4.10.13

No se fue Ángeles Santos

















"Vagos ángeles malvas
apagan las verdes estrellas.
Una cinta tranquila
de suaves violetas
abrazaba amorosa
a la pálida Tierra."    

Dicen que estos versos de Juan Ramón Jiménez le gustaban a la pintora. Y ella reconocía que entre sus manos las estrellas se encendían más bien. Aún quedan pintores, y hay tantos en el mundo que solemos olvidarles. ¿Por qué? No lo sé. Acaso es el precio de su estallido de miradas, de colores, de formas, de sensaciones. Hay muchos más pintores que los que la sociedad puede asumir. Pero eso es un problema de la grey, no de los seres creativos. Hay tantos pintores como insectos. Y yo nunca dudo de la belleza de los insectos, como tampoco de la belleza que rescatan los pintores. ¿Quién se acordaba a estas alturas de Ángeles Santos? Ah, ¿pero no había muerto?, me dice hoy un amigo. Un pintor, aunque pinte poco o haya dejado de pintar, nunca desaparece. Porque un pintor solo deja de ser una mera persona cuando muere, pero queda de él una cierta transcendencia. ¿Porque un pintor es sobre todo su obra? Qué cursi. Pero ¿quién puede negar a un pintor su derecho a pasar la vida reinventando el mundo? ¿Quién puede prescindir de sus narraciones aunque ya no viva?