"Tú, tiempo devorador de las cosas, y
tú, envidiosa vejez, todo lo destruis."
Reproche de Ovidio en el libro XV de su Metamorfosis, y si bien se refiere a los cuerpos y en general a la vida de los hombres se podría extrapolar a las obras de estos. Un pintor holandés del siglo XVI poco conocido, llamado Hermannus Postuhumus y que, como tantos otros del Norte, se sintió atraído y atrapado por la grandiosidad de los restos romanos, lo interpretó en uno de sus cuadros. Un paisaje que él reinventa en base a una acumulación atosigadora de ruinas de edificios, de esculturas y de inscripciones que se hallarían desperdigadas por Roma. Tal vez Ovidio fijaba con su Tempus edax el ineludible destino que marca las culturas y las vidas que se han sucedido. ¿Sería su manera de desahogarse, echando en cara al transcurso y la accidentalidad -no otra cosa es el tiempo- los límites a los que nos condena? El tiempo: ese perturbador elemento, entre abstracción y sentencia. Al lema de Ovidio solo se me ocurre replicar con otro clásico: Carpe diem.