29.8.20

El besar, un jugoso devaneo de Voltaire en su Diccionario Filosófico



 


No voy a comprometer a nadie su opinión sobre el beso -y el besar- en los tiempos de pandemia. Pero como todo el mundo tiene en mente el asunto o bien lo acomete, sabrá, pues, si con riesgo o sin él, sorteando el destino a pesar del impulso de la pasión, o fantaseando acerca de la memoria de los besos recibidos anteriormente al suceso que vivimos, he recurrido a un texto irónico, mordaz y borgiano (si no fuera porque el autor era muy anterior a Borges) de Voltaire sobre el Besar en su Diccionario Filosófico.

Pásenlo bien al leer, capten sus destellos luminosos y eruditos, participen de su sarcasmo y causticidad, y consuélense con que la larga trayectoria del beso, que en el texto no indaga sobre qué características tendría en las abundantes y frecuentes épocas de pestes del pasado, reduzca la ansiedad por su carencia o por el temor al virus a posteriori de la entrega amorosa.


"Besar

Pido perdón a los jóvenes de ambos sexos si no encuentran en este artículo lo que buscan, porque lo escribo para la gente seria y para los sabios, que son a los que puede interesar. 

Se abusaba de los besos en la época de Molière. En La madre coqueta de Quinaul, Champagne pide besos a Laura, y ella le contesta: «¿No estás satisfecho todavía? Pues yo ya tengo vergüenza, porque te he besado dos veces.» Champagne le replica: «¿Que tú cuentas cuando besas?» Los criados pedían besos a las modistillas, y unos y otros se besaban en el teatro. Esto era fastidioso e insoportable, sobre todo cuando los actores eran repugnantes o feos. El autor que busque besos, debe leer el Pastor fido; en esa obra hay un coro que no habla mas que de besar, y su argumento se funda en un beso que Mirtillo dio un día a la hermosa Amarilis, jugando a la gallina ciega. «Un bacio molto saporito», como dice el autor. 

También es bastante conocido el artículo sobre los besos, en el cual, Juan de La Casa, arzobispo de Benavente, dice que podemos besarnos desde la cabeza hasta los pies. Le dan lástima las narices largas, que difícilmente pueden acercarse unas a otras, y aconseja a las damas que tengan la nariz larga que escojan amantes chatos. 

Besarse era la manera de saludar más común en la antigüedad. Refiere Plutarco que los conjurados contra César, antes de matarle, le besaron el rostro, la mano y el pecho. Tácito refiere que cuando su suegro Agrícola regresó de Roma, Domiciano le recibió besándole con frialdad y luego le dejó confundido entre la multitud. El inferior que no conseguía saludar a su superior besándole, acercaba la boca a su propia mano y le enviaba un beso, y el superior lo devolvía del mismo modo cuando tenía gusto en ello. Empleaban ese mismo signo para adorar a los dioses. Job, en su Parábola (que es quizá el libro más antiguo que conocemos), dice que no adora al sol y a la luna como los demás árabes, porque no se lleva la mano a la boca cuando contempla a los astros que él no adora. De esta costumbre tan antigua sólo quedó en Occidente la fórmula pueril, que todavía se enseña a los niños en algunos pueblos, de besarse la mano derecha cuando se les regala algún dulce. 

Era un proceder horrible hacer traiciones besando, y este proceder hace inicuo el asesinato de César. No nos ocuparemos de los besos de Judas, porque ya se han convertido en proverbio. Joad, que era uno de los capitanes de David, odiaba a Amasa, que era otro de los capitanes, y le dijo: «Buenos días, hermano mío», y cogiendo con la mano la barba de Amasa para besarle, con la otra mano sacó la espada y le asesinó, traspasándole el pecho. No se encuentran más besos en los frecuentes asesinatos que cometieron los judíos, que los que Judit dio a Holofernes antes de cortarle la cabeza, cuando se quedó dormido en la cama. En el Otelo de Shakespeare, este moro negro da dos besos a su mujer antes de asesinarla. Este proceder, que parece horrible a las gentes sensibles, lo encuentran natural los partidarios de Shakespeare y conforme a las supersticiones de los negros. Al menos no besaron en la catedral de Milán, el día de San Esteban, cuando asesinaron allí a Juan Galeazzo Sforza, ni cuando asesinaron al almirante Coligny, al príncipe de Orange, al mariscal de Ancre, a los hermanos Wit y a otros. 

Consideraban los antiguos que había algo de simbólico y de sagrado en los besos, porque besaban las estatuas de los dioses y las barbas, cuando a los escultores se les ocurría ponérselas. En los misterios de Ceres, los iniciadores se besaban para demostrar su concordia. Los primitivos cristianos y cristianas se besaban en la boca en los ágapes, esto es, en las comidas que verificaban en las iglesias, porque la palabra ágape significaba «comida de amor». Se daban recíprocamente el beso santo, el beso fraternal, el beso de la paz. Esa costumbre duró más de cuatro siglos, pero por sus consecuencias tuvo que abolirse. Esos besos «fraternales» atrajeron mucho o tiempo sobre les cristianos, que aún eran poco conocidos, la nota de libertinos, con la que los calificaron los sacerdotes de Júpiter y las sacerdotisas de Vesta. Según vemos en Petronio y en otros autores profanos, los disolutos se llamaban hermano y hermana, y creyeron que entre los cristianos los mismos nombres significaban las mismas infamias, y contribuyeron ellos mismos, inocentemente, a difundir sus acusaciones en el Imperio romano. 

Existieron al principio diez y siete sociedades cristianas distintas, como existieron nueve entre los judíos, incluyendo en ellas las dos clases de samaritanos. Las sociedades que se jactaban de ser más ortodoxas acusaban a las otras de cometer las impurezas más inconcebibles. La palabra gnóstico, que al principio fue muy honrosa y significaba «sabio», «ilustrado». «puro», se convirtió en palabra despreciable e indigna. San Epifanio, que escribió en el siglo III, afirma que en los primitivos tiempos del cristianismo se hacían cosquillas los hombres y las mujeres; que luego se dieron besos muy impúdicos, juzgando del grado de fe que tenían los que los daban por la voluptuosidad de los besos; que el marido decía a la mujer, al presentarle un joven iniciado: «Celebra el ágape con mi hermano», y que ellos celebraban el ágape. 

No nos atrevemos a repetir en la casta lengua francesa lo que a lo anterior añade San Epifanio en griego  Únicamente diremos que ese santo se excedió al defender el cristianismo y que todos los herejes no son libertinos relajados. 

En la secta de los pietistas, tratando de imitar a los cristianos, se dan actualmente besos de paz cuando salen de sus reuniones y se dan el tratamiento de hermanos, según me confesó hace veinte años una pietista muy hermosa y muy sensible. Los pietistas conservan religiosamente la antigua costumbre de besarse en la boca. 

Éste era el modo de saludar a las damas en Francia, en Alemania, en Italia y en Inglaterra; los cardenales tenían derecho a besar a las reinas en la boca, hasta en España. Es singular que no gozaran de esa prerrogativa en Francia, donde las damas disfrutaron siempre de mayor libertad que en otros países. Pero cada nación tiene sus ceremonias, y no existe ningún uso general al que las circunstancias y el hábito no pongan excepción. Hubiera sido una falta de cortesía y hasta una afrenta que una dama honrada, al recibir la primera visita de un señor, no le besara en la boca, a pesar de sus bigotes. «Es una costumbre desagradable e injuriosa para las damas —dice Montaigne— tener que ofrecer sus labios al señor que lleve tres criados de séquito, por repugnante que sea.» Sin embargo, ésa es quizá la costumbre más antigua del mundo. 

