Rafael Álvarez "El Brujo" en una entrevista en eldiario.es: "La Odisea la está escribiendo Homero ahora, porque tiene una parte de atemporalidad que es su dimensión simbólica. Los cantos de sirena son siempre las llamadas a caminos que te conducen a lo que no eres. Todos queremos ser algo que no somos, porque no tenemos conciencia de lo que somos." Cantos de sirena que van desde las tierras prometidas por las religiones hasta los cielos proletarios, pasando por una serie de conductas sin fin de exaltación del ego. Y en nuestros tiempos la publicidad desmesurada, la mentalidad fatigosa de un vivir para comprar plasmada en la sociedad de consumo, las falsas promesas electorales de los políticos, el despliegue de los emprendedores o el señuelo de una calidad de vida dudosa y de alto coste humano, por citar algunos ejemplos ilustrativos. El Brujo: "Esas trampas están ahí de toda la vida. Siempre hemos estado divididos entre el poder, la apariencia y la búsqueda de la materialidad, e ideales más nobles. El canto de sirena es el poder, la codicia. Hoy y siempre." Si la codicia orienta al poder mal gobierno en cada individuo y peor en el cuerpo social. Pegados a nuestra piel, los cantos seductores tratan de disuadirnos de que tenemos que alcanzar Ítaca. Pero ¿sabemos o queremos saber qué es y dónde está tal lugar?
El brujo insiste en su papel y en su invitación: "El actor sirve para recordarle a la gente, aparte de hacerla reír y olvidar las tensiones, que somos seres humanos y que la humanidad tiene una parte de animalidad, pero también una parte divina. Como decía Hölderlin, "en lo divino creen solamente aquellos que lo son". Pero esa búsqueda del Yo constructivo donde acaso el animal primigenio que llevamos dentro nos debería hablar más y el animal hombre tendría que deposeerse de apetencias destructivas ¿sabemos efectuarla? "A pesar de que haya crisis, la gente quiere saber de las cosas del alma. Está cansada de esta visión del mundo que no es una visión del mundo: las encuestas, los análisis y el PIB son parte de la realidad, pero no son una explicación de la totalidad, una profundización unificadora en los problemas, que es lo que calma y proporciona un sentimiento de armonía con el mundo", sentencia El Brujo. ¿Quién puede quitar razón a su argumento? Mientras, nuestra navegación continua. ¿Estamos dispuestos a afrontar la aparición de monstruos en el océano proceloso de la vida, tal como hizo Ulises?
Imagen de la representación de La Odisea en versión de El Brujo