Leído en el texto LXXV del Libro del Tao:
"Las armas,
instrumentos nefastos.
Detestadas por las cosas,
el hombre que posee el dao no las emplea".
Visto cómo está el mundo y los riesgos que se van acumulando no parece que el dao interese mucho a los habitantes del planeta. Mucho menos a sus dirigentes ciegos. Y como dao digo prudencia, sabiduría, nobleza, pacificación, construcción del hombre. ¿Invocamos de nuevo y una vez más el desarrollo de los arados como contrapartida? Pero no ocultemos el pasado de la humanidad. El sílex fue materia para obtener el alimento y para disputárselo a otros homínidos. El hierro fue elemento para construir, cazar y también imponerse a otros grupos. Las energías modernas proporcionan mejoras y bienestar (relativo) y también amedrentamiento y destrucción. Extraño y contradictorio viaje el de los arados y las armas, aunque se dirá que más bien complementario. Complementario para la vida y para la muerte. Del dao ni se sabe dónde mora, dónde flota, en qué corazones es acogido. Existir existirá, pero no se muestra. Seguiremos esperando el camino, a la vez que lo recorremos, Lao Zi.