Si era desagradable para una joven y hermosa boca pegarse por cortesía a otros labios secos y viejos, en cambio era peligroso que se juntaran dos bocas frescas y rojizas de veinte a veinticinco años, y este peligro obligó a abolir la ceremonia de besarse en los misterios y en los ágapes. Ese peligro obligó a los orientales a tener encerradas a sus mujeres para que sólo besaran a sus padres y a sus hermanos, costumbre que los árabes hacía ya mucho tiempo habían introducido en España. 

El peligro de besarse consiste en que hay un nervio del quinto par que va desde la boca al corazón, y desde allí más abajo, pues la Naturaleza todo lo dispuso con la más delicada industria. Las pequeñas glándulas de los labios, su tisú esponjoso, su piel fina, dan una sensación exquisita y voluptuosa, que tiene analogía con una parte más oculta y todavía más sensible. El pudor puede perderse en un prolongado beso que saboreen dos pietistas de diez y ocho años. 

Hay que observar que en la especie animal sólo se besan, las tórtolas y los palomos. De esto proviene la palabra latina columvatim, que en las lenguas modernas carece de equivalente. Como en el mundo se abusa de todo, también se abusó de los besos. El beso que la Naturaleza destinó para la boca se prostituyó con frecuencia, destinándolo a sitios que no se crearon para ese uso. Sabido es de lo que se acusó a los templarios. 

Honradamente no podemos seguir tratando de esta cuestión interesante, aunque Montaigne haya dicho: «Se debe hablar sin vergüenza de este asunto; no nos abstenemos de hablar en voz alta de matar, de herir y de hacer traición, y de esto apenas nos atrevemos a hablar entre dientes.»"


La tinaja de Diógenes: Voltaire



La fotografía de inicio es de Saul Leiter

5.8.20

Desmitificación del mundo animal por parte de Chantal Maillard




"No, el mundo animal no es el mundo de Disney, no es un amable paraíso de abejitas, mariposas y hocicos al viento". Lo reflexiona Chantal Maillard en su cautivador libro La compasión difícil. Uno lo sospechaba hace mucho, pero vivimos tiempos en que recibimos una información edulcorada, falseada y adaptada al business de las empresas que utilizan sin compasión alguna a las otras especies. Matiza a continuación con dureza Maillard: "Es la dentellada, la imperativa necesidad de matar para seguir vivo. El joven felino que pierde a su madre antes de haber llegado a la edad adulta y haber terminado su aprendizaje, sin saber cómo matar, perece de hambre o presa de otro depredador. No, la naturaleza no es bucólica. Es una maquinaria cruenta en la que todas las criaturas padecen. Hermosas criaturas, hermosos pumas de ojos tristes que nos contemplan desde la más absoluta inocencia. Y no sé, no puedo aliviar el daño".  

Hay cierta opinión generalizada de que la más cruel y despiadada de las especies es la humana, ignorando que todas se deben a una lucha por la vida. Subsistencia biológica. Huida del hambre. Enfrentamiento con quienes disputen recursos. Protección de territorios propios. ¿No somos partícipes todas las especies de análoga situación? Y sin embargo, nosotros los sapiens, dotados se supone de una evolución del conocimiento y la conciencia, que ha implicado una pérdida de la inocencia a su vez, no sabemos entender lo suficiente los otros mundos que cohabitan. Pero ¿sabemos siquiera comprender el nuestro? Deberíamos obligarnos a un cierto grado de comprensión del caos, un elemento de vida que no es solo anterior ni opuesto, sin que se asienta en nuestras comunidades y en nuestras individualidades.

De momento, nuestra especie no ha pasado de un mundo jurídico -y acaso ya es mucho- en que se regula, se negocia, se pacta, se carga de normativas y leyes para antes o después dejarlas viejas o incumplirlas. El mundo animal sigue latiendo en nuestros lares, y ay de quien lo olvide.







Dibujos de Inés González Soria.


30.7.20

Aviso de Paul Nizan desde su Aden Arabia





Leo a Paul Nizan en su libro Aden Arabia:

"A los que hacen descubrimientos, a esos de los que se dice al repasar la historia de su existencia que no habían nacido para nada, hay que encontrarlos entre los hombres prudentes, sedentarios, que saben permanecer despiertos pacientemente, que permanecen largo tiempo en algún sitio y cazan con precaución: el auténtico es el que persevera en su juego, y no el que vuelve una carta más tarde en un juego de azar en el cual todo puede ser ganado de repente. Si queréis vivir tendréis que recuperar la perseverancia. Queréis vivir y pasáis como pedazos de astros por vuestras noches. Necesitaréis estar atentos a vuestros días y a vuestras noches. Mientras dormís, todos los seres pueden morir. Mientras corréis, vosotros mismos podréis morir". 

Y, sin embargo, me digo, cuánto jugador que se presenta de improviso hay en nuestros días. ¿Cree que si gana una partida lo habrá ganado todo? ¿Piensa que por hacer ostentación de sus habilidades realmente sabe? Muchos viven hoy sus días con urgencia, como si fueran por ello a dominar una parte del mundo. No dejan huella, tras su paso no se ve la aportación. Apenas queda de ellos una estela de barullo y un halo publicitario que enseguida será engullido por otro recién llegado. Son tiempos de oportunistas, maestrillos recién salidos del cascarón, profetas en tránsito. Son efímeros, desaparecerán como todos, y nos preguntaremos si de su presencia habrá permanecido alguna clase de sedimentación entre nosotros. 


Imagen




La fotografía de la parte superior es de Tina Modotti

En la fotografía inferior, Paul Nizan. Tours, 1905-Dunkerke, 1940. 


9.7.20

Los males del emperador Carlos V



















De un informe secreto de la corte recibido por Felipe II sobre la extrema y precaria salud de su padre Carlos V en 1553:

"Segun la opinion de los medicos Su Magestad dize que tiene muy corta la vida, a causa de las grandes diversidades de enfermedades que le atormentan y afflizen, especialmente en el tiempo del ynvierno y cuando los frios son grandes. Y finge estar aliviado y mejor de su salud quando está mas falto della, por que la gota le m altrata y corre a menudo por todos los miembros y junturas y nervios de su cuerpo (...) y el catarro le molesta tanto que le llega a vezes a los postreros terminos, y quando lo tiene ny puede hablar, ni quando habla es oydo (...) y las emorroides se le hinchan y atormentan con tantos dolores que no se puede rodear syn gran sentimiento y lagrimas. Y estas cosas juntadas con las pasiones del espiritu que an sido muy  grandes y ordinarias le an mudado la condicion y buena gracia que solia tener, y la afabilidad, y se le a todo convertido  en tanto humor melanconico (sic) (...) . Y muchas vezes y ratos llorando tan de veras y con tanto derramamiento de lagrimas como sy fuera una criatura". (*)


Carlos V, a quien aún le quedaban cinco años de vida, ya se veía acuciado por los males del cuerpo además de por los múltiples males emanados de la política imperial y del difícil equilibrio entre potencias y territorios. Empezaba a dar vueltas  a su posibilidad de abdicar en su hijo Felipe. La vida azarosa le pasaba factura. Mantener salud corporal y salud de dominio parecían haber ido de la mano, pero a la larga se lo iban a cobrar ambas. No deja de ser interesante, y cruda, esta descripción de algún alto funcionario de la corte. Los poderosos también tienen sus mermas. El emperador empezaba a estar desnudo. 

