Amos Oz, escritor israelí: "La actual crisis del mundo, en Oriente Próximo, o en Israel/Palestina, no es consecuencia de los valores del Islam. No se debe a la mentalidad de los árabes como claman algunos racistas. En absoluto. Se debe a la vieja lucha entre pragmatismo y fanatismo". Amos Oz es un escritor vilipendiado por la ortodoxia judía y tenido bajo sospecha por el Estado de Tel Aviv. No obstante, tampoco es de los que conceden argumentos fáciles a los que, por el mundo, quieren ver los acontecimientos complejos en la dinámica extrema de o todo blanco o todo negro. Y añade en su librito Contra el fanatismo, que editó Siruela hace tiempo: "(Se debe a la vieja lucha) entre fanatismo y pluralismo. Entre fanatismo y tolerancia". Esto lo decía a raíz de los atentados del 11S en USA, pero podría seguir aplicándose a cualquier situación posterior, incluso el conflicto presente en el que Israel desempeña su máquina de guerra con un enemigo menor. "La típica reivindicación fanática: si pienso que algo es malo, lo aniquilo junto a todo lo que lo rodea. El fanatismo es más viejo que el islam, que el cristianismo, que el judaísmo. Más viejo que cualquier Estado, gobierno o sistema político. Más viejo que cualquier ideología o credo del mundo. Desgraciadamente, el fanatismo es un componente siempre presente en la naturaleza humana, un gen del mal, por llamarlo de alguna manera".
Quien más o quien menos hemos vivido los efectos del fanatismo con baja intensidad (en una conversación alguien mantiene una postura intransigente y condenatoria de otras posiciones políticas o simplemente de conductas sociales) o bien de una calidad extrema (basta echar un vistazo a la historia del siglo XX) Amos Oz aporta una receta con buena intención, aunque pienso que no siempre con resultados definitivos. "El sentido del humor es un gran remedio contra el fanatismo. Jamás he visto en mi vida a un fanático con sentido del humor. Ni he visto que una persona con sentido del humor se convirtiera en un fanático, a menos que él o ella lo hubieran perdido. Con frecuencia los fanáticos son muy sarcásticos y algunos tienen un sarcasmo muy sagaz, pero nada de humor. Tener sentido del humor implica habilidad para reírse de uno mismo." Para mí es la clave. En nuestras relaciones de vida cotidiana y en el traslado de nuestras ideas y opiniones a los colectivos que nos representan. Pero algo falla, y tal vez no sea una actitud suficiente. O acaso resulta que es escasamente compartida. Naturalmente, cuando lo perentorio no es satisfecho, cuando el ultraje se convierte en una actitud del Poder frente a los súbditos, cuando la agresión a la dignidad humana es lacerante y aniquiladora, ¿dónde puede quedar la medicina del humor?