"Ese momento en que la luz parece
provenir de la tierra
y la noche no llega todavía..."
No se piense solamente en los sustantivos, que engañan los tiempos de la definición. Descolguemos por un instante las palabras momento, luz, tierra y noche. Tienen tanta entidad que prefiero que se desprendan de lo que no es. Y no es solo el verano. Ni el día que juega todo él a cenital. Ni la potencia de los elementos que el planeta nos brinda. Hay algo más en los versos de este poema de José Mateos (tomado de Cantos de vida y vuelta) Una advertencia oculta. Una perplejidad. Una comprobación. La madurez del hombre no va a ser un estado eterno. Pero cabe la mirada de la calma. La humilde aceptación de los límites. Y una pizca de conciencia subjetiva de si habrá valido la pena vivir.
Ese momento en que la luz parece
provenir de la tierra
y la noche no llega todavía...
Si miro al horizonte,
la eternidad es esa perspectiva
fugaz de algo que empieza
desde muy lejos,
y algo que termina.
Sobre el mar, una estrella distante y solitaria.
Y el cielo es más profundo
de lo que piensa el día.