El busto de un Carlos V juvenil, aquí adjunto, está en el Museo de Escultura de Valladolid. Aunque la fotografía es sombría se advierte el prognatismo propio de los Habsburgo, que también heredaron su hijo Felipe II y los posteriores sucesores de la Casa de los Austrias.  El prognatismo es esa especie de deformidad facial en que la mandíbula sobresale hacia adelante por una descolocación de esta respecto al maxilar.



(*) La cita está tomada del libro Felipe de España, de Henry Kamen, editado por Siglo XXI.


2.1.20

Gino Rojas, el hombre de la Frucola



















En Chile la Frucola es una bebida de cola con buena dosis de cafeína. Gino Rojas, casi septuagenario, se pone todos los días su traje, camisa y corbata, y de punta en blanco y con una Frucola en la mano se presenta en las manifestaciones contra el gobierno. Ni el cinturón descuida, ni los gemelos de los puños de la camisa, ni sus gafas de playboy santiaguero.

Me ha parecido que semejante actitud es digna de traer al blog no un texto, sino una imagen que habla por sí misma. No sé si la bebida es parte de la parafernalia del ciudadano Rojas o una necesidad de llevar el cuerpo entonado acorde con las circunstancias. Si al trajeado se le suma el aire de despiste, la pose de ejecutivo, la actitud hierática de no dejarse afectar por el entorno, no obstante el entorno eche chispas, este hombre se merece un reconocimiento mayúsculo.

¿Es una estrategia estoica o una interpretación melodramática? ¿Una manera de participar en la protesta y a la vez de disuadir a la fuerza represiva? ¿Un comportamiento de pasar desapercibido mientras interiormente se siente inflamado de rebeldía por estar allí? ¿O le paga Frucola como hombre anuncio? Sea por lo que sea, Gino Rojas tiene mérito. Sigan dando vueltas al magín de por qué. Aunque no sé hasta qué punto su imperturbabilidad tendrá éxito, en medio de las cargas del Séptimo de Caballería.



15.12.19

Cioran en su Breviario













"Vivir: especializarse en el error". Cioran, siempre tan ácido como sorprendente. Lo dice en su Breviario de los vencidos, un texto casi de juventud.

Somos más especialistas en la equivocación que en el acierto. Más insistentes en perseverar en errores que en corregirlos o aprender de ellos. El título -máster de hoy día incluido- lo da la vida, por lo que la carrera puede durar años. Todos los años. 

Retomo el párrafo de Cioran: "Vivir: especializarse en el error. Burlarse de las verdades indubitadas, no hacer caso de lo absoluto, tomar a broma a la muerte y transformar lo infinito en azar." Cuatro reglas que Cioran no las escribiría como tal (su nihilismo del momento no le permitiría establecer normas), pero que a uno se le antojan necesarias para sobrevivir. No admitir lo no demostrado, no esperar lo indemostrable y menos lo inexistente, no dramatizar con lo más tangible y certero. Y relativizar, de todo y en cada situación, pues lo que nos llega no depende solamente de uno. ¿Será que yo aún escribo textos como de juventud? 

"Solo se puede respirar en lo más hondo de la ilusión", remata el filósofo. Pero, ¿qué clase de oxígeno existe en el mundo de la ilusión? En lo más hondo, ¿hay margen de aire puro o acaso se trata de un gas letal? Y, sin embargo, cuántos millones de humanos -¿casi todos? ¿todos?- sobreviven manteniéndose de la vana ilusión. Arrostrando todas sus consecuencias.




6.1.19

Proteger la individualidad. La miga de Sara Mesa en su novela Cara de pan





















"Planteo temas muy importantes en mi libro, como el linchamiento social o el cómo se proyectan las expectativas de los demás sobre uno y qué pasa si uno no encaja con esas expectativas". Sara Mesa, escritora, entrevistada en la revista ICON. O cómo una manera tan sencilla, precisa y modesta de explicar de qué va fundamentalmente su última novela, Cara de pan, le pica a uno en la curiosidad. Ella añade: "Las dificultades de crecer. Crecer es adaptarse al código de lo esperado. Pero, por debajo de eso, lo que hay son ganas de huir". ¿Quién no ha sentido alguna vez esa tensión, esa tentación, digamos, bien en la infancia y adolescencia, bien a lo largo de la vida de adultos? La organización social conlleva una serie de obligaciones -el pacto o la dependencia entre individuo y tribu, esta en todas sus dimensiones-  para el humano de nuestro tiempo. Acaso muchas más que en otras épocas, pues todo es más complejo. Y además el sistema de valores, apreciaciones y exigencias se vuelve agobiante e incluso sumamente opresor. ¿Quién no ha necesitado alguna vez ganas de huir o ha llegado a hacerlo en mayor o menor medida ante la presión social? El introvertido -ocasional o perenne- es un ser de nuestro mundo, en tantos casos relegado e ignorado. "Tiene mucho que ver con la idea que cada vez va imponiéndose más del éxito y el fracaso", explica Mesa. "Un concepto muy americano. El exitoso es extrovertido, se relaciona muy bien, tiene capacidad de liderazgo. La soledad, la introversión, se empiezan a entender, no comos rasgos, sino como problemas de la personalidad". 

Sara Mesa da en el clavo. Yo añadiría que cuántas personalidades diferentes se tratan como patologías enfermizas o maníacas, con lo cual poco se favorece al individuo que huye. Más bien se le expulsa de la colectividad. Puede durar toda la vida. Mesa habla: "Vuelvo al asunto de crecer, porque incluso cuando somos adultos tenemos que seguir adaptándonos al grupo y perdiendo nuestra individualidad". Ah, ¿quién habló de que el hombre es libre, demiurgo y propietario de su vida? Una ilusión tal vez, aunque somos tan creyentes de las ilusiones...¿Mensaje negativo de la escritora y criterio pesimista el mío? No necesariamente, y Sara Mesa lo dice muy claro: "Para preservar la individualidad hay tres fórmulas: el arte, creándolo o disfrutándolo; el juego, y el sentido del humor, fundamental para afrontar la vida. Eso es lo que nos ancla a los niños que fuimos y a la base de nuestra personalidad. Esos son nuestros refugios". ¿Quién da más y con tanta claridad?







18.12.18

El Roto y el niño rebelde en el útero

























El Roto o cuando las imágenes concisas pero precisas de un maestro del lenguaje gráfico y reflexivo valen más que mil discursos. Francisco de Goya se admiraría de haber tenido seguidores dos siglos después.




