19.7.14

Robert Desnos, poeta del amor y de la resistencia




















Congoja de leer por la noche a Robert Desnos. ¿Quién recuerda al poeta hiriente y herido? ¿Cuántos lo conocen en nuestro país? Y sin embargo qué necesidad seguimos teniendo de leer versos tan contundentes como este: "Amo el amor, su ternura y su crueldad". ¿Amar sin precio? ¿Amar sin expectativas? ¿Amar para sobrevivir? ¿Amar con todas sus consecuencias, incluidas las del desamor? ¿Amar malgré lui? "Piensa, se lo ordeno a tu fantasma familiar, que fui el único que te amó más y que es una pena que no lo hayas sabido", canta melancólicamente en su bello poema A la misteriosa. Desnos tiene dos hermosas obras cual epopeyas sobre el amor: A la misteriosa y Las tinieblas, en cierto modo complementarias. Pero ¿qué no fue complementario en su amorosa creación literaria? Acaso su extensa e intensa expresión poética fue lo menos frustrado. Él, el poeta del amor inalcanzado, el suplicante de la mujer que nunca llegó a responder a sus requerimientos, el resistente político sacrificial, el surrealista que rasgó la moda surrealista, el hombre que arriesgó hasta el fin sus convicciones para acabar pereciendo por mano nazi en Terezin con solo cuarenta y cinco años. Tal vez su vida fuera en gran medida lo que expresa en el primer verso del poema que viene a continuación, He soñado tanto contigo. Vivir la vida con un sentido onírico suficientemente lúcido para que tenga sentido por sí mismo vivir. O siquiera para resistir al empuje de la propia existencia. 


   "He soñado tanto contigo que pierdes tu realidad.
   ¿Aún es tiempo de alcanzar ese cuerpo vivo y de besar en esa boca el nacimiento de la voz amada?
   He soñado tanto contigo que mis brazos acostumbrados, de tanto estrechar tu sombra, a cruzarse sobre mi pecho, no se adaptarían al contorno de tu cuerpo, quizás.
   Y ante la apariencia real de lo que me obsesiona y me gobierna desde hace días y años, me convertiría sin duda en una sombra.
   Oh balanzas sentimentales.
   He soñado tanto contigo que ya no es tiempo sin duda de despertar. Duermo de pie, el cuerpo expuesto a todas las apariencias de la vida y del amor y tú, la única que hoy cuenta para mí, has de saber que me sería más difícil tocar tu frente y tus labios que los primeros labios y la primera frente que llegaran.
   He soñado tanto contigo, caminado tanto, hablado tanto, me he acostado tantas veces con tu fantasma que ya no me queda más quizá, y sin embargo, que ser fantasma entre los fantasmas, y cien veces más sombra que la sombra que se pasea y se paseará alegremente por el reloj de sol de tu vida."


(Versión de Ada Salas y Juan Abeleira de la edición en Poesía Hiperión)