienes creen demasiado en lo que no es tangible o para los que se niegan a creer en la evidencia. 




Grabado de Nelly Orieta