30.11.18

Paleoantropóloga María Martinón Torres. Servicio y servidumbre del hombre






Paleoantropóloga María Martinón Torres en un artículo aparecido hoy: "Hace 2,5 millones de años la tecnología comenzaba a servir al hombre y hoy nos preguntamos si es el hombre el que depende, servil, de la tecnología". ¿No ha habido siempre algún grado de servidumbre de la tecnología? Sin aquellas primeras herramientas de los antepasados desde hace más de dos millones y pico de años ni ellos ni otros después habrían llegado a nada. Se debían a ellas, pero también las herramientas o armas se debían al esfuerzo por perfeccionarlas. Relación complementaria. Y es que todo perfeccionamiento de una herramienta o de una máquina proporciona una capacidad de transformación. Las manos han sido vitales y en nuestro tiempo, no digo en el futuro, en cierto modo, las manos reducen su capacidad de acción, si no la pierden en muchos casos, para dar paso a máquinas y sistemas informáticos de última generación. Precisa Martinón: "Hay quien dice que el éxito de la humanidad llegó cuando fuimos capaces de independizarnos del medio, una afirmación que a mí me produce sentimientos encontrados. Con las primeras herramientas arrancó la historia de lo que algunos llaman nuestra 'liberación'. Sin embargo, el relato de nuestro éxito como el de la conquista de nuestra independencia del entorno tiene ecos de hijo desagradecido que muerde la mano que le da de comer, que se jacta de esclavizar la tierra que un día le sirvió de cuna. También es verdad que las mismas manos que pueden tallar árboles o clavar puñales pueden plantar flores, tocar el piano o curar heridas. Todas son cosas de humanos, al fin y al cabo". 

Se podría entender que hubo un cierto grado de independencia del medio para caer en nuevas dependencias de otros medios. O de otros recursos, o de otras herramientas. El juego homínido -sea de australopithecus, neandertales o sapiens, o de lo que venga con las nuevas creaciones de variantes de la especie que traiga la biotecnología- siempre será dual. Coincido con la especialista en que, visto en perspectiva, el comportamiento del hijo de aquella naturaleza ha sido un tanto ingrato con la Tierra. Pero es que dual es también el esfuerzo. El desafío de sobrevivir la especie a costa de profundas y no siempre racionales transformaciones de las que no tenemos claro si en el grado de alarma que hemos alcanzado se podrán parar. El lado oscuro y violento y la parte racional y colaboradora del hombre conviven en un difícil equilibrio. ¿Hasta qué punto un rostro se ha impuesto siempre al otro?














28.11.18

Saltar de la moral a la ética. Poeta Chantal Maillard





Poeta y ensayista Chantal Maillard en su artículo El semejante: "Lo que nos importa es tan solo lo que nos concierne". Pero, ¿qué creemos que nos concierne? ¿Nuestro más o menos reducido ámbito, nuestras necesidades personales, nuestras ansias de ganancia? Maillard: "Lo que hoy en día nos pone a salvo de que todo lo que ocurre en el mundo nos concierna es que lo recibimos por los mismos medios y en el mismo recuadro en el que recibimos la ficción". ¿Será, piensa uno, este el punto de la confusión en que vivimos, no distinguir lo real de lo ficticio? La poeta sigue: "Nos pone a salvo el hecho de que las emociones generadas por lo que vemos en la pantalla sean las propias del espectáculo, emociones transformadas por la representación y, por tanto, neutralizadas en cuanto germen de rebeldía. Porque si recibiésemos lo representado no 'en directo', sino directamente, es decir, en presencia viva, el impacto sería de tal magnitud (o al menos eso quiero pensar) que no nos dejaría indiferentes en nuestra diferencia. De repente nos sentiríamos concernidos. De repente el otro, los otros, todo lo otro habría saltado la valla".

El tema planteado nos remite al Yo y al Otro, a nosotros y al prójimo. Y nos sitúa en la cuestión moral: ¿cómo sentirnos concernidos por lo que le pasa al otro sin una cesión de algo de nosotros mismos? Dice Chantal Maillard: "La moral del semejante crea el diferente, aquel del que tenemos que defendernos. Siempre que hay prójimo (hermano, próximo, igual) hay otro y, entre ambos, fronteras que designan y circundan lo propio, y donde hay propiedad hay codicia, y donde hay codicia hay guerra". No lo pongo en duda, pero ¿estamos condenados para siempre a esa espiral que nos persigue desde el principio de las tribus o de las sociedades?  "En un mundo global hemos de pensar en términos ya no de moral, sino de ética, que es algo bien distinto. La moral es un conjunto de costumbres o reglas de convivencia; la ética es un habitar. La primera defiende lo que creemos que nos pertenece; la segunda, cuida el lugar al que todos pertenecemos. Pasar de la moral a la ética implica necesariamente ensanchar el marco de pertenencia. Y esto no puede hacerse de otra manera que entendiendo lo que a todos nos asemeja: el hambre, el miedo, el dolor, la pérdida".

No puedo poner peros a la argumentación de Maillard, y solo se me ocurren preguntas. ¿No llevamos ya demasiados milenios sin resolver la cuestión? ¿Ha avanzado el pensamiento humano hasta el punto de distinguir moral y ética y hacer de esta última una herramienta constructiva para el futuro de la convivencia? ¿Nos vemos incapaces de salir del círculo vicioso de los sofismas que nos mueven entre la piedad y la compasión y solo conducen a justificar nuestro statu quo? ¿Cuántas guerras más o cuántas carencias serán necesarias para entender que lo que concierne en un mundo globalizado debe comprenderse como tal? Chantal Maillard plantea elementos de debate, no solo de opinión, porque como ella afirma en su artículo "ningún debate de opinión conduce a pensar y a actuar correctamente porque la opinión nunca parte de una premisa sopesada y ecuánime. Nada menos ético, por tanto, que un debate de opinión. Y nada más vulnerable y manipulable que un individuo que no sea capaz de pensar con neutralidad sentimental. Y es que sin neutralidad emocional no hay diálogo posible, no hay dialógica, no hay política. Solo combate".



22.11.18

La honesta lucidez de Rodolfo Otero, bailaor














“Yo no soy una persona muy dada a la grandilocuencia. Me encanta la gente que tiene cultura, me encantan los poetas, los literatos, los escritores; me encanta lo que yo haga si lo hago bien, si lo hago mal me detesto. Porque lo más precioso que puede haber en esta vida es estar conforme con uno mismo, sabiendo que lo que hace es de verdad y que no engaña a nadie. Que es muy difícil, porque a la mayoría de la gente le gusta engañar, aparentar, ser… y el que es de verdad no hace falta que lo diga, se le ve”. Rodolfo Otero, bailaor vallisoletano, fallecido a los 86 años el pasado sábado. Hasta hace cuatro días se le veía en la bici por la ciudad. Palabras escuetas, justas, precisas, sinceras las suyas. Yo diría que necesarias. Porque necesitamos escuchar la voz de la sabiduría, que es la de la resistencia, no la de los vendedores de feria ni la de los demagogos a sueldo público. Al pan, pan. La antítesis del ritmo efímero y superficial de nuestro tiempo.

Salud, Rodolfo, y eterno baile.














Rodolfo Otero entre Benito Carracedo, a la derecha, autor del libro Rodolfo Otero: amor por la danza, y Julio Martínez, editor, en la presentación del libro en abril de 2017.





19.11.18

Conquistar el silencio. Julio Llamazares














Escritor Julio Llamazares: "La conquista del silencio debería ser un objetivo político como el de la calidad del aire o la pureza de nuestros mares y ríos". Me apunto a defender ese derecho y a realizar esa conquista. No exige banderas, ni himnos, ni insignias, ni carnés, ni ideología de pensamiento único. Solo buena intención y manos a la obra. Continua Llamazares: "La contaminación acústica que entorpece nuestras conversaciones, no digamos ya nuestro pensamiento, en países como España es cada vez más difícil de soportar, pese a lo cual no parece preocuparles a muchos, a juzgar por los gritos que llenan los establecimientos públicos y los medios de comunicación no escritos".

