Rafael Argullol: "La presencia de los bárbaros en nuestro mundo generalmente se hace a través de la reivindicación de la suprema bondad de lo divino, de la suprema bondad de lo religioso. El fanatismo casi siempre es un fanatismo que se presenta como fanatismo del bien, no del mal, pero cómo a través del bien se puede llegar al mal." La cita es de hace varias años, pero su aplicación puede ser eterna. Me salta a la vista de la barbarie que los fundamentalistas del autodenominado EI (Ejército Islámico), están cometiendo estos días con las huellas del pasado en Irak. Huellas que son de otras civilizaciones y culturas, mucho más antiguas y no menos sabias que las que fecundó el Islam. Los dioses ya no quieren a los dioses, acaso siempre fue así. Y sus defensores siguen erre con erre haciendo valer unos contra otros, trayéndoles al pairo lo que que de verdad debería ser sagrado: la vida humana. Para estos demagogos violentos y opuestos a la libertad y a la dignidad tampoco sirvió de nada que Nietzsche certificara la muerte del dios. Dios. Esa gran excusa, con rostro de bondad en nombre de la cual se cometen todavía un sinnúmero de maldades. Respecto a esa persecución desaforada en que están empeñados los de EI con la herencia del pasado, los yacimientos arqueológicos, los museos, los tesoros icónicos, ¿qué pretenden borrar? ¿La inexistencia de las poblaciones que una vez ocuparon aquellos territorios? ¿La muerte de las civilizaciones? ¿O acaso señalan cuál debería ser el futuro sin identidad de esta frágil Humanidad?