29.11.15

La utopía, en entredicho. La opinión de Ian McEwan
















"La utopía sirve para caminar", sugería Eduardo Galeano, que conocía perfectamente lo arduo y cruel de la vida. Y así escribía con ingenio que si andas dos pasos la utopía se aleja también dos pasos, y que si caminas diez pasos más en el horizonte ella se aleja a su vez diez pasos más. La figura literaria es bonita pero algo no va en la dura realidad cotidiana de los humanos si la utopía no se alcanza jamás y como mucho sólo sirve para caminar (yo añadiría que para seguir tropezando incluso en las mismas piedras) La utopía es como la esperanza, o una variante gráfica de ésta. Pero, ¿y si la utopía, en contra de lo generalmente admitido, únicamente sirve para avanzar a través de nuestra ceguera? Escritor  británico Ian McEwan: "Una de las nociones más destructivas en la historia del pensamiento humano es la utopía". Acostumbrados a las bellas palabras escuchar esto nos conmueve los cimientos. Algo así como si nos quitan la ilusión ¿qué suelo podemos pisar con certeza y seguridad? McEwan: "La idea de que puedes formar una sociedad perfecta, ya sea en esta vida o en otra posterior, es muy destructiva. Porque la consecuencia es que no importa si has matado a un millón de personas por el camino: el objetivo es la perfección y eso disculpa cualquier crimen". Ay, ahí los males, bien sean sus agentes las religiones y sus Iglesias o los Estado totalitarios que se han llevado por delante la vida de innumerables seres. "La idea de la redención, una idea milenaria, siempre requiere enemigos", concluye el escritor amargamente. ¿Caminamos pasos aunque el camino nos depare abismos?





24.11.15

¿Sirve para algo en estos días el cuento de Wolfgang Borchert?




















Cuento breve de Wolfgang Borchert, recogido en su Historias de un libro de lecturas

"Había una vez dos seres humanos. Cuando cumplieron los dos años de edad, se pegaban con las manos.
Cuando cumplieron doce, se pegaban con palos y se tiraban piedras.
Cuando cumplieron veintidós, se disparaban con fusiles.
Cuando cumplieron cuarenta y dos, se tiraban bombas.
Cuando cumplieron sesenta y dos, usaron bacterias.
Cuando cumplieron ochenta y dos, murieron. Fueron enterrados uno al lado del otro.
Pasados cien años, una lombriz que atravesó las dos tumbas no notó que allí estuvieran enterrados dos seres humanos diferentes."

Visto cómo anda el mundo en estos días, uno se pregunta si el cuento nada ficticio del sufridor Wolfgang Borchert sirve para algo. Que cada cual saque sus conclusiones. Personalmente pienso que no aprendemos nada. ¿Cómo será el mundo de las lombrices?



19.11.15

Escribir para escapar. Sadeq Hedayat
















Sadeq Hedayat en El búho ciego: "Durante miles de años se han estado diciendo las mismas palabras, realizando las mismas cópulas, experimentando las mismas desazones infantiles". ¿Fogonazo arriesgado de un resumen de la historia? No, ni el escritor persa lo pretende ni precisamente su novela es una reducción. Continúa: "¿Qué otra cosa es la vida sino un cuento absurdo, un proverbio increíble y estúpido?". Y en esencia lo es. Pero ya se sabe que la esencia de la vida corre unas veces como el agua de un hontanar y otras se estanca. La vida tiene para los hombres un sentido prestado. Se explica en su desenfrenada actividad y en el sometimiento a las normas, a las costumbres y a las reglas pactadas del juego. Es decir, no siendo nunca ellos mismos, sino un reflejo de lo imperativo. Hedayat: "Lo que ahora escribo, ¿no es acaso mi propio cuento, mi propia historia? Los cuentos no son sino la vía de escape de los deseos frustrados; deseos que cada narrador ha concebido en estrecha y heredada mentalidad y que no ha conseguido satisfacer". Acabáramos. Salve o no salve la literatura es un asidero de la supervivencia interior. ¿Sólo asidero? Probablemente no sea sino un ejercicio más del hombre Sísifo, pero esta vez no tanto como condena sino como búsqueda de redención.


