"Que el mundo fue y será una porquería ya lo sé...
(en el quinientos seis y en el dos mil también)"
Profético Enrique S. Discépolo en su Cambalache. Y nada parece haber variado. Manuel Vázquez Montalbán, en esa joya de recopilación titulada Cancionero general del franquismo, la incluía entre la canción testimonial. El siglo XX se le quedó pequeño al tanguista y la divertida -y carcajeante- denuncia se proyecta hasta el presente. ¿Un compendio de valoración sobre las conductas humanas, en especial de aquellas más desaprensivas? Väzquez Montalbán decía de la canción testimonial que "las huellas de los ángeles y de los criminales suelen ser sigilosas y solo la arcilla blanda las denuncia. La arcilla blanda de la sentimentalidad popular es un desván precioso donde quedaron grabados los zarpazos y los besos, las buenas y las malas intenciones." Cambalache no está compuesta para deprimirse, tampoco para sustituir un análisis de etología humana, pero como terapia no tiene precio.