26.6.13

Traducción, prostitución...














Miguel Sáenz, traductor, en su discurso de ingreso en la RAE el pasado día 23: "...Es difícil decir nada nuevo sobre la traducción. Se ha dicho de ella (sin distinguirla de la interpretación de lenguas) que es, con la prostitución, la profesión más antigua del mundo, aunque está peor pagada. E incluso ha habido quien ha afirmado que traducción y prostitución son una misma cosa, porque consisten en definitiva en hacer por dinero lo que se debiera hacer por amor". Chusco. Al menos no se escucha el tan manido traductor / traidor y en su erudito discurso Sáenz habla de más cosas. 

Si se considera que cualquier trabajo es una forma de prostitución -puedo parecer maximalista, pero ahí están los hechos- puesto que se vende la fuerza de trabajo, la capacidad intelectual y física y el tiempo personal a cambio de un salario -¿no es todo eso el cuerpo de uno mismo?- y dando por hecho que el tópico del amor al trabajo suele quedarnos lejos a todos antes o después, no resulta descabellado lo que trae a colación Miguel Sáenz. El traductor que tanto ha leído, traducido y reescrito recaba con gracejo y como si no fuera de su cosecha lo que muchos piensan pero nadie se atreve a decir. Este tipo de opiniones se exponen siempre en un lenguaje de supuestos, en un contexto de ironías. Las metáforas son hermosas mientras son metáforas. Traerlas más acá no gusta a nadie. Decididamente, soy un maximalista, incluso tras cuarenta años de vida laboral en que he visto a gente vender su primogenitura por el plato de lentejas. Otra imagen metafórica. ¿Menos real?