28.12.16

El saber como alimento, versión del filósofo Ramón Andrés














Sabio Ramón Andrés, entrevistado en El País: "El saber, la búsqueda del conocimiento, por qué no concebirla como una forma de alimento, como una necesidad orgánica..." Reivindicación para una gran aportación íntima del ser humano. Indagar y descubrir para el propio placer, para percibirlo como nutriente de un ser. No solo se trata de saber más para transformar la materia. Incluso yo diría que si no se interpreta dentro de uno mismo lo que se investiga tampoco se goza. Y aunque muchos no lo perciban así, nos hacemos biológicamente tanto con el alimento intelectual, emocional y afectivo como con los alimentos de comer. Continúa el filósofo: "Por qué no masticar buena poesía, por qué no beber de la mejor música. En las buenas páginas hay auténticos graneros, cosechas que, bien cocinadas, salvan a la especie". Sólo un matiz: la salvación de la que habla Andrés es dinámica y en continuo cambio a su vez. Disfrutar de las diferentes expresiones del lenguaje  -artes plásticas, literatura, poesía, música, teatro, fotografía...-  son esa salvación alternativa que hay que alimentar constantemente. Alternativa al rodillo de una sociedad dirigida, empecinada en mantener subvalores, que ha sublimado el mercado hasta lo inconcebible, que no aporta por sí misma capacidad para encontrar significados y sentidos profundos dentro de uno mismo...si no hacemos el esfuerzo personal por aprovecharnos de las aportaciones materiales que diariamente se generan. "Estudiamos muchas lenguas pero olvidamos lenguajes", dice este nietscheano con causa que sabe que un conocimiento lleva a otro. Yo diría que en dos direcciones, en afirmar un hallazgo objetivamente nuevo y en la sensación íntima de goce que embarga al hombre limitado.

  

21.12.16

El dedo hacia el cielo, preguntas de Miguel Sánchez-Ostiz















Escritor Miguel Sánchez-Ostiz en su blog vivirdebuenagana, a propósito del atentado contra el embajador ruso en Ankara: "El victimario ha apelado a que se recuerde lo sucedido en Alepo y señala con su dedo al cielo, y el dedo es objeto de interpretación: un solo Dios, Alá, yihadista… ¿Justiciero? No, terrorista.Los cauces para hacerse oír o conseguir justicia son otros, como todos sabemos". Obvio. Cuando uno ve las imágenes del ejecutor señalando el cielo con su índice hasta parece una imagen familiar. ¿Cuántas veces no hemos visto el dedo anunciador de otra vida, de un paraíso, de una moral? En las religiones del Libro, estén o no de acuerdo con la reproducción de imágenes plásticas, el índice indica aparentemente el cielo, pero en realidad es lo Superior. No tanto lo Superior extra terrestre como el Superior de la jerarquía de las confesiones, de los poderes macroeconómicos, de los Estados hegemónicos. De ese reducido sector social que tiene todo el poder para aliarse entre sí a costa y en contra de los paganos de cada país. ¿Qué es lo que está sucediendo de verdad tras los conflictos de Siria,de Irak, de Yemen o los atentados en Turquía y en países europeos? ¿Que conoce el pueblo llano de todo eso? Se lo pregunta el escritor navarro: "¿Qué sabemos de lo que ocurre allá lejos? Nada o poca cosa, casi mejor sería preguntarse en qué creemos y a quién creemos, porque ya no se trata de informarse para formar la propia opinión, sino de creer en algo que ofrezca seguridad y sobre todo en reclamarla por mucho que el precio que haya que pagar sea alto". Hablando de dedos índices. Malo el que señala el cielo obligándote a que te olvides de ti mismo, pero ¿qué decir de aquel otro que desde su vestimenta de barras y estrellas, barbas y chistera dispara su índice con un I want you for...? No, no me olvido del juego ¿enemigo o cómplice? del judoka del Kremlin. 


