Demoledor el filósofo de los tiempos líquidos, que dice también en la entrevista citada: "...Vivimos en la cultura del consumismo, no es ya simplemente consumo, porque consumir es totalmente necesario. Consumismo significa que todo en nuestra vida se mide con esos estándares de consumo. En primer lugar el planeta, que es visto como un mero contenedor de potencial explotable. Pero también las relaciones humanas se viven desde el punto de vista de cliente y de objeto de consumo. Mantenemos a nuestro compañero o compañera a nuestro lado mientras nos produce satisfacción, igual que un modelo de teléfono. En una relación entre humanos aplicar este sistema causa muchísimo sufrimiento. Cambiar esta situación exigiría una verdadera revolución cultural. Es normal que queramos ser felices, pero hemos olvidado todas las formas de ser felices. Solo nos queda una, la felicidad de comprar. Cuando uno compra algo que desea se siente feliz, pero es un fenómeno temporal."
Demoledor Zygmunt Bauman para los que aún vayan por la vida de modo cándido. ¿Qué creímos que era la felicidad en los tiempos kleenex? ¿Y la conversación, y el amor, y la libertad, y la cooperación...? Tiempos también de alternativas. Medir o no nuestra identidad personal y colectiva por la ley del mercado. Dejarse llevar por la vorágine o detenerse, aunque sea al borde. Ser piezas de engranaje o paseantes de la vida posible. Ingerir las conductas de la vida como producto o disfrutarlas como decisión que tenga sentido. Hay elección.
Fotografía: Saul Leiter
La globalización significa que nadie puede escapar a ninguna parte.
ResponderEliminarZ Bauman.
Fundamentales esas dos palabras tuyas del final. Es lo único que importa. la clave de todo.
ResponderEliminarEs posible mantenerse al margen con dificultad pero posible.
ResponderEliminarClaro que hay elección, cuesta porque se trata de enfrentarse a un modo de vida que se ha incrustado en nuestro genes.
ResponderEliminarEl utilitarismo se ha convertido en la medida de todo, los actos individuales y colectivos interesan si se inscriben en la lógica de producir para consumir, y viceversa. Poder se puede, pero hay que ser muy valiente, autosuficente y algo más que acaba en ente.
En fin, a la vuelta de la esquina está la libertad personal, solo falta que queramos mirar más allá de los escaparates.
Ese es el gran problema...también las relaciones humanas se viven desde el punto de vista de cliente y de objeto de consumo !
ResponderEliminarSaludos
Mark de Zabaleta
El sistema es perverso, aquello que siempre habíamos denostado, el consumo, ahora resulta que sin él, todo se viene abajo, pero hay que seleccionar, ver más allá del escaparate, como dice Amaltea y tener una mentalidad crítica. Esto sólo se consigue con la educación, esta nos dará la independencia de criterio para enfrentarnos al utilitarismo. Creo que Bauman limita demasiado el concepto de falicidad al asegurar que sólo somos felices cuando compramos, yo creo que con toda seguridad podríamos afirmar que los valores culturales también producen felicidad: el goce estético, el amor filial y el placer de la comida sencilla, nada de esto está ligado al consumo ni al utilitarismo. Volvamos a los clásicos y con Horacio pensemos otra vez en el beatus ille.
ResponderEliminarSalud
No puede ser tan difícil salvarse... solo hay que ponerse a plantear el cómo.
ResponderEliminarAfortunadamente hay gente que no se compra.. ni que consume impunemente…donde más se nota este consumismo es en las relaciones personales, las personas son para otros objetos a consumir, productos instrumentalizados, excedentes ...
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