2.8.13

Llegar a Nusch desde Rojas














"Tanto como cuesta desnacer. Un hombre
tiene un pie y lo pierde. Lo veloz
es cuanto anduvo
airoso por ahí pisando arrogancia,
rey y más rey. Un hombre
tiene un pie y lo pierde."


Con estos versos  -titulados "Nusch pensando en Eluard en el 52"-  fue el poeta chileno Gonzalo Rojas quien me hizo pensar en Nusch Eluard. Y también desear la mujer de mi prójimo, con mucho océano temporal de por medio. Versos que se dejan llevar por el surrealismo de Nusch, de Eluard, del resto de la corte y cohorte cuyo eco aún nos llega. Conocí una tarde de primavera avanzada a Rojas, una tarde de la que tengo dos recuerdos imborrables: la lectura, y comentario previo (o posterior, según le diera) de algunos de sus poemas y la firma de libros. De la lectura, aún me viene su cadencia y ritmo pausados de voz, y su dulce pero ya quebrado y lento tono que, no obstante, embriagaba. Ochenta y ocho años no le estaban pasando en balde. De la firma de libros, la lentitud atenta, carente de presura y ajena a la cola que se había formado, y también aquella caligrafía entera, de trazo suave y finamente perfilado, que solo los viejos herederos de la cultura antigua poseen.

Nusch, la musa de las musas, "una diosa de la hermosura" que la denomina Rojas, tan amada, tan deseada, tan mostrada. ¿Enloquecida por aquel vínculo posesivo y dominante del juego ordenado por Paul Eluard? Aun sabiendo de su existencia  -siempre en función de los artistas y cortejadores de turno-  no me había parado a pensar en ella. Esos mundos me pillan grandes, no por su ámbito o por su temporalidad vertiginosa, sino por la personalidad de la mujer. ¿Hay alguna diosa o virgen de las mitologías que tenga la actualidad que nos ofrece a través de sus poses? Sí, Nusch Eluard también pertenece a un mundo de mitos. Rojas me lo dio a entender.