Aviso a los navegantes. César Rendueles en TintaLibre: "...En las filas de los ciberutópicos se respira un aire de superioridad moral. Están convencidos de que cabalgan a lomos del caballo ganador con sus blogs, foros y tuits. En realidad son ponis de feria desde los que miran por encima del hombro a las televisiones y a las radios, como si fueran dinosaurios a punto de desaparecer en un proceso de darwinismo tecnológico." Tal vez hay que oír estas verdades -sumamente críticas y por lo tanto amargas- para vivir con los pies en la tierra. Viene bien que los modestos usuarios bajemos nuestros humos. Más para todos aquellos que se creen que hay una alternativa y una alternancia de futuro en Internet respecto a los poderosos mass media. El pez grande está donde siempre ha estado. Deja que haya otra fauna menor para enriquecerse a su vez más y para fingir una libertad comunicativa que no es decisoria. El poder decide siempre los márgenes de la libertad. Me quedo con la conciencia clara de mis límites como navegante menor. Tal vez no cambiemos el mundo, pero busquemos ciertos placeres en opinar y escribir. Y no está mal hacer de moscas cojoneras, que también para los grandes saurios son digeribles. César Rendueles, un estudioso de la influencia de las nuevas tecnologías y de los comportamientos nuevos adjuntos que éstas traen. Pero además, realista, nada iluso. Volveré a traerlo aquí.
Lo que son los criterios y las opiniones... El señor Rendueles, que no dudo que será inteligente habla de aire de superioridad moral en los blog y a mí me da un ataque de risa, y les compara con los grandes medios de comunicación y me da otro ataque de risa. ¿Por qué qué es eso de la superioridad moral? ¿Decir lo que uno opina? ¿Debe haber tablillas estándar para no salirse de unos cánones de opinión aceptables, o tan sólo formular preguntas que son una fórmula de opinión discreta? Y digo yo ¿qué tendrá que ver la moralidad con dar la visión de lo que uno opina, o el tubérculo con las témporas del año? Y ¿por qué compararlo con los medios de comunicación grandes que de hecho están vendidos -hablando de moralidad-? Ya puestos, y pensando mucho , estas opiniones tienen un aire de complejo de pony, de que uno es comedido y le revuelven las personas que tienen criterio...
ResponderEliminarPero claro, cada uno que opine lo que buenamente quiera, que para eso estos espacios son personales, ¿o no?
Nená de la Torriente
No pretendo parecer una mosca cojonera en tu blog (que sí en el ciberespacio) pero es que estas “entradas” invitan a comentar. Desconozco el contexto en el que este señor emitió tales declaraciones amargas, como apuntas, y también despectivas. No obstante, sea el que sea, me cuestiono, con bondad, si no estará un poco confundido cuando habla de ese “aire de superioridad moral” de los ciberutópicos ya que tal vez esa superioridad moral, si es que la hay, no se deba precisamente a que los navegantes creamos estar cabalgando a lomos del caballo ganador sino a que, afortunadamente, no somos cortesanos del sultán…
ResponderEliminarAquí os dejo un cuento muy ilustrativo de Eduardo Galeano que viene a cuento…
Hace mil años, dijo el sultán de Persia:
-Qué rica.
Él nunca había probado la berenjena, y la estaba comiendo en rodajas aderezadas con jengibre y hierbas del Nilo.
Entonces el poeta de la corte exaltó a la berenjena, que da placer a la boca y en el lecho hace milagros, porque para las proezas del amor es más poderosa que el polvo de diente de tigre o el cuerno rallado de rinoceronte.
Un par de bocados después, el sultán dijo:
-Qué porquería.
Y entonces el poeta de la corte maldijo a la engañosa berenjena, que castiga la digestión, llena la cabeza de malos pensamientos y empuja a los hombres virtuosos al abismo del delirio y la locura.
-Recién llevaste a la berenjena al Paraíso, y ahora la estás echando al infierno –comentó un insidioso.
Y el poeta, que era un profeta de los medios masivos de comunicación, puso las cosas en su lugar:
-Yo soy cortesano del sultán. No soy cortesano de la berenjena.