29.6.14

La fábula para Juan Ramón Jiménez














Juan Ramón Jiménez opina sobre la fábula en su obra más inmortal: "...siempre dejaba sin leer la moraleja, ese rabo seco, esa ceniza, esa pluma caída del final." 

Ay, qué cerca estoy del poeta. Es lo que tiene releer de mayores Platero y yo, y ver el mundo con alma de niño inquisitivo todavía. Pero un niño que juega con la ventaja de deleitarse como nunca con el lenguaje y de comprender lo que se le escapaba de la trastienda de cada capítulo del libro. Aún no tengo claro cómo se ha podido considerar durante un siglo solamente un libro para niños. Ahora que se cumplen cien años de su primera publicación, rezuma frescura por todas partes y lejos de ser una mera obra etnológica tiene que ver más bien con el pensamiento y la vindicación de la ingenuidad por parte del autor. Es ahora cuando me cala del todo y me da claves, tras aquella primera lectura obligada de infancia que se me escapa en toda su dimensión.  ¿Proyectaba Jiménez la sublimación del mundo de la naturaleza y de la infancia para que ya en nuestro mundo de adultos recurriéramos como una necesidad a su recuerdo? ¿Acaso porque con la carga poética de cada página iba la descripción de un mundo que seguimos necesitando? ¿O porque la poesía es una herramienta superior para ahondar en el conocimiento de la vida? 

Tomo al azar un capítulo, el CXXV, titulado La fábula y me doy cuenta de que comparto ese contra gusto de Juan Ramón Jiménez acerca de las fábulas.

"Desde niño, Platero, tuve un horror instintivo al apólogo, como a la iglesia, a la guardia civil, a los toreros y al acordeón. Los pobres animales, a fuerza de hablar tonterías por boca de los fabulistas, me parecían tan odiosos como en el silencio de las vitrinas hediondas de la clase de Historia natural. Cada palabra que decían, digo, que decía un señor acatarrado, rasposo y amarillo, me parecía un ojo de cristal, un alambre de ala, un soporte de rama falsa. Luego, cuando vi en los circos de Huelva y de Sevilla animales amaestrados, la fábula, que había quedado, como las planas y los premios, en el olvido de la escuela dejada, volvió a seguir como una pesadilla desagradable de mi adolescencia. 

Hombre ya, Platero, un fabulista, Jean de La Fontaine, de quien tú me has oído tanto hablar y repetir, me reconcilió con los animales parlantes; y un verso suyo, a veces, me parecía voz verdadera del grajo, de la paloma o de la cabra. Pero siempre dejaba sin leer la moraleja, ese rabo seco, esa ceniza, esa pluma caída del final. 

Claro está, Platero, que tú no eres un burro en el sentido vulgar de la palabra, ni con arreglo a la definición del Diccionario de la Academia Española. Lo eres, sí, como yo lo sé y lo entiendo. Tú tienes su idioma y no el mío, como no tengo yo el de la rosa ni ésta el del ruiseñor. Así, no temas que vaya yo nunca, como has podido pensar entre mis libros, a hacerte héroe charlatán de una fabulilla, trenzando tu expresión sonora con la de zorra o el jilguero, para luego deducir, en letra cursiva, la moral fría y vana del apólogo. No, Platero..."

Francamente, los desenlaces que se han pretendido morales, esto es, de imposición y de convergencia con lo que hay que pensar, no suelen cuadrar bien con los espíritus transgresores. ¿Y hay algo más transgresor que la fuerza del pensamiento y el alma interrogativa de un individuo?

Caigo en la tentación de la moraleja y recomiendo: aprovechad el tirón de 2014. Es una fortuna conmemorar uno de los libros de nuestra idiosincrasia. ¿La del español? No, la del hombre.




25.6.14

Diálogo de dos castrados: una historia como la vida misma, por Voltaire
















Uno de los cuentos más breves y divertidos de Voltaire es el titulado Dialogo del Capón y la Pularda. En él ambos animales castrados se cuentan sus penas. El Capón tiene claro el destino de su condición, que no es otro que acabar como yantar de los abates glotones. La Pularda descubre análogo fin a través de lo que el capón le va informando.


