11.9.13

Maimónides corrige la altanería humana














"Todo iletrado se imagina que el universo entero únicamente existe para beneficio suyo, como si nadie hubiera más que él." Yo le matizaría, y mucha es mi osadía, a Maimónides que tal representación mental se produce en iletrados y en letrados, pues no todo el conocimiento da la talla. Y menos cuando se trata de ajustar las conductas personales o grupales al mismo. Sigue el cordobés: "En consecuencia, si lo que a él le sucede es contrario a sus deseos, forma el juicio tajante de que lo único real es el mal: pero si el hombre considerara y se representara el cosmos, percatándose de su insignificancia dentro de sí mismo, la verdad se le mostrará clara y evidente." Por lo que se ve viene de muy antiguo la extendida creencia de que los humanos somos el centro del universo, las criaturas elegidas y el orgulloso objeto de perfección. Muchas son las tentaciones que nos llevan a ir de triunfadores cuando apenas somo mendicantes. En su Guía de perplejos, Maimónides avanza, pues, una idea que era revolucionaria entonces y va a serlo siempre: el hombre debe considerarse en relación al universo. Sin complejos, pero sin altanerías. Nunca hubo como ahora tanto conocimiento del todo, de lo conocido y de lo desconocido, del aparente orden y del embriagante caos. Suficiente para cambiar nuestra actitud.