Jean-Claude Carrière es más citado por haber sido el guionista de Luis Buñuel. Pero lo es de más cineastas, e incluso actuó en filmes. Desapareció a primeros de febrero con noventa años. Ello me dio pie a recuperar la lectura de un erudito y sibarita libro de cuentos -sí, erudito y sibarita, por su lujo de cuentos en la mejor tradición de Las mil y una noches- que publicó hace dos décadas. Se titula El círculo de los mentirosos. Al encontrar en la red esta fotografía con varios monstruos cinematográficos he pensado en lo extraordinarios que eran todos. ¿Extraordinarios o normales?
En la introducción de Carrière al citado libro leo: "Un día pregunté al neurólogo Oliver Sacks lo que él consideraba un hombre normal. Cuestión que parecía irrelevante. Pero, en su calidad de neurólogo, Oliver Sacks tenía un punto de vista. Dudó un momento y luego me contestó que un hombre normal quizás era aquel capaz de contar su propia historia. Sabe de dónde procede (tiene un origen, un pasado, una memoria ordenada), sabe dónde está (su identidad), y cree saber a dónde va (tiene proyectos, y la muerte al final) Está situado, por lo tanto, en el curso de un relato, es en sí mismo una historia, y puede contarse".
Ahí es nada. Contar la propia historia. ¿Pero no lo hemos visto en muchos individuos? Tal vez algunos se han reservado su propia experiencia de vida, pero quien más o quien menos, ¿no tiende a trasladarla y elabora instintivamente una especie de narración de ella? Aún añade Carrière algo más: "Si esta relación individuo-historia se rompe por alguna razón psicológica o mental, el relato se quiebra, la historia se extravía, la persona se ve proyectada más allá del devenir del tiempo. Ya no sabe nada, ni quién es ni lo que tiene que hacer. Se aferra a sucedáneos de existencia, a apariencias de existencia. El individuo se muestra, a los ojos del médico, a la deriva. Aunque sus mecanismos corporales funcionen, ha extraviado la ruta, ha dejado de existir".
Conocemos también estos casos y yo diría que todos hemos pasado alguna vez a lo largo del tiempo por montañas, valles y quebradas donde nos hemos sentido perdidos. ¿Es el relato de nuestro propio acontecer lo que nos mantiene a salvo? No hago más que preguntármelo desde que he leído a Jean-Claude Carrière, a quien recuerdo aquí con agradecimiento.
Fotografía tomada de El País: Comida en honor a Buñuel en Los Ángeles, en noviembre de 1972. De pie, Robert Mulligan, William Wyler, George Cukor, Robert Wise, Jean-Claude Carrière (con barba) y Serge Silverman. Delante, Billy Wilder, George Stevens, Luis Buñuel, Alfred Hitchcock y Rouben Mamoulian.