Juan Mayorga, autor de teatro, en la revista La marea: "El teatro está viviendo un momento de explosión creativa y de encuentro de los actores con los espectadores. Muchos lo han redescubierto como un espacio de resistencia." ¿Frente a la abulia y la resignación? ¿Frente a la impotencia y la mediocridad? ¿Frente a los autoritarismos y el ataque de los poderes a la expresión cultural? Acaso como refugio, pero no para hibernar sino cual cuartel de invierno desde donde recomponer los agujeros y contradicciones del pensamiento y revisar la fragilidad de la práctica. También como espacio alternativo frente a intolerancias y desencuentros: "En la sociedad española domina la invasión antes que la hospitalidad. Se observa que los debates se enconan sin que haya una escucha del otro. Lo que ocurre en torno a la cuestión catalana es un buen ejemplo de ridiculización de unos por otros o de reducción de las posiciones del otro a estereotipos, sin atender a las razones que expone el otro." Mayorga: un hombre de teatro que habla con alma cívica también, luego como hombre político a su vez, y que tiende puentes, resultando ser un hombre total de su tiempo. No sé si el teatro -como el cine, como otras artes- nos hará libres, pero si concita atracción es que la gente busca en sí a los complementarios, que diría Machado. Frente a las trompetas del recurrente ángel del juicio final, el teatro -el arte y la expresión en general- puede ser un revulsivo que vincule estética y ética y las conduzca para renovar la conducta de los hombres. De lo contrario, dice Mayorga, "la mala educación e incultura se acaban pagando." ¿No lo estamos pagando ya?