Uno echa de menos aquellos tiempos en que había infinidad de tertulias y encuentros en cafeterías, o lecturas en soledad,  sin que la música saliera de su segundo plano de acompañamiento. Pero los interiores y los exteriores se fundieron en un universo de ruido donde difícilmente el hombre común tiene escape y relajación. Insiste el escritor leonés: "Entregadas al griterío y el ruido (que en muchos bares y restaurantes la televisión o la música contribuyen a amplificar), la mayoría de las personas están lejos hoy de entender siquiera que el silencio es un derecho de todos como el aire y el agua limpios o como cualquiera de los que figuran en la Constitución de cualquier país". Algunos justifican el ruido como parte de la idiosincrasia, poco menos que sacramental, del español. Mala idiosincrasia la que se basa en la falta de respeto y la consideración hacia el otro.

Da en la clave Llamazares: de objetivo cívico debería pasar a político el compromiso de combatir el ruido y recuperar los silencios del individuo. Pero, ¿quién pone el cascabel al gato si no ponemos todos de nuestra parte para enmendar nuestras negras y enraizadas conductas?




14.11.18

Para qué escribe Francisca Aguirre, poeta














“Escribes para no andar a gritos y para no volverte loca". Francisca Aguirre, reciente Premio Nacional de las Letras. Suficiente y saludable argumento el que propone. Y añade: "La poesía tranquiliza. A mí me ayuda. El mundo es injusto pero el lenguaje es inocente. El poder de las mujeres es tener la oportunidad de decir que no. Por eso es tan importante la educación, la independencia. Queda mucho por hacer porque la desigualdad sigue siendo enorme: entre hombre y mujeres, entre ricos y pobres…" Ratifico lo que dice, y me permito opinar que también se escribe para sobrellevar los silencios o para conquistar aquellos que eliges. La escritura -y la lectura, obviamente- se nos ofrece como un mundo interior paralelo al hombre del que tenemos que tomar posesión, no importa si la mayoría de las veces se escribe para uno mismo. Eso basta y justifica. 

Solo una objeción al comentario de la poeta Aguirre. No creo que el lenguaje sea inocente. Y no sé hasta qué punto el niño utiliza con inocencia las palabras. Va distinguiendo el interés que tiene el lenguaje para sus fines a través de su uso. Siempre intenta lograr algo con ellas. Pero al menos mucho de lo que pretende aún se circunscribe al planeta de la ingenuidad y las buenas intenciones. Las palabras pueden ser ambiguas o precisas, pero buscan siempre algo y se adscriben a un mundo de ideas y de metas interesadas. Los adultos lo sabemos muy bien. Los publicistas dominan el arte de las palabras y las imágenes. Los políticos e ideólogos las revientan y las desfiguran para sus fines manipuladores. La seducción de las palabras pueden llevar a precarias verdades o a mentiras excesivas. Si hay dudas, mírese cómo funciona el entorno. 

Por otra parte, bendita Francisca Aguirre que me incita sin quererlo a leer su obra.




20.10.18

La soledad buscada de Michel de Montaigne




















Monsieur Michel Eyquem de Montaigne en sus espléndidos y vigorosos Ensayos: "Debemos reservarnos una trastienda del todo nuestra, del todo libre, donde fijar nuestra verdadera libertad y hasta nuestro principal retiro y soledad". ¿Simple desconexión y huida? Tal vez búsqueda, encuentro y aceptación del Yo. Continua Montaigne: "En ella debemos mantener nuestra habitual conversación con nosotros mismos, y tan privada que no tenga cabida ninguna relación o comunicación con cosa ajena; discurrir y reír como si no tuviésemos mujer, hijos ni bienes, ni séquito ni criados, para que, cuando llegue la hora de perderlos, no nos resulte nuevo arreglárnoslas sin ellos". Dejando de lado que el escritor y pensador era pudiente, y que a la hora de las pérdidas tal vez padece más el que más tiene, su reflexión es válida para todo individuo, género y condición social. En tiempos como los que vivimos en que nos acosan el estrés y la ansiedad, y nos perturbamos y confundimos con facilidad, haciendo pagar a otros los desequilibrios que se han podido generar dentro de nosotros, esta clase de pensamientos de Montaigne de hace casi cuatrocientos cincuenta años nos viene de perillas. 

Remata el autor: "Poseemos un alma que puede replegarse en sí misma; puede hacerse compañía, tiene con qué atacar y con qué defender, con qué recibir y con qué dar. No temamos en esta soledad, pudrirnos en el tedio del ocio". Naturalmente, la soledad elegida y circunstancial no es aquella otra del abandono. Y el mismo Montaigne en otras ocasiones atacaba precisamente la monotonía, el ocio, la indolencia. Acaso percepciones diferentes que tenía él y tenemos todos, ese ir y venir de la aproximación al apartamiento, de un volcarnos en los demás al retraimiento en nosotros mismos. Porque Montaigne podría vivir en un castillo, pero no vivía encastillado. Sus Ensayos son la prueba no solo del conocimiento que poseía, sino de la capacidad, la dimensión y el fruto de sus reflexiones, tan concluyentes como válidas en nuestros días.

Vivimos conectados por un lado y nos refugiamos por otro en nuestro particular horno de ideas y reflexiones donde nuestros Yo hablan de tú a tú y no se mienten. Se impone vivir con más lentitud, crearnos márgenes, buscar refugios como modo de hacer frente al desgaste de un tipo de vida veloz. Sin que todo ello implique perder el contacto, desinteresarnos de las decisiones colectivas, porque si nos gusta aprovecharnos de lo positivo que nos otorga el hecho de vivir en sociedad también nos vemos obligados a cumplir con ella. Intercambio. Distíngase del mercado. 



















12.10.18

Ser y nada, de Julius Bahnsen a Josep Maria Esquirol


















Filósofo Julius Bahnsen, discípulo de Schopenhauer: "El hombre no es sino una nada autoconsciente". Leído así estremece la frase, como si se tratara de una descarga eléctrica. Pero, ¿nos habíamos creído los seres humanos que somos algo? Nos lo creemos, tal vez, cuando nos identificamos con los objetos, llámense entorno familiar, trabajo, propiedades o medios varios que hace que nos mantengamos. Los sentimientos, los afectos, los vínculos múltiples se cosifican para convencernos de que somos algo. Ni el pensamiento ni las ideas ni las teorías desarrolladas se libran de su parte alienante. ¿Dónde queda entonces la conciencia? Acaso en la autocomplacencia, en el apoyo y justificación de todo lo cosificado que nos une con el mundo. Y ese algo, curiosamente, nos reduce, porque somos seres cambiantes y en lo más íntimo lo percibimos, somos nadas móviles en busca de un algo circunstancial y efímero, que nunca será eterno pero con lo que debemos responder al aliento vital, a la dosis de autoconsciencia que hemos desarrollado desde la bajada del árbol del primate que nos antecedió. Otro filósofo y ensayista, Josep Maria Esquirol dice en La resistencia íntima: "En castellano, nada viene del latín nulla res nata, es decir 'ninguna cosa nacida'. Que las curiosas sendas de las palabras hayan hecho que en este caso se tomara solo el nata para mencionar la idea en su conjunto nos invita a preguntarnos si todo lo nacido lleva consigo el no ser constitutivo que poco a poco le va consumiendo desde el primer día hasta el final". Neurobiólogos dicen que el individuo empieza a morir desde al poco de nacer. Idea semi metafórica, medio eufemística y no del todo descaminada. Tal vez la muerte sea la adherencia natural que nos acompaña toda la vida -no obstante los ciclos que vamos recorriendo a medida que avanzamos en edad-  y que solo llega a su cumplimiento definitivo con la última pérdida de oxigenación.
















