"¿Por qué nos quejamos de la naturaleza?" Pregunta crítica de Lucio Anneo, cuya dimensión explora. "Ella se comportó admirablemente: la vida, si se sabe utilizar, es larga". Cierto que debemos afrontar los reveses que la naturaleza nos depara. Tanto más desconcertantes los de la propia naturaleza corpórea como costosos de aceptar. Y sin embargo, qué útil una buena dosis escéptica y otra tanta de estoica para pasar de la necedad de necedades en que los tiempos modernos nos ciegan. Ya sucedía en la época del filósofo: "A muchos les entretienes una insaciable avaricia: éste se siente arrastrado por las constantes dificultades que encuentra en unos trabajos sin sentido; otro se embrutece con el vino; aquél se duerme en la pereza; a ése le cansa su ambición siempre pendiente del juicio de los demás; algunos, guiados por un incontenible deseo de negociar, dan la vuelta por toda la Tierra y recorren todos los mares con la única obsesión del lucro. La pasión por las armas arrastra a cierta clase de hombres, que nunca tienen en cuenta los peligros ajenos, ni se preocupan por los suyos; los hay que se consumen en una esclavitud voluntaria, dejándose llevar por una veneración hacia sus amos. La mayor parte de aquellos que no saben adónde van, se dejan influir por pareceres diferentes, y una inconstancia, siempre voluble y descontenta consigo misma, los zarandea por todas partes". Discúlpese la cita larga, pero es que tiene su miga. Mi anonadamiento: ¿ha cambiado algo el panorama desde el siglo I en que Séneca escribió estas reflexiones? Un buen observador de las conductas sabe alcanzar conclusiones que le permitan aplicar a su vida personal. Naturalmente, con ánimo de transformarla.
Fotografía de Ralph Gibson