Contar y narrar, ¿dos procedimientos para un mismo fin? Miguel de Cervantes lo aclaraba a través del diálogo que mantienen Don Quijote y Sancho Panza en el capítulo La aventura de los batanes:
"- Sigue tu cuento, Sancho, dijo Don Quijote, y del camino que
hemos de seguir déjame a mí el cuidado.
- Digo, pues, prosiguió Sancho, que en un lugar de Extremadura había un
pastor cabrerizo, quiero decir, que guardaba cabras, el cual pastor o cabrerizo,
como digo de mi cuento, se llamaba Lope Ruiz, y este Lope Ruiz andaba
enamorado de una pastora que se llamaba Torralba, la cual pastora llamada
Torralba era hija de un ganadero rico, y este ganadero rico...
- Si desa manera
cuentas tu cuento, Sancho, dijo Don Quijote, repitiendo dos veces lo que vas
diciendo, no acabarás en dos días; dilo seguidamente y cuéntalo como hombre
de entendimiento, y si no, no digas nada.
- De la misma manera que yo lo
cuento, respondió Sancho, se cuentan en mi tierra todas las consejas, y yo no
sé contarlo de otra, ni es bien que vuestra merced me pida que haga usos
nuevos.
- Di como quisieres, respondió Don Quijote, que pues la suerte quiere
que no pueda dejar de escucharte, prosigue."
Recomendaciones sobre el estilo, por una parte, y atracción y poder de lo que se cuenta, por otra, se funden y se fían a sí mismos. Siempre he pensado que Cervantes no fue un mero novelista relatador. Fue también un empecinado del estilo preciso y fluido que va repartiendo sugerencias de múltiple invención a lo largo de toda su novela. Construcción narrativa y visión experimentada sobre el mundo hacen del Quijote un acervo filosófico y una mirada al país y a los paisanos. Pero también un manual crítico del uso del lenguaje, como se muestra en el fragmento adjunto. Un fragmento para pensar en este día que algunos encumbran mercantil y simbólicamente. Particularmente pienso que cada día, mientras uno tenga vista y entendederas, a más de interés y curiosidad, debe ser nuestro personal día del libro.
El texto adjunto corresponde a la edición del Instituto Cervantes, dirigida por Francisco Rico.
Grabados de Gustavo Doré