4.10.18

La conciencia clara de Marta Sanz sobre la maternidad




















"Yo no he sido madre porque no me ha dado la gana". Escritora Marta Sanz. Más claro, agua. El mundo, parafraseando el himno, ha cambiado de base. Esa es una de las revoluciones más importantes de nuestro tiempo. De todos los tiempos, civilizaciones y culturas. La mujer que quiere ser mujer, no ama de casa obligada, ni esposa obligadamente amante y fiel, ni mera mamá solícita, muchas veces también obligada, ni empleada de segunda, ni...¿Que Marta Sanz es una privilegiada porque lo tiene claro? Bendito privilegio el de quien se sostiene de su esfuerzo, de sus personales objetivos y de la elección más libre posible de su forma de vivir.

Dice más la escritora: "Hasta no hace mucho, maternidad y cuidados eran temas de revistas que te enseñaban a hacer un punto del derecho y otro del revés. Ser una madre formaba parte de esa generosidad doméstica que nunca se remuneró porque se vinculaba con la naturaleza y los deseos femeninos: la pulsión biológica perpetúa la especie y, en ese afán, convierte la cueva en un lugar confortable. La invención de arado motivó que los trabajos se redistribuyeran, ya que las recolectoras no disponían de fuerza suficiente para su manejo. Las mujeres colonizan la intimidad. En ese contexto, la maternidad es objeto de estudios antropológicos, económicos y culturales: el ecofeminismo cuestiona la avalancha de madres que hacen de la experiencia materna el centro de su vida, mientras que divulgadores reaccionarios hablan de mujeres frustradas por haber perdido su oportunidad biológica". Claro que ¿a todas las mujeres les puede dar la gana como a ella, no solo de no asumir la maternidad sino de vivir fuera de las sujeciones? "La libertad de las opciones libres según se mire y para quién", apuntilla.




Fotografía de Ricardo Fernández Otazo


1.10.18

El peligro de que los historiadores se marginen del debate público. Gonzalo Pontón




















Gonzalo Pontón, historiador y ensayista, en Babelia: "Pienso en la responsabilidad de los historiadores". Casualmente es un pensamiento que me acecha también con frecuencia. Puesto que la sociedad no se entiende fácilmente -es plural y hay tantos planos culturales como de intereses en su seno- recurro a quien nos podría explicar los aconteceres de la Historia. Continúa Pontón: " Su honestidad profesional y su metodología científica los obliga a verificar y falsar sus hipótesis de trabajo antes de presentar sus conclusiones. Y su disciplina los fuerza a ser sumamente críticos ante los usos y abusos de la historia. ¿Por qué, entonces, esos científicos sociales permiten que la irracionalidad, la mentira recalentada, la falsedad y el cinismo se hayan apoderado de una consciencia ciudadana machacada por la propaganda política de casi todos los colores, donde 'lo limpio es sucio y lo sucio limpio, pero lo sucio es útil y lo limpio no' (J. M. Keynes)? ¿Por qué no denuncian las manipulaciones de los políticos para conseguir que las gentes voten como autómatas, si saben que la política 'es el hábitat natural de los estafadores, los fulleros y los sinvergüenzas' (J. K. Galbraith)? ¿Por qué enmudecen cuando periodistas de fortuna, publicistas mercenarios y tertulianos a granel sostienen en los medios mentiras mil veces debeladas por ellos en sus propios textos? Así hemos llegado a que aparezcan en los medios individuos ignaros afirmando enfáticamente que Franco nunca mató a nadie".

Tantas preguntas que él y muchos nos hacemos. Nadie como los historiadores tienen a su alcance los datos, métodos, ubicación laboral y capacidad de analizar y comparar factores de la compleja vida del país como lo tienen ellos. Pero siguen sucediendo cosas, en la sociedad actual se sigue ignorando lo que hubo, se montan explicaciones, que no interpretaciones, míticas o de justificación interesada, la enseñanza no está a la altura de la verdad y la conclusión es que las nuevas generaciones saben lo mismo o menos que las de sus padres o abuelos. Al menos estas tenían testimonios más o menos directos e inmediatos y se debatía con ellos en la mano.

La perplejidad que algunos tenemos la participa también Gonzalo Pontón: "No soy ningún ingenuo; soy, ya, viejo. Y conozco bien el descrédito de la cultura y el ningún caso que una sociedad filistea hace a los científicos sociales, que no tienen otro poder que el de sus saberes. Pero si los historiadores se marginan del debate público, si no se sumergen en la sociedad, fajándose en ella, si no tienen nada que decir a los hombres y mujeres de hoy, si no pueden ayudarlos en sus angustias y en sus esperanzas, entonces ¿de qué vale su ciencia?"

He ahí la clave. No basta con la investigación de gabinete y puertas adentro, cuyo fin es realizar algunas tesis, publicar algunos libros y que queden en los anaqueles de las bibliotecas que apenas manejará nadie. O los saberes se traducen en divulgación honesta y a su vez esta desemboca en debate y conocimiento amplio entre los miembros de la sociedad o se podrá decir que prospectar la Historia que nos atañe a todos no sirve para nada. Los historiadores deberían mojarse más en el espacio del debate público, para ayudar a hacer país y menos circo, mediático o partidista. Mientras, hay una parálisis -salvo honrosas y varias excepciones- de llevar el conocimiento del pasado y su repercusión en el presente a la sociedad, hay una dejación de la participación de los historiadores entre los políticos y los mass media, y lo que cunden son los profetas, los constructores de mitos, los eternos adulteradores del pasado en aras a su propio beneficio actual, en fin, los inventores de cuentos (León Felipe protestaba poéticamente: 'Me sé todos los cuentos'). Y ellos, esa gente que fomenta confusión, enfrentamiento y parcelas de poder para ellos mismos, sí que influyen. Y hay que ver cómo y con qué riesgos para todos.





29.9.18

Cuando la patria del deseo no entiende de ética, según Lluís Bosch
















"Los independentistas hablan desde el deseo: el deseo de tener un país, un país que sea una patria, una patria que sea independiente de España". Lluís Bosch en su blog Mil demonios. Curioso. Al final todo, incluso en política o en sociedad, nos remite tanto a la conducta ética (o su carencia y manipulación) como al subconsciente personal (sea sexualidad o erótica de los negocios) Continúa Bosch: "Qué les importa a ellos si la patria es mítica, si jamás ha existido un país llamado 'Cataluña'. Lo que saben es que lo desean, que su padre -ya fallecido- lo deseaba, que su abuelo lo deseaba. Que sienten el deseo en sus entrañas, en sus sueños, en su duermevela. El deseo de la patria ocupa el mismo espacio que el deseo sexual y se manifiesta en los mismos instantes. El deseo de la patria excita, calienta: hay mucho léxico erótico metido en la palabrería patriótica y no es por casualidad ni es anécdota. Hace unos años, cuando Alfred Bosch era diputado en las Cortes españolas, dijo: "el independentismo es sexy". Machismo puro y atracción por el malote. Sin saberlo y sin quererlo, Alfred Bosch nos dió la definición del problema y su solución. Pero nadie lo entendió".

