Rafael Chirbes, uno de los grandes de la narrativa española actual, caído el sábado: "A la pregunta de para qué escribir el novelista sólo puede responder escribiendo." Lo dice en El novelista perplejo, libro de conferencias y cursos varios. Pura dinámica la que establece Chirbes como axioma. No es cosa de mera filosofía o psicología de segunda fila. La respuesta está en el ejercicio constante, la práctica, de la que se desprenderán las claves de la narrativa misma. Matiza: "A la pregunta de qué es la novela hoy, la única respuesta del novelista se encuentra entre las cuartillas de la que está escribiendo, porque ese texto en marcha es su forma de renovar su pacto de la narrativa con su medio. Cada novela debe construir su lenguaje, su sintaxis, y por tanto, su función: poner en pie el género, restableciendo el pacto." ¿Es por lo tanto escribir una exploración? Probablemente y de ahí uno deduce que hay tantas exploraciones como obras de un autor o como autores que escriban desde su sinceridad y riesgo. Wallace Stevens decía en un aforismo que sólo se escribe para uno mismo. Creo que en cierto modo únicamente, como aprendiz continuo, como buscador infatigable. Si no se escribiera como parte de otros hombres y de un tiempo histórico, para hacer partícipe a otros hombres de esa escritura que se construye e interpreta, la soledad del escritor sería baldía e insatisfecha. Abundando en el tema pienso en la importancia que reviste la memoria para el que escribe. "En la memoria se engendran las palabras/ y en ella nacen/ se engendran las cosas y en ella nacen/ sin conocer límite/ entre el ayer y el hoy", cantaba Adonis en su obra monumental El libro. Mi memoria agradecida ahora para Rafael Chirbes, narrador de nuestro tiempo.