"Tarde o temprano, señor Fowler, tendremos que tomar partido si queremos seguir siendo humanos". Tremenda frase lapidaria que su empleado Hinh le dice al periodista británico en la novela El americano impasible, de Graham Greene. Advertencia moral acertada de las que Greene solía gastarse en sus obras. Las situaciones extremas, y de alguna manera límite, obliga siempre a los personajes a situarse claramente en el escenario de los dramas. Ya no hay más demoras. En el conflicto entre agresores y agredidos, donde domina la hipocresía y la doble moral, ¿no acaba siendo un alineado más de los primeros aquel que no quiere saber nada y no reacciona, es decir, el impasible?