"La Pularda

¡Qué bribones más abominables! Estoy a punto de desmayarme. ¿Cómo? ¿Me arrancarán los ojos? ¿Me cortarán el cuello? ¿Me asarán y me comerán? ¿Y no tienen remordimiento esos malvados?

El Capón

No, amiga mía: los dos abates de que os he hablado decían que los hombres nunca tienen remordimiento por las cosas que están acostumbrados a hacer."

La costumbre  -la tradición, la normalización de comportamientos, lo asiduo- lo justifica todo, no hay más que mirar en derredor. Doble tortura, doble condición insoslayable pues para ambas aves. Primero ser capados para que engorden mejor. Después, que el engorde suponga un suculento plato destinado a la gula humana, en cuya práctica cierto clero llevaba fama y cardaba lana. Pero en esta metáfora lo que se cuestiona es el procedimiento hipócrita de la sociedad que conoció Voltaire, que se regía por la sibilina y maniquea moral eclesiástica, de doble rasero. Habla el Capón sobre las conductas de los que dictan pautas y controlan conciencias de este modo:

"...No hacen leyes más que para violarlas; y lo peor es que las violan a plena conciencia. Han inventado cien subterfugios, cien sofismas para justificar sus transgresiones. Se sirven del pensamiento únicamente para autorizar sus injusticias, y solo utilizan las palabras para disimular sus pensamientos. Figúrate que, en el pequeño país en que vivimos, tienen prohibido comernos dos días de la semana; pues encuentran medios para eludir la ley; además de que esa ley, que te parece muy favorable, es muy bárbara; ordena que esos días se coma a los habitantes de las aguas; van en busca de víctimas al fondo de los mares y los ríos. Devoran criaturas de las que una sola cuesta con frecuencia más del valor de cien capones; a eso le llaman 'ayunar, mortificarse'. En fin no creo que sea posible imaginar una especie al mismo tiempo más ridícula y más abominable, más extravagante y más sanguinaria."

Contundente fustigador de una sociedad que tocaba a su fin, Voltaire arremete impetuoso e irónico contra sus representantes más reaccionarios. Pero si supiera cómo persisten aún los oscurantismos y de qué manera la práctica depredadora se ha extendido hasta el más pequeño de los seres humanos de esta tierra...¿Quedará solo la venganza como recurso de los pobres? Dice la Pularda al final del cuento:

"¡Ojalá consiga dar al malvado que me coma una indigestión que lo haga reventar! Pero los pequeños se vengan de los grandes con vanos deseos, y los poderosos se burlan de ellos."

Magnífico desenlace moral de Voltaire. Todavía se hace imprescindible la lectura de sus cuentos. Francamente gozosos.



24.6.14

La confesión de Frida Kahlo




















¿Palabras del sufrimiento y de la consolación? ¿O cuando el conocimiento utiliza los caminos más intrincados y dolorosos? Leo un párrafo volandero de Frida Kahlo:

"No reniego de mi naturaleza, no reniego de mis elecciones, de todos modos he sido una afortunada. Muchas veces en el dolor se encuentran los placeres más profundos, las verdades más complejas, la felicidad mas certera. Tan absurdo y fugaz es nuestro paso por el mundo, que solo me deja tranquila el saber que he sido auténtica, que he logrado ser lo mas parecido a mi misma que he podido.”

A veces llegan los signos del verdadero valor desde lo imprevisto, como también desde las más angustiosas obscuridades. Pero ¿quién elegiría ese saber si le avisaran previamente que iba a ser sometido a la experiencia más cruel en su propio cuerpo? Y sin embargo, ¿cómo no admitir que una cierta dosis de autenticidad nos ha puesto frente a nosotros, como un espejo que no engaña?