Apunte: No perderse El búho ciego, es canela en rama.
















11.11.15

La voluntad de unos pocos, según Pedro Olalla














Pedro Olalla en el prefacio de su Historia menor de Grecia: "Trabajando en esta obra creo haber aprendido que lo que ha hecho mejor al mundo es la voluntad y la integridad de algunos individuos". ¿Una minoría es la que salva el mundo? Prosigue Olalla: "Si hoy el mundo es en algo mejor que en el pasado, es porque ha habido hombres que en algún momento han preferido hacer lo que consideraban bueno, aunque hayan fracasado o sucumbido, o, mejor dicho, aunque en ocasiones su victoria haya sido tan solo moral". ¿Así de simple? ¿Todo depende de la voluntariedad de los hombres? No creo que el helenista español vaya por la simpleza, pero admito su mensaje de optimismo o, mejor dicho, de estímulo para que nos centremos en el lado constructivo de las cosas que tiene la humanidad. Ciertamente, en los tiempos sumamente espurios como los que vivimos, donde la cota de reducción de la vida al mero logro del beneficio a cualquier coste moral ha alcanzado récords históricos, que alguien nos transmita una reflexión sobre la integridad y el desprendimiento de ciertas personas es válido y asombroso. Surgen las preguntas: ¿Deciden esas personas íntegras el cambio de rumbo de las sociedades? ¿Influyen sobre grupos para que se multiplique el esfuerzo y el ejemplo? ¿Puede llegar tal actitud a constituirse en aspiración mayoritaria? Las preguntas y las dudas van de la mano. Pero Olalla retoma el vigor de conceptos antiguos y los carga de sentido: "Hoy, al igual que siempre, son progresistas quienes luchan contra la injusticia y la ignorancia, y son retrógrados quienes las favorecen por alguna razón".  Dicho de otro modo: lo moderno y posmoderno o pasa por la revisión y el planteamiento moral de las conductas y los fines que den un vuelco a las miserias históricas o caen por su propio peso de vaciedad.





8.11.15

Chantal Maillard: los libros no hieren














Chantal Maillard: "Los libros no hieren, lo que hiere es la existencia". Difícil no estar de acuerdo con la poeta. Pero los libros son transmisión de las experiencias de unos hombres a otros, y entre ellas también abunda el dolor. Para Maillard "...hay cosas que han de ser experimentadas. Lo que la escritura pretende no es herir, sino comunicar. Reconocer a la propia herida en palabras de otro es un bálsamo".  Alivio y también catarsis. No todo se goza o se sufre en las propias carnes, pero lo que otros nos transmiten nos pone en la pista. Incluso nos alienta o nos prepara para los momentos en que nos toque.  La lectura de buena literatura recompone lo que la vida misma puede estar quebrando, ahuyenta fantasmas y pone coto a las obsesiones, estimula y relativiza tanto lo que nos parece excelso como lo que percibimos deprimente. Aplicable al ejercicio de escribir, no sé si más íntimo que la lectura o simplemente más complicado y dificultoso. Obviamente no debe ser solo el dolor el objeto de las pesquisas de cualquier lector interesado o de cualquier escribiente que trata de desarrollar sus propios juegos de palabras. Todo lo relacionado con la naturaleza humana y con las manifestaciones del ser consigo mismo o con otros individuos es la materia prima para prospectar. ¿Para hallar la verdad? Algunos pensamos como Chantal Maillard: "La palabra 'verdad' ya no está en mis diccionarios". Lo denominado equívocamente verdad: esa valla que se nos vende históricamente como meta, y que tantas veces resulta un foso donde sepultarnos.


NB. Recientemente ha aparecido el último libro de Chantal Maillard, titulado La mujer de pie. Tal vez las declaraciones citadas tengan que ver con el contenido del libro. Habrá que ver.