28.4.14

Onfray, Epicuro y nosotros











Michel Onfray, filósofo francés de nuestros días en El País: "Para los epicúreos cuanto menos se tiene, más se es." Oportuno este recordatorio para la época en que vivimos donde domina la apariencia burda de cuanto más tienes más eres. Aunque este tener sea atosigador, hipotecario, frustrante y a cierto plazo catastrófico. Continua Onfray: "En la mayoría de estos sabios maestros de la antigüedad encontramos la invitación a desconfiar de los falsos valores y a prescindir de todo, a ser ascetas, a practicar la austeridad, a no tener, para concentrar todas las fuerzas personales en el ser, que requiere despojarse de todo lo que lastra el alma material." Propuesta de difícil aceptación para nosotros, emborronados en un pseudohedonismo cosificador o alienante, que dirían otros. Y que parece que dispusiéramos de un uso menguante de juicio, alejado de los márgenes de libertad y de espacio interior. ¿No nos habremos quedado sino en objetos de valor y uso mercantiles? ¿No habremos sacrificado nuestra primogenitura de sujetos? Ya, suena demasiado raro lo que dice el filósofo francés, o acaso nos produce miedo porque nos cuestiona: "El filósofo, que es un enamorado de la sabiduría, no quiere quedarse ahí, sino llegar a ser sabio él también, y la sabiduría se ve, por encima de todo, en la calidad de la vida que practica. Desde la más remota antigüedad hasta el triunfo oficial del cristianismo, a principios del siglo IV, un filósofo no era alguien que habla y hace malabarismos con el lenguaje, encadenando frases sin contenido pero llenas de palabras complicadas, sino un hombre o una mujer que vivía feliz en la sobriedad." Si fue así, uno se estremece porque la luz descubre y alimenta. Pero ¿no sería el pensamiento epicúreo, de extenderse ahora mismo, algo perseguido como terrorismo de las costumbres? Atentaría contra las leyes del mercado, que es considerado un delito superior a ir contra el fraude de Dios.

(Invitación:  desalojar la casa de objetos inútiles, liberarse de compromisos que no aportan, mirar el paisaje sin la inmediatez de la cosa, soltar lastre de las bagatelas de las conciencias, orientarse por un pensamiento no sofista, descosificar y reformular los conceptos y depurar continuamente los residuos nocivos de las tiranías ideológicas que encubren. No sé si seremos más sabios, pero acaso sí más tranquilos)




Fotografía de La Règle du Jeu