"Yo no he sido madre porque no me ha dado la gana". Escritora Marta Sanz. Más claro, agua. El mundo, parafraseando el himno, ha cambiado de base. Esa es una de las revoluciones más importantes de nuestro tiempo. De todos los tiempos, civilizaciones y culturas. La mujer que quiere ser mujer, no ama de casa obligada, ni esposa obligadamente amante y fiel, ni mera mamá solícita, muchas veces también obligada, ni empleada de segunda, ni...¿Que Marta Sanz es una privilegiada porque lo tiene claro? Bendito privilegio el de quien se sostiene de su esfuerzo, de sus personales objetivos y de la elección más libre posible de su forma de vivir.
Dice más la escritora: "Hasta no hace mucho, maternidad y cuidados eran temas de revistas que te enseñaban a hacer un punto del derecho y otro del revés. Ser una madre formaba parte de esa generosidad doméstica que nunca se remuneró porque se vinculaba con la naturaleza y los deseos femeninos: la pulsión biológica perpetúa la especie y, en ese afán, convierte la cueva en un lugar confortable. La invención de arado motivó que los trabajos se redistribuyeran, ya que las recolectoras no disponían de fuerza suficiente para su manejo. Las mujeres colonizan la intimidad. En ese contexto, la maternidad es objeto de estudios antropológicos, económicos y culturales: el ecofeminismo cuestiona la avalancha de madres que hacen de la experiencia materna el centro de su vida, mientras que divulgadores reaccionarios hablan de mujeres frustradas por haber perdido su oportunidad biológica". Claro que ¿a todas las mujeres les puede dar la gana como a ella, no solo de no asumir la maternidad sino de vivir fuera de las sujeciones? "La libertad de las opciones libres según se mire y para quién", apuntilla.
Fotografía de Ricardo Fernández Otazo