21.6.14

La Ítaca de José Florencio Martínez




















Hay poetas recónditos que, como la trufa, ¿no resultarán al fin y al cabo los frutos más sabrosos? No son poetas que se esconden porque sí sino que lo suyo no es vivir de exhibirse demasiado (hay de todo, se dirá) Se sazonan en su propio ámbito y descienden a las profundidades donde aprendizaje y madurez se incuban en un dinámico crisol desde donde hacen emerger la propiedad de sus palabras. "Remar era la vida. Y la esperanza," canta uno de estos poetas recónditos, José Florencio Martínez, en su imprescindible poemario Teseo no saldrá del laberinto, editada por In-verso ediciones de poesía. Y así se nos muestra que en aquella búsqueda de Ítaca  -cantada por Homero y más tarde por Cavafis-  aún hay espacios para los matices. Poema Vivir era remar:


"Remar era la vida. Y la esperanza.
Luego llegamos a Ítaca y los sueños
-sin metas ni horizontes- se esfumaron
y las naves se pudren en la playa.

Sin Cíclopes, ni Circes, ni fenicios
a quien comprar sus bellas mercancías,
sin aventuras y experiencias nuevas,
sin belleza es insípida la vida.

En las doradas playas del recuerdo
sólo hay sombras o espectros de los años.
Vivir era remar, soñar… Ahora,

sentados a la sombra de la parra,
sólo esperamos, viendo los confines,
que arribe ya la barca de Caronte."


Y a modo de discrepancia con los últimos versos el lector se escalofría con la calma. Y quiere resistirse: que Caronte se pasee a distancia de la costa, se escucha decir a sí mismo el estremecido lector. Ya sabemos que no hay dique que pueda detener el oleaje fatal. Pero qué ilusión, mientras, alzar frágiles muros de arena. Siquiera como juego. Y qué sentido habrá tenido al menos haber perseguido siempre la belleza, con tal de que nuestra vida no resulte insípida





















20.6.14

Ocurrente Kenko Yoshida




















Kenko Yoshida, bonzo y reflexivo japonés de hace siete u ocho siglos comenta en su obra Tsurezuregusa (Ocurrencias de un ocioso) : "Hay un sinnúmero de cosas que, adheridas a otras, las debilitan y consumen." Si esto lo pensaba un hombre que miraba el mundo ya hace tanto tiempo, no sólo desde fuera sino sobre todo hacia adentro, y más todavía hacia sí mismo, ¿qué no diría de haber vivido hoy? Estos tiempos nuestros en que la existencia cotidiana lleva un ritmo galopante, cuando no un frenesí, por tomar y poseer objetos y posiciones de vida que son tan mercantiles como el objeto mismo. Donde todo se reproduce bajo el mismo paradigma al nivel de clase que sea, construyendo castillos en el aire aunque sean simples chozas de imitación sobre modelos superiores que devienen tan efímeros como los que alzamos los de abajo. La descripción, no exenta de ironía del humilde y asombrado Kenko, matiza: "En el cuerpo tenemos los piojos; en la casa, los ratones; en la nación, los bandidos; en los hombres incultos y bajos, las riquezas; en las personas educadas, la benevolencia y la rectitud. Los monjes tienen la religión." Adherencias que siguen en vigor, unas sin variar, otras acaso con diferentes nombres: donde dice piojos, que aún los hay, pongamos virus, por ejemplo. Además de monjes y clérigos en general pensemos en otras instituciones: de armas, de administración pública, de influencia mediática, de intermediarios políticos...con sus correspondientes tenemos. Y la idea no habrá cambiado. 

Oxígeno puro estas Ocurrencias ociosas de Kenko Yoshida. De mesilla o cabecera, vamos. Como indica Justino Rodríguez, traductor y editor de la obra, "Kenko es feliz en medio del ocio". Donde ocio no es abandono sino meditación y observación que le permite extraer conclusiones de la misma experiencia del vivir. Y eso, de alguna manera, produce satisfacción liberadora. 



17.6.14

Gabriel Ferrater: literatura del calamar.















Qué necesario escuchar atentamente el magnífico juego de la metáfora que se trae Gabriel Ferrater en el poema Literatura incluido en Las mujeres y los días:


"Tan vehemente, se dijo un calamar,
hago el ridículo: un chorro fino de tinta
ya desvía estos monstruos, tan poco críticos.

Perdida la abundancia del corazón,
descubrió la voluptuosidad formal:
mentirse objetivado en el arabesco
y mostrarse aún en él, subjetivo.
A la altivez de no esconderse mucho, 

la llamó sinceridad; al miedo de verse
demasiado expuesto, sentimiento del estilo.
Con la esperanza de que los espasmos
del agua irían a su favor,
confió en el lenguaje. Murió
devorado: lo inefable lo tentó."



