José Luis Gómez en su particular Informe para la Academia*: "El teatro es un juego, uno de los grandes juegos que ha inventado el ser humano en su búsqueda de la supervivencia y la salud común: un formidable juego simbólico, especular, que devuelve o suscita en el espectador imágenes de la vida, de sí mismo, de la sociedad; imágenes del defecto y del exceso, del pasado y del presente." Antigua arte, tradicional desahogo, eficaz purificación. El individuo no es ya el mismo tras implicarse en una representación. Atrapado por las palabras, las entonaciones, los movimientos, los artificios y los silencios, el público hace suyo el argumento, porque es su argumento. Nada de lo que se ha escrito para el teatro es ajeno a los hombres y a sus cuitas. Ante la obra, ante el juego, o mejor dicho, capturado por las redes del juego, el espectador suelta lastre de las angustias, miserias, carencias o de la hediondez de su vida cotidiana. Gómez ratifica: "¿Quién es el autor de las palabras que están en el aire y que se quedan en el cuerpo para constituirse con ellas? La esencia del actor se constituye en esta paradoja y este la asume dentro de su cuerpo para constituir la verdad espiritual de su mundo. El actor sabe que las palabras que utiliza no son suyas, pero en momentos de gracia lo olvida y cree profundamente que lo son." El actor, ¿un medium, un intermediario entre la ignorancia de lo que la gente no reconoce y la verdad de lo vivido?
* Fue Informe y fue Academia. El primero llamado oficialmente Discurso de recepción pública llevaba por título Breviario de teatro para espectadores activos. La segunda se trata de la RAE, de la que entró a formar parte el domingo pasado el actor.