9.12.16

Michael Ignatieff habla con Julián Casanova sobre la democracia














"Tenemos que ser críticos con los políticos", dice en Babelia el historiador canadiense Michael Ignatieff a Julián Casanova, historiador español de los que merece crédito y, sobre todo, atención. Y añade: "...pero no proyectar la duda sobre la democracia representativa". Interesante matiz del historiador liberal que, no obstante, podría rebatirse. Algo así como: ¿es que no se ha ganado a pulso el descrédito la misma democracia representativa? Depende de cómo se mire. Quien nunca ha amado, menos deseado y nada respetado la democracia -empezando por las ideologías oscuras y siguiendo por los mismos corruptos que han medrado en su actividad representativa o partidista- siempre ha deseado vincular la mala gestión con la fórmula representativa más aceptada hasta la fecha en la historia. Se frotará las manos. Quien haya luchado por la democracia y piense que debe avanzar y perfeccionarse no irá descaminado. Sufrirá su sensibilidad. Ignatieff: "Existe una clara polarización en la política, en polos, izquierda y derecha, que parecen irreconciliables, pero esa polarización es parlamentaria, democrática, no se manifiesta en una violencia armada, paramilitar, fuera del Parlamento, como en los años veinte y treinta del siglo pasado". Verdad a medias. La polarización es también social, de creencias, de estatus y posición de clases, de división incluso en el interior de las propias clases. Que la sangre no llegue al río puede que dependa de que la situación socioeconómica en Occidente ha creado reglas de juego que la mayoría comparte y, sobre todo, acceso, siempre relativo, y en mayor o menor o ínfima medida, a los bienes de la sociedad de consumo. Y entonces uno se pregunta, ¿cuenta algo el Estado en esta crisis de la institución democrática? Para el canadiense "la gente volvería a confiar si el Estado cuidara de ellos y no fuera el patrimonio de las élites". Acabemos. El padre ha sido mal padre, privilegiando a unos pocos frente a la gran parte social. En esta tesitura ¿quién tiene una responsabilidad supina en que la democracia pierda gas? No obstante, Ignatieff avisa: "No hay solución fuera de ese marco legal democrático, y los populismos, de derecha o de izquierda, no lo son". El debate va a estar ahí durante algún tiempo. Hasta que se corrija y se enderece el significado democrático o hasta que salte por los aires. Y, después, vaya usted a saber.


















6.12.16

El poder de la admiración. Michel Tournier















"No hay nada como la admiración", Michel Tournier en su libro Celebraciones. ¿Una capacidad emocional como sentido de la existencia? "Exultar porque te sientes abrumado por la gracia de un músico, la elegancia de un animal, la grandeza de un paisaje, incluso el horror grandioso de un infierno, son cosas que dan sentido a la vida". Yo añadiría que incluso las palabras mismas, como éstas de Tournier, que casi siempre se nos antojan mágicas, aunque luego esté en cada uno de nosotros proceder a catalizarlas y ver si las asimilamos y las hacemos nuestras o las desechamos. La admiración, esa hermana mayor de la sorpresa y del asombro, ¿cuántas veces ha marcado nuestros días y nuestros quehaceres? Matiza el escritor: "Nuestros límites, nuestras insuficiencias, nuestras pequeñeces tienen su cura en la irrupción de lo sublime ante nuestros ojos". Vuelvo atrás y mis pasos se salvan por las infinitas circunstancias que me han causado admiración y hacia las que me he sentido poderosamente atraído. Esto ¿me convierte en mejor persona? No lo sé, ni pretendo resolver una pregunta seguramente capciosa. Al menos equilibra mi cella de sentimientos, emociones e ideas en un parlamento interior que desearía armónico. Y ahora recurro a lo que Michel Tournier sentencia: "Quien no es capaz de admiración es un miserable". Ya digo, sentencia. Eso sí, como toda sentencia humana que se precie debe estar siempre abierta y ser incluso revisable.