¿Simple metáfora? Tal vez lo constató en su tiempo y en su carne, pero sin preverlo ¿no vemos también una descripción de ciertos escribientes actuales que se pretenden a sí mismos? Nos rodean plétoras de Yos, conciliábulos de sonoras grandilocuencias, mesnadas de portadores de la impedimenta de las letras tratando de poner una pica donde fueron colocadas antes miles, simples vagabundos de escasas lecturas que prefieren ignorar más que afrontar sus realidades cotidianas soñando bajo el manto de las estrellas del engreimiento, eternos aspirantes a la meritocracia literaria. De todo hay en la viña. Ya: humanos somos y nos tienta el probar, pero ¿para cuándo la humildad en el comprobar? El tino y la hondura del poema de Ferrater me supera y me quedo pensando: ¿será eso, al fin y al cabo, el inalcanzable oficio de la literatura? O acaso por esa misma razón la literatura aletea, si bien haya que separar el polvo de la paja: por intentar lo inefable.

  












Imagen superior: pintura de James Guppy



15.6.14

La certeza de Yolanda Pantin





















"Llamo 'certeza interior' a tener conciencia de las pérdidas,
del fracaso y de la derrota."

De este modo hace sonar el golpe la venezolana Yolanda Pantin en su poema Querido Igor. Pero un golpe o mil que traen su necesaria dosis de conciencia, ¿es un golpe que aniquila? Acaso también es el consuelo, la comprobación de que se ha vivido, sea cual sea el resultado cosechado. Y luego las preguntas: ¿se pierde lo que no se llega a tener? ¿Es derrota si fuimos mal pertrechados a combates desiguales? ¿Hay fracaso si aspiramos a más de lo que podíamos obtener? Pero las preguntas racionales no son poesía. Mejor escuchar completa la de Yolanda Pantin:

"Llamo 'certeza interior' a tener conciencia de las pérdidas,
del fracaso y de la derrota.

Pérdidas por lo que hemos acumulado
como saldo de la vida; derrota
por las batallas que no hemos ganado,
ni ahora ni nunca; fracaso
frente a aquella adolescente que
amó los caballos y la pintura
y que ahora se ofrece al vacío."

Este poema forma parte del libro titulado País (Poesía reunida 1981-2011)



14.6.14

Georges Didi-Huberman y su mirada sobre lo que hay abajo














Georges Didi-Huberman en su libro Cortezas, a propósito del campo de concentración de Auschwitz-Birkenau: "Un lugar como este exige a su visitante que se interrogue, en algún momento, sobre sus propios actos de mirada." Naturalmente, Didi-Huberman habla sobre el visitante turista de hoy día, o sobre el visitante peregrino que retorna de alguna manera a homenajear una memoria. Normalmente miramos y no vemos, o acaso es que no miramos como es debido, porque no queremos ver, porque la mirada siempre es inquisitiva y, por lo tanto, cuestiona. Continúa el autor:  "Me di cuenta, con el tiempo, de que una cierta configuración de mi propio cuerpo  -una talla pequeña, ojos que siguen siendo miopes, a pesar de todas las gafas, un cierto miedo fundamental-  me incitaba a mirar, más que otras cosas, las cosas que están abajo. Camino, por lo general, mirando el piso. Algo ha debido persistir de un miedo muy antiguo  -mejor sería decir infantil-  a caer. Pero también de una cierta propensión a la vergüenza, de tal modo que mirar a la cara me fue durante mucho tiempo tan difícil  -el sentimiento de que era necesario un coraje auténtico-  como necesario." 

