"Tenemos que ser críticos con los políticos", dice en Babelia el historiador canadiense Michael Ignatieff a Julián Casanova, historiador español de los que merece crédito y, sobre todo, atención. Y añade: "...pero no proyectar la duda sobre la democracia representativa". Interesante matiz del historiador liberal que, no obstante, podría rebatirse. Algo así como: ¿es que no se ha ganado a pulso el descrédito la misma democracia representativa? Depende de cómo se mire. Quien nunca ha amado, menos deseado y nada respetado la democracia -empezando por las ideologías oscuras y siguiendo por los mismos corruptos que han medrado en su actividad representativa o partidista- siempre ha deseado vincular la mala gestión con la fórmula representativa más aceptada hasta la fecha en la historia. Se frotará las manos. Quien haya luchado por la democracia y piense que debe avanzar y perfeccionarse no irá descaminado. Sufrirá su sensibilidad. Ignatieff: "Existe una clara polarización en la política, en polos, izquierda y derecha, que parecen irreconciliables, pero esa polarización es parlamentaria, democrática, no se manifiesta en una violencia armada, paramilitar, fuera del Parlamento, como en los años veinte y treinta del siglo pasado". Verdad a medias. La polarización es también social, de creencias, de estatus y posición de clases, de división incluso en el interior de las propias clases. Que la sangre no llegue al río puede que dependa de que la situación socioeconómica en Occidente ha creado reglas de juego que la mayoría comparte y, sobre todo, acceso, siempre relativo, y en mayor o menor o ínfima medida, a los bienes de la sociedad de consumo. Y entonces uno se pregunta, ¿cuenta algo el Estado en esta crisis de la institución democrática? Para el canadiense "la gente volvería a confiar si el Estado cuidara de ellos y no fuera el patrimonio de las élites". Acabemos. El padre ha sido mal padre, privilegiando a unos pocos frente a la gran parte social. En esta tesitura ¿quién tiene una responsabilidad supina en que la democracia pierda gas? No obstante, Ignatieff avisa: "No hay solución fuera de ese marco legal democrático, y los populismos, de derecha o de izquierda, no lo son". El debate va a estar ahí durante algún tiempo. Hasta que se corrija y se enderece el significado democrático o hasta que salte por los aires. Y, después, vaya usted a saber.
Hoy no hay diferencia entre una democracia y una dictadura, en la primera vamos a votar y luego ellos pactan y gobierna el que ellos eligen y nosotros acatamos y obedecemos; en una dictadura no nos dan la tabarra par que vayamos a votar, lo demás es todo igual. Y si no me lo tomo con humor me irrito y a estas horas no me apetece. Abrazos
ResponderEliminarA Ester. ¿Crees de verdad que el tema es tan simple y reduccionista como dices? Ay, y esa visión irreal sobre la dictadura...Pero ¿por qué no queremos ver?
ResponderEliminarSaludos, con todos mis respetos.
Fermín MUrillo González
Gran artículo...
ResponderEliminarSaludos
¡ Feliz Navidad !