Aguda aportación de un catalán nada cerril que padece en sus carnes cuanto va aconteciendo allí. Para entender el texto entresacado remito al contexto, es decir, al artículo completo. No tiene pérdida. 




25.4.18

Ordenadores y adicción según Adam Alter
















Adam Alter, psicólogo estadounidense: "Con tanta tecnología creo que somos menos felices como comunidad, como sociedad". ¿Es comprobación o una blasfemia contra una conducta asumida rápidamente por los individuos? Alter lo describe así: "Si dedicamos menos tiempo a las cosas que nos hacen humanos, y nos pasamos las cuatro horas que tenemos libres al teléfono haciendo lo mismo, nos volvemos homogéneos. Necesitamos dedicar ese tiempo libre a nuestras aficiones, a hacer deporte, a pasear por la naturaleza, a conversar cara a cara. Es vital para el desarrollo de las personas". 

La cuestión nos explota, aunque los que tenemos cierta edad nos consideremos inmunes al contagio, algo falso. Lo bueno a favor de los individuos de edad avanzada es que al menos hemos tenido una vida de comunicación sabrosa y amplia. Las nuevas generaciones ya están mamando los aparatos informáticos desde la sillita en que les llevan sus papás. Pero los adultos hemos entrado de lleno en la seducción de las nuevas tecnologías y, como explica Adam Alter, las pantallas son una amenaza para la sociedad abierta "porque refuerzan el efecto de caja de resonancia. La gente se queda en las plataformas en las que ve reflejadas sus mismas ideas y puntos de vista. Eso te hace ser más intransigente, dogmático y testarudo. Facebook sabe que a la gente le gusta ver que otros comparten sus mismas ideas. Las plataformas están diseñadas para tratar de mantenerte conectado al dispositivo, para reforzar esa resonancia; no quieren alterar el mensaje introduciendo opiniones diferentes". Conclusión: si uno no somete a discusión lo más directa posible con otros sus criterios sobre la vida, sus ideas, sus proyectos o sus ilusiones, y se empapa para seguir generando el hombre diverso y con puntos de vista amplios, ¿qué tipo de hombre-robot no le espera a la Tierra en el futuro inmediato?

Naturalmente Adam Alter señala los signos de la adicción en que estamos cayendo: " La primera señal es social, si compromete las relaciones. La segunda es financiera, si esa interacción acaba costando más dinero del pensado. La tercera es física, porque la pérdida de atención puede causar un accidente o porque no se hace ejercicio. Y la cuarta es psicológica, porque cambia la manera en la que afrontas el aburrimiento. Esto último parece una tontería, pero el teléfono está ocupando cada segundo que tienes libre. Está bien que no te aburras, pero del aburrimiento surgen ideas". Entiendo ese aburrimiento como parada y reflexión. Quien come una misma dieta acaba predisponiendo su sistema digestivo a los límites de la misma. Esto vale para la influencia desmedida de las tecnologías mediáticas, aunque como dice Alter "si dependes de la tecnología en tu rutina diaria, no hay alternativa porque nuestras vidas están llenas de pantallas y es muy difícil comunicarse sin ellas. Para la mayoría de los adultos se han convertido, además, en un elemento que define quién eres".

Dejemos una puerta abierta a saber medirnos. Siempre será posible un punto de contrición. Es un deseo.





20.4.18

Una guinda de Mark Twain













“Suponga que usted fuese un idiota y suponga que usted fuese un miembro del Congreso. Vaya, pero si estoy siendo reiterativo”. Corrosivo e irónico Mark Twain. Aunque también podría haber sido una de las ingeniosas guindas de Groucho Marx. Visto el panorama general de la representación en los distintos estamentos de nuestro país también uno tiende a sentirse con frecuencia reiterativo. Por supuesto que podría alterarse el calificativo, es demasiado simple en su dureza, y poner otros más precisos. ¿Se les ocurre alguno? Anda que no hay...Pero ojo, que la pelota la pone en juego el votante. Quién sabe, por lo tanto, si no le está tocando a este una parte alícuota en el reparto de epítetos cuando no está conforme con los que le representan.



11.4.18

La armonía y la cooperación entre las emociones y la razón, vistas desde Antonio Damasio















"Siempre tenemos unos sentimientos con los que negocia nuestra razón". Neurólogo portugués Antonio Damasio. Pero ¿no nos habían imbuido la idea religiosa de que los sentimientos eran expresión de la fragilidad y la razón poco menos que conquista del superhombre? ¿Y que ambos chocaban? ¿Y que ceder a los primeros era no ser competitivo? El conocimiento humano ha avanzado a pesar de los palos en las ruedas de la investigación. Los viejos tópicos duales, que dividían la personalidad del individuo, alma/cuerpo, emociones/intelecto, etc., caen por el peso de la investigación. Damasio sabe mucho de eso: " Esta idea de que los sentimientos fueron una parte de la historia y entonces a partir de cierto punto te vuelves racional y vas a dirigir el mundo con la razón no tiene sentido. Si te digo que he decidido que este mundo va a ser mucho mejor si haces esto y lo otro para que lo aceptes y lo hagas, vas a preguntar: ¿Por qué tengo que hacerlo? La resistencia a las imposiciones es parte de nuestra naturaleza, rechazamos los dogmas. Así que la negociación de la razón a través del afecto es necesaria. Somos criaturas afectivas y eso no va a desaparecer".

La pregunta que me hago: esa negociación ¿debe ser solo  algo puramente individual e íntimo, que muchos hombres habrán estado haciendo toda su vida, porque es un reflejo instintivo de aquello de lo que estamos formados, no obstante trabas y dificultades? ¿O la sociedad y sus criaturas mecánicas y administrativas -no digamos ya la mentalidad de las ideologías dominantes-  deben cooperar a una comprensión más armónica de aquello que compone, para bien, el individuo? Damasio tiene su punto de vista, que yo comparto: "Los ingenieros están convencidos de que el sustrato no cuenta. Y eso es un gran error, porque no prestan atención a los sentimientos. La inteligencia artificial opera en el mundo del intelecto. Es un mundo muy preciso, pero nosotros somos mucho más blandos, operamos en un mundo de vida vulnerable. Si vas a Silicon Valley y hablas con esa gente, no se ven a sí mismos y no ven a otros, son muy buenos con las matemáticas y con la computación y piensan que todo el mundo es código. Pero no lo es. Un ordenador no tiene enfermedades, no se va a resfriar, no va a tener cáncer. Nosotros estamos hechos de un material muy vulnerable. Si sales a la calle y cruzas con un semáforo en rojo y un coche te golpea te rompes los huesos y puedes morir. El sentido de si la vida está siendo buena o mala se expresa a través de los sentimientos. Los sentimientos expresan mentalmente si la homeostasis está funcionando o no y eso no lo puedes tener en un ordenador a menos que crees un cuerpo para el ordenador. Por eso, cuando alguien plantea que va a cargar su conciencia en un ordenador, pregunto si va a cargar también un cuerpo. Porque si no cargas también tu cuerpo, no vas a ser tú. Será un ordenador con tus ideas, pero no tendrá tus sentimientos".

