“El pensamiento en sentido enfático comienza bajo el impulso de eros. Es necesario haber sido amigo, amante para poder pensar. Sin eros, el pensamiento pierde la vitalidad y se hace represivo.” ¿Boutade o conclusión empírica del filósofo Byung-Chul Han? Pienso entonces en los primeros diálogos que tuve cuestionando el mundo, las primeras polémicas, los primeros debates. ¿Circunscritos a lecturas o clases rigurosas? Más bien al banco de un parque con los amigos fieles, a la tertulia de las tardes con los compañeros generosos que buscábamos cambiar lo establecido o al abierto encuentro amoroso. Porque la tendencia a cuestionar lo admitido y a preguntarse sobre lo desconocido se cruzaba siempre de modo trasversal en las relaciones con los demás. ¿Quiere decir esto que amistad, amor y pensamiento fueron casi siempre de la mano? Tal vez unas conductas facilitaron el paso a lo otro. La idea del pensador coreano es estimulante y cargada de propuesta. El eros, con esa esencia que lleva de componente lúdico, oxigena la capacidad de ejercitar un pensamiento sin límites. Donde no debe caber su uso para ejercer totalitarismo alguno ni hacia los demás ni sobre uno mismo. Tal vez no se puede pensar con acierto sin considerar a los otros. Sin nuestra recíproca aproximación. Sorprendente lo que se lee en la entrevista en Babelia a este filósofo.