Chantal Maillard: "Los libros no hieren, lo que hiere es la existencia". Difícil no estar de acuerdo con la poeta. Pero los libros son transmisión de las experiencias de unos hombres a otros, y entre ellas también abunda el dolor. Para Maillard "...hay cosas que han de ser experimentadas. Lo que la escritura pretende no es herir, sino comunicar. Reconocer a la propia herida en palabras de otro es un bálsamo". Alivio y también catarsis. No todo se goza o se sufre en las propias carnes, pero lo que otros nos transmiten nos pone en la pista. Incluso nos alienta o nos prepara para los momentos en que nos toque. La lectura de buena literatura recompone lo que la vida misma puede estar quebrando, ahuyenta fantasmas y pone coto a las obsesiones, estimula y relativiza tanto lo que nos parece excelso como lo que percibimos deprimente. Aplicable al ejercicio de escribir, no sé si más íntimo que la lectura o simplemente más complicado y dificultoso. Obviamente no debe ser solo el dolor el objeto de las pesquisas de cualquier lector interesado o de cualquier escribiente que trata de desarrollar sus propios juegos de palabras. Todo lo relacionado con la naturaleza humana y con las manifestaciones del ser consigo mismo o con otros individuos es la materia prima para prospectar. ¿Para hallar la verdad? Algunos pensamos como Chantal Maillard: "La palabra 'verdad' ya no está en mis diccionarios". Lo denominado equívocamente verdad: esa valla que se nos vende históricamente como meta, y que tantas veces resulta un foso donde sepultarnos.
NB. Recientemente ha aparecido el último libro de Chantal Maillard, titulado La mujer de pie. Tal vez las declaraciones citadas tengan que ver con el contenido del libro. Habrá que ver.