Filósofo Emilio Lledó al recibir el premio de Comunicación y Humanidades: "El cielo de las humanidades está en realidad llenó de nubarrones violentos". Nubarrones tras los que se agazapan las precipitaciones del atraso cultural. Uno no sabe para qué sirve tal premio cuando el mérito es del hombre que lo recibe en este caso, y no del Estado que gusta de tapar sus vergüenzas con las concesiones anuales de una Fundación. Insiste Lledó: "Las humanidades se aprenden, se comunican. Las necesitamos para hacernos quienes somos, para saber qué somos y, sobre todo, para no cegarnos en lo que queremos, en lo que debemos ser". Si el filósofo hace nombre a su condición, es decir, comunica sabiduría, ¿por qué los que otorgan el premio no tiran de las orejas a los gestores de un gobierno que se afianza cada vez más como de torpes? Tal vez la respuesta la da hoy en Babelia Antonio Muñoz Molina: "El analfabetismo unánime sigue siendo la gran ambición de la clase dirigente y de la clase política en España". Si el analfabetismo quedara en el seno de esos clanes, pues allá ellos con sus miserias intelectuales. Pero esos clanes -eterna alianza de intereses económicos y confesionales- deciden sobre el presente y el futuro de la enseñanza en todos sus planos. Por lo tanto sobre los individuos y sus posibilidades. Continua Muñoz Molina: "En cualquier capital extranjera donde he estado en el último año me encuentro con los mejores entre los que sí han aprendido: descubren la sorpresa de trabajar en atmósferas favorables a la investigación y al estudio, sin el castigo agotador de ir contracorriente; en la mayor parte de los casos aceptan con melancolía la evidencia de que si quieren progresar en lo que hacen, el precio será no poder regresar. Grave es que los nativos tengan vedado el regreso, pero igual de grave es que no haya posibilidad de atraer al talento forastero". Política gubernamental: ni comer las berzas ni dejarlas comer. ¿Qué clase de progreso le espera a este país si no se prepara integralmente a los alumnos y si no se les proporciona marcos de investigación que además sean su modus vivendi? Parangonando cierta frase histórica, ¿también estudiar en España será llorar?