El hombre cotidiano, con una mente hecha de intelecto y emoción, de capacidad racionalizadora y de expresiones sentimentales, sigue siendo la verdadera alternativa al robot. Si este sustituye al hombre, ¿qué será de la especie?




7.4.18

Jacques Barzun, historiador de la vida














Jacques Barzun, historiador: "La vejez es como aprender una nueva profesión. Y ciertamente no una que uno haya elegido." Que Barzun dijera esto al cumplir los cien años de edad es de sobresaliente cum laude. Es obvio que arrieros somos y en el camino nos encontraremos con nuestra propia naturaleza. Probablemente tampoco hay una fórmula mágica que se elija para garantizarnos una existencia saludable y larga, y no siempre los extremos cuidados que perseguimos con obsesión garantizan esa nueva profesión. "Todo lo que no se come hace bien a la salud", dice con una filosofía que no es solo humor Guido Ceronetti. Aunque ciertamente vivir no depende acaso tanto de los hábitos y dietas alimenticias como de la propia mentalidad que tenga el individuo. Ya Séneca decía que "el mayor impedimento para vivir son las esperanzas que dependen del mañana". Que el hombre derrocha demasiada energía en procurar su futuro y desaprovecha el tiempo mientras dilata el disfrute y la oportunidad del día a día. Y precisamente esa actitud de depender tanto de planes de futuro conllevan el estrés, la ansiedad y los hábitos adictivos que intentan compensar los desajustes corporales. Pero, en fin, y siempre el eterno dilema: ¿elegimos vivir o somos hijos del azar que decide por nosotros?

Uno de los regalos que Jacques Barzun nos legó es su visión sobre quinientos años de vida cultural en Occidente, Del amanecer a la decadencia. Un repaso riguroso y ameno con conclusiones que desmitifican y sorprenden, que nos ayudan a ser más sabios. Y no solo por viejos.





















31.3.18

Los controles de Facebook y asociados o la esclavitud buenamente asumida, según Muñoz Molina













"Cada día, a cada momento, centenares de millones de personas regalan, con conmovedora generosidad, todos los pormenores de su vida, de sus aficiones, de sus inclinaciones, de sus manías políticas a una empresa que a cambio les provee con una réplica adaptada del mundo, o personalizada, por decirlo con la palabra inevitable, y que al mismo tiempo de confortarlos y de envolverlos en un capullo hermético de certezas compartidas más o menos tribales, los somete a una especie de radiografía íntima, como bacterias en un cultivo biológico o como esos ratones de los laboratorios que rondan por sus laberintos de cartón llevando diminutos electrodos incrustados en el cráneo", escribe Antonio Muñoz Molina en su último artículo publicado de Babelia

¿Nadie se da cuenta de cómo el individuo está vendiendo su primogenitura no ya por un plato de lentejas sino por una mirada de Narciso sobre el río? Entendamos el término primogenitura como privacidad, intimidad. Y si lo esencial, tu derecho al pudor y a lo protegido queda al descubierto y se lo regalas a quienes van a comerciar con ello ¿qué garantías te quedan de que tanto tu conciencia como tu libertad estén a salvo? Así pasan las cosas que están pasando. Que avispadas empresas -llámense Facebook o Cambridge Analytica- saben multiplicar y sacar su jugo a la información que obtienen de los usuarios, que la ceden a lo tonto. Información que posteriormente se convierte en influencia sobre masas, sobre millones de ciudadanos. Una esclavitud de nuestros tiempos no obligada, sino solicitada. Y luego no nos extrañemos que se dirija el voto, se adulteren tendencias, se despersonalice el pensamiento y salgan elegidos gobiernos bestias. A la altura en que operan esa clase de empresas no queda duda de que el poder es cada vez más único. Y más Poder. Mientras que la representación popular queda en una entelequia. Eso sí, en su nombre se justifica la barbarie.















27.11.17

Gao Xingjian y los problemas de la democracia
















“La democracia se está degradando y se enfrenta hoy a gravísimos problemas”.Gao Xingjian, escritor septuagenario chino. Habla en lo que le toca como ciudadano también francés, pues en su país de origen jamás conocieron la Democracia parlamentaria al estilo occidental. Y pone el dedo en la llaga que muchos hemos considerado hace tiempo, pero cuyo criterio no se tiene en cuenta: "No puede ser solamente un simple recuento de votos, sin perspectiva, horizonte y futuro. Y eso es lo que pasa si dejamos a los políticos manipular a la población para obtener el poder del escrutinio. Eso no soluciona la crisis económica, la contaminación, el terrorismo, el desempleo, la globalización”. Tal vez la democracia en Occidente tenga dos rostros. Proporciona un cierto plano de libertades y modos de vida tolerantes a cambio de que suponga una integración, un consenso, un acomodo. Pero, ¿y si el sistema no da respuesta a la creciente desigualdad, a las masas de inmigrantes, a los defectos de fondo que un productivismo atroz, que desaloja cada vez más a la mano de obra trabajadora,  no es capaz de resolver? No se ven corpus de ideas que replanteen el asunto y menos organizaciones que las asuman como bandera, si bien no se pueden negar atisbos críticos. Para el escritor y premio Nobel Xingjian "Estamos atrapados bajo el yugo de las ideologías del siglo XX. Y el verdadero problema es que esas ideologías devienen en dogma que no resuelve los problemas. Tomemos como ejemplo el marxismo, el comunismo, que se han vuelto una pesadilla. O el fascismo y el nacionalismo que tienen efectos brutales, como hemos visto. Ideologías que a pesar de todo no han sido derrotadas y que, como hemos visto, tristemente no caducan. También el imperialismo, que se transforma en propuestas políticas vacías, no tiene un verdadero sentido”.


1.11.17

Daniel Viglietti se fue















Daniel Viglietti, cantautor uruguayo, icono de la resistencia a través de la poesía y la música que creó y que le costó cárcel y exilio:

"Ayer vi a un hombre mirando,
mirando el sol que salía.
El hombre estaba muy serio
porque el hombre no veía.
Ay, los ciegos viven sin ver
cuando sale el sol."

Estrofa de una de las innumerables canciones que compuso, dentro de la mejor tradición de los cantores suramericanos de las últimas décadas, y en concreto de los tiempos de plomo de los sangrientos mandatarios bananeros. Esta se titula Me matan si no trabajo. Hay canciones mucho más peleonas que la que se cuelga aquí, canciones que nos hacían saltar del asiento o que cantábamos en excursiones. Que nos rebelaban por lo de allí y por lo de aquí. Una manera de sentir el dolor lejano que se pronunciaba también en nuestra propia lengua. 

La ceguera siempre tiene dos interpretaciones. Una, la real y física, y otra la metafórica. La primera es sobre un mal generado en el ojo, innato o adquirido. La ceguera metafórica abunda en nuestros días y también es física, pues ataca la conciencia del individuo y tapa la visión del suelo en que vivimos. Y sin embargo, el sol, la luz, el calor, están ahí. El ciego social o psíquico, digamos, debería disfrutar de él. Dejarse de tanto mito, tanta bandera, tanto seguimiento a los demagogos, tanta fe vana, tanta ideología obsoleta. El método anti ceguera se llama pensar. El sol deberíamos verlo hoy como entendimiento.

Daniel Viglietti falleