"Para mantenerse sano, esta regla es sabia: coma solamente cuando quiera y saboree la comida". Aforismo del hombre renacentista por excelencia. Ese zurdo genial y sabelotodo que escribía de derecha a izquierda y al revés, para no manchar sus escritos, y cuyos textos solo se pueden leer confrontándolos con un espejo. Algunos dirán: pero eso que aconseja ya se sabe. Y otros: pero hay que reglamentar y ordenar los ciclos diarios de comida. Y otros más: pues mira, cuanto más me entre al buche, mejor. Continua Leonardo Da Vinci: "Mastique mucho para que le siente bien. Los alimentos deben estar bien cocinados, sin condimentar y sin disfrazar. El que toma medicinas está mal aconsejado".
¿Cómo se perciben hoy día sus recomendaciones? ¿Son sabias o van contra los vicios y excesos de nuestras actuales costumbres? ¿Ayudan a la salud del individuo o boicotean la desmesurada producción de alimentos y sucedáneos que proporcionan tanto negocio a fabricantes y cadenas de distribución comercial? Juan de Mairena, de estar aquí, diría sin duda algo así: "Pero Leonardo siempre fue un sabio; igual que diseñó para la física y la técnica de las sociedades sabe lo que dice para equilibrar la química de los cuerpos". Por cierto, ¿estarán de acuerdo las industrias farmacéuticas con las opiniones del sabio? ¿O de volver a nacer Leonardo y en nuestro tiempo borraría alguna parte de sus aseveraciones?