22.11.18

La honesta lucidez de Rodolfo Otero, bailaor














“Yo no soy una persona muy dada a la grandilocuencia. Me encanta la gente que tiene cultura, me encantan los poetas, los literatos, los escritores; me encanta lo que yo haga si lo hago bien, si lo hago mal me detesto. Porque lo más precioso que puede haber en esta vida es estar conforme con uno mismo, sabiendo que lo que hace es de verdad y que no engaña a nadie. Que es muy difícil, porque a la mayoría de la gente le gusta engañar, aparentar, ser… y el que es de verdad no hace falta que lo diga, se le ve”. Rodolfo Otero, bailaor vallisoletano, fallecido a los 86 años el pasado sábado. Hasta hace cuatro días se le veía en la bici por la ciudad. Palabras escuetas, justas, precisas, sinceras las suyas. Yo diría que necesarias. Porque necesitamos escuchar la voz de la sabiduría, que es la de la resistencia, no la de los vendedores de feria ni la de los demagogos a sueldo público. Al pan, pan. La antítesis del ritmo efímero y superficial de nuestro tiempo.

Salud, Rodolfo, y eterno baile.














Rodolfo Otero entre Benito Carracedo, a la derecha, autor del libro Rodolfo Otero: amor por la danza, y Julio Martínez, editor, en la presentación del libro en abril de 2017.