25.8.14

El sentido de los libros para Jaume Vallcorba






Editor Jaume Vallcorba: "El amor a los libros me ha acompañado a lo largo de toda mi vida, desde que leía en la cama, a escondidas de mi madre y en época muy temprana, La Isla del Tesoro, El Mercader de Venecia, o Cuore, de Edmundo de Amicis". ¿Quién no puede relatar una experiencia análoga, aunque no hayamos sido editores como el recientemente malogrado Jaume Vallcorba? Si a él le acunaban esos títulos a otros nos mecían Verne, Walter Scott o Harriet Beecher Stowe, y gracias, compartiendo, eso sí, toques de atención de los padres. ¿De aquellos polvos llegaron los lodos de lectura de adultos? De modo desigual, y con saltos, probablemente, pero no me cabe duda. Sigue diciendo el editor en su discurso de clausura del máster de edición de la Universitat Pompeu Fabra, que tuvo lugar el pasado mes de julio: "He aprendido mucho de los libros, ciertamente, pero no los estimo por lo que he aprendido, que es muchísimo, sino por encima de todo por cómo me han acompañado a lo largo de los años, configurándome y, quisiera pensar, que afinándome". Poder reconocer esto es haber llegado a un punto de valorar sensatamente los caminos del aprendizaje de la vida. Que la supuesta ficción  -¿o lo novelado solo es una relación de acontecimientos con múltiples e ingeniosas formas narrativas?-  marque a un lector y le haga e incluso le afine, desenvolviendo las facultades de la sensibilidad y del entendimiento, nos llevaría a hacernos preguntas hondas sobre la dimensión de la existencia. Y no necesariamente metafísicas. ¿A tanto puede llevarnos leer? "Estoy convencido -continúa Vallcorba- de que un libro es capaz de modificar a su lector por el simple hecho de haberlo leído; que puede cambiar, en el lector, algo importante, de manera que se podría decir que no es la misma persona antes que después de haberlo leído. Porque leer es dialogar, es 'escuchar con los ojos a los muertos y tener conversación con los difuntos', como decía Quevedo siguiendo un viejo y noble lugar común. Con pocos libros se puede tener al alcance el pensamiento humano, y del diálogo con él deriva, es sabido, cualquier conocimiento y cualquier construcción de una personalidad, ya sea individual o social. Por esto creo que editar es un trabajo que conlleva una cierta responsabilidad". No ha sido baladí la tarea y el empeño del editor que falleció el último sábado. Basta con mirar los estantes de una librería y ver el canto de los libros en que el nadador de la vida se tira al océano, del que acaso espera todo.