El historiador Ricardo García Cárcel en La herencia del pasado: "...Ni la memoria es singular ni su recorrido es unilineal. La memoria es plural y oscilante. La primera obligación del historiador es explorarla en toda su extensión y plenitud, con todos sus contrastes." Nunca es tarde y hay todo el tiempo del mundo por delante para interpretar la historia. Siempre que no se crucen intereses espurios, sean de orden crematístico o ideológico, lo cual, obviamente, pondría en entredicho la labor misma del historiador. ¿Es posible recuperar el tiempo perdido y llegar a conocer los hechos objetivos, independientemente de que gusten o no tal como fueron? "En el bosque de memorias -añade García Cárcel- el historiador nunca debe perderse, ha de saber separar la realidad histórica de los mitos." Por lo tanto, de las pretensiones que se desvían del conocimiento, de las ideas que tenga cada cual, del deseo de que los acontecimientos hubieran sido de otro modo, de los ajustes de cuentas de perdedores o de vencedores, frustrados ambos al fin y al cabo, de cuantos hechos condicionaron o alteraron en el pasado la vida de los hombres. Como dice el profesor: "La función crítica de la historia, exorcizando falsedades y distorsiones, es inexcusable." Si se logra esa perspectiva de estudio y conocimiento de nuestra historia, ¿podrá tomarse como referencia constructiva para la convivencia? Esperemos, pues la historia nunca se repite. Lo que late permanentemente es la naturaleza humana con sus límites, miserias, imperfecciones e ignorancias. También es parte de nuestra condición acabar con ellas o, al menos, modificarlas sustancialmente. Y comprender la historia acaso sea útil para ese objetivo.