¿Está acaso la magnitud de lo que nos rodea -los objetos cotidianos, el paisaje, las ruinas, los edificios, las imágenes del pasado-  simplemente para echar una mirada de paso? Depende de nosotros, porque cada uno de esos objetos que no se ven solamente con mirar al suelo o no observarlo bien o no mirar, transmiten. Como la corteza de un árbol habla del árbol mismo y éste de sus raíces y más allá también de todo el bosque. Didi-Huberman: "De ello resultó, de una manera natural, un conjunto de gestos imperceptibles destinados a concentrar, más que a extender, mi campo visual. Entonces me acostumbré a transformar esta timidez general ante las cosas, estas ganas de huir o de quedarme en un estado de perpetua atención flotante, en observación de todo lo que está abajo: las primeras cosas que se ven, las cosas que tenemos 'bajo la nariz', las cosas terrenales. Como si inclinarse para ver me ayudara a pensar un poco mejor en lo que veo. En Birkenau, sin duda un abatimiento particular ante la historia me hizo inclinar la cabeza un poco más que de costumbre." Preciso autoanálisis de una mirada más larga e inusual que Didi-Huberman realiza sobre su experiencia de viaje a Birkenau, donde desaparecieron antepasados suyos.

Cortezas es un libro editado por Contracampo Shangrila Libros.

   













11.6.14

Las Luzes de Manuel Rivas




















Manuel Rivas, escritor y también promotor de la revista gallega Luzes, con media docena de números en su haber: "En estos tiempos en que vivimos un periodismo de extinción, creo que nuestra revista es novedosa." Lo comenta en una entrevista que le hacen los de otro medio joven, Números rojos. "Pero el motivo de esta apuesta no es llevarle la contraria a la corriente, creemos que se puede aprovechar la provocación benéfica que significa apostar por el papel, pero también llevar a cabo una insumisión ante este momento de derrota profesional." Curioso. Mientras los grandes medios devoran a sus hijos, que son tanto las propias cabeceras como, sobre todo, los empleados, Manuel Rivas arriesga. "También queremos que Luzes sea un lugar, un espacio para la memoria, la emoción, la cooperación, la creatividad o la solidaridad, frente a la deshumanización de los 'deslugares'. La idea es crear un sentimiento opuesto a la sensación de desolación que nos invade cuando se cierra un cine, una librería o una taberna de toda la vida; queremos que Luzes sea un punto de encuentro para gente que se estaba quedando dispersa, metida en sus cuevas. Cuando se vacían los espacios públicos, y esto está pasando ahora, ves que la gente anda como más oblicua, hay un achicamiento de la vida y del espacio social. Porque el neoliberalismo va asociado a un tipo de urbanismo de fortalezas, de guetos y de grandes autopistas que quiebran. Nosotros reivindicamos la red de caminos, los senderos…" 

¿Bastará? ¿Se trata de un retroceder por hundimiento o para tomar carrera y volver a la carga? Acaso simplemente para mantenerse. Continúa Rivas: "El periodismo no solo tiene una crisis económica, también de identidad. Hay mucha gente dentro que no cree en lo que hace. Como los poetas que piensan que la poesía es hacer rimas como el que hace un crucigrama. Otros periodistas se han llegado a plantear si somos necesarios, peor crisis imposible. Frente a esa situación de autodestrucción, la gente que quiere hacer un periodismo nuevo o diferente tiene que nacer otra vez del suelo. Para resistir, el periodismo necesita 'reexistir', tener una segunda vida, entender que lo que tenemos entre manos es una materia delicada, un bien común como el pan o la leche, y que ahora es más necesario que nunca." Buenas intenciones no le faltan. Fe, da entender que no le flaquea. Siempre es admirable que haya gente como el escritor gallego y su equipo de la revista que no tiene inconveniente en tirarse a la piscina. ¿Resultará?




















Arriba: Foto de Sol Mariño en Números rojos.



10.6.14

Ósip Mandelstam se pregunta
















"¿Acaso el corazón es solo un trozo de carne asustada?", se pregunta el poeta Ósip Mandelstam. Que la ruidosa turbulencia del músculo se convierta tantas veces en pálpito nos habla de la particular e inquieta energía de la que está dotado. Pero, ¿por qué se lo preguntaría Ósip Mandelstam?




8.6.14

La regla de tres inversa de la riqueza, al decir de Matsúo Basho




















Cuando la regla de tres inversa se impone a la simple. Leído en Sendas de Oku, de Matsúo Basho: "En Obanazawa visitamos a un tal Seifu. Hombre nada vulgar, a pesar de su riqueza." ¿Quién dijo que tener riquezas implicaba ser excepcional y culto? ¿Quién no ha visto alguna vez personajes encumbrados que no sabían hacer la o con un canuto y solo hablaban de la bolsa, de coches y de putas? No sé si en el Japón del siglo XVII aquellos que tenían muchos bienes serían gente sumamente ordinaria en su fuero interno, incluida la parte del conocimiento y de la calidad humana. Al escuchar a Basho se diría que los bienes embrutecían. Él relata una excepción y expone un caso de comportamiento que ennoblece a Seifu: "Como de vez en cuando los negocios lo llevaban hasta la capital, comprendía las necesidades de los viajeros y las penalidades que sufren en sus viajes. Nos dejó su casa por unos días y, no satisfecho con dar reposo a nuestros quebrantados cuerpos, nos ofreció muchos entretenimientos." Tal vez la verdadera riqueza sea la generosidad, la entrega solícita. ¿O jugaría el tal Seifu con ventaja? Ah, luego me entero que, no obstante sus negocios viento en pompa, lejos de darse a la vida bruta que se daban otros mercaderes él practicaba la poesía. Solidaridad, pues, entre sensibles de las letras (en este caso de los pictogramas)



Pintura de Buson representando a Matsúo Basho


7.6.14

Una de guerra para Antony Beevor















No dejar las cosas al azar es una expresión muy extendida. Que implica el reconocimiento de ese indefinible estado que nos puede sorprender, por mucho que organicemos nuestros actos. Azar puede significar flaqueza en la previsión o no tomar medidas a tiempo: eso sería dejar el camino expedito a que lo que pretendemos no se logre. Pero incluso en grandes movimientos de la vida personal o colectiva, en actos de envergadura del individuo, de la tribu inmediata o de un Estado, por mucho que se trate de controlar puede haber situaciones inesperadas. O que si se esperaban (¿no se habla tanto hoy de un plan B para cualquier gestión?) podrían desbordar los planes. Y no te cuento lo que ha tenido que suceder en otros tiempos. Leo en una entrevista de El País al reputado historiador británico Antony Beevor: "La historia puede ser engañosa cuando miramos hacia atrás. A menudo, esto anima a pensar que todos los eventos tuvieron que salir como salieron. El éxito de la invasión a través del canal el 6 de junio parece inevitable debido a la superioridad militar de los aliados. Pero el azar jugó un papel muy importante. Un número de oficiales de alto rango esperaba un desastre. La meteorología era crucial. El general Eisenhower se enfrentó a una decisión muy difícil. Si hubiera tomado la decisión equivocada sobre si se debía o no confiar en las estimaciones de los meteorólogos, que le informaron de que iba a haber una breve pausa en el mal tiempo el 6 de junio, y hubiese retrasado la invasión dos semanas, entonces la flota aliada se hubiese enfrentado a la peor tormenta conocida en el Canal durante 40 años. Si se llega a posponer la invasión por segunda vez, esto habría dañado gravemente la moral y casi seguramente revelado el objetivo a los alemanes." ¿Acaso esta criterio significa que el historiador es un fiel creyente del azar? Probablemente, no, pero como buen analista sabe que los agujeros existen en las previsiones de los actos de los hombres y que, incluso con una dotación de técnica y de fuerza no existente antes, puede introducirse un elemento incontrolable y tirarlo todo por los suelos. A mí me hace meditar sobre los límites de la especie y del espécimen. 














Arriba: fotografía de Robert Capa


5.6.14

François Cheng y la aparición de la belleza




















"La belleza es un aparecer ahí." François Cheng, en Cinco meditaciones sobre la belleza. Una rosa, el ejemplo típico, y no se pregunte más. Pero también una sonrisa, la aparición de alguien que nos sorprende y nos llena de gozo, una actitud generosa que nos hace concebir esperanzas, un alba cuya luz purifica, una idea cargada de hallazgo o comprensión para nuestra actividad intelectual, un paisaje inabarcable por su multiplicidad de elementos, una representación plástica deslumbradora. Es un estar esperando, pues por su propia condición de ser bella, la belleza nunca se detiene ni es inerte. Se hace y se deshace. Llega y se va para luego regresar y volverse a ir. ¿Es un estado, una condición, un artificio en sí misma? Acaso una revelación. "Toda belleza es singular y, según los momentos y las luces, su manifestación, por no decir su 'surgimiento', es siempre inesperado. Una figura de belleza, incluso una a la que estuviéramos acostumbrados, debería presentársenos cada vez como nueva, como un advenimiento. Por esta razón la belleza siempre nos conmueve. Hay bellezas llenas de una luminosa dulzura que, de repente, por encima de las tinieblas y del sufrimiento, nos remueven las entrañas; otras, surgidas de algún subterráneo, nos atrapan o nos arrebatan con su extraño sortilegio; otras, puro fulgor, subyugan, fulminan", puntualiza Cheng. ¿Propio todo ello para calificarla de manifestación pero también como de inasible belleza?


















Arriba: Ukiyo-e de Kitagawa Utamaro


4.6.14

Cosima Dannoritzer y el dedo en la llaga de los productos del consumo













Cacharrería de nuestros tiempos. Consumo desaforado para unos, contaminación para otros, imprevisible futuro para todos. Cosima Dannoritzer en la revista La marea sobre la llamada obsolescencia programada y la mala recuperación de los residuos: "Aquí se ve el círculo global en el que estamos. Yo compro algo hecho en China. Se recicla mal y acaba de nuevo allí, donde alguien sin protección lo recicla y le saca los componentes. Luego éstos se usan para otro chisme que yo compraré en las navidades siguientes. Y vuelta a empezar. El que lo ha vendido al principio gana dinero. Y también en el sistema de reciclaje en Europa alguien se queda con dinero porque lo ha vendido en lugar de reciclarlo." El círculo, que promete ser infernal, que ya lo está siendo para países tercermundistas de África, de la fabricación y reciclaje de los productos. Cosima ha realizado el extraordinario documental Comprar, tirar, comprar, donde se denuncia que al menos tres cuartas partes de los residuos electrónicos no se reciclan. El problema viene de atrás, cuando los fabricantes, pudiendo hacer productos de larga duración, los hacen para que duren poco y resulten fallidos. La obsolescencia programada, que ya viene desde las primeras bombillas a las medias de nylon hasta los actuales soportes informáticos. ¿Quién paga el pato? Porque el consumidor occidental paga dinero por un producto pensado en  cambiar cada dos por tres, pero en el Tercer Mundo se paga con la vida: "Vemos un paisaje destrozado, niños pequeños que queman los restos de residuos para extraer material, que tienen problemas en los pulmones, problemas de concentración… Cada elemento químico en cada aparato electrónico causa un tipo de daño y éste actúa a largo plazo." Imprescindible documental de la alemana Dannoritzer, cuya temática nos deja a todos fuera de juego. ¿No va siendo hora de que cambiemos el chip mental? 




3.6.14

Lo más grande, según Mujica













Medida del instinto, más que perspectiva filosófica: "La cosa más grande que tienes es que vives, que estás vivo." José Mujica, presidente de Uruguay, en una entrevista en el programa Salvados. Eso es hablar con propiedad. La sensatez de quien ha pasado experiencias duras en su propia carne. Estoicismo de base. Punto de partida, también de llegada, sobre todo de viaje. Conclusión no fácil de aceptar para quien se deja dominar por la competitividad que desazona, la soberbia que aleja y la avaricia sin límites. Sí saben de su justo valor quienes han sufrido. Nos toque o no deberíamos ponernos en la tesitura del sencillo reconocimiento de Mujica. 




1.6.14

Invocando los mundos sutiles













"yo amo los mundos sutiles,
ingrávidos y gentiles..."

Lo canta el poeta que nunca persiguió la gloria, pero que para muchos de nosotros por eso hoy precisamente es glorioso. Y sin embargo, cuánta densidad y extensión bajo lo que parece leve y etéreo. Pienso en esta mañana soleada, pero aún tibia, en cuantos humanos desde el dolor físico, la carencia de libertad o el límite de la desesperación desearían invocar esos mundos sutiles. Quién sabe si no lo hacen para sobrevivir.


Recomiendo:




Pintura de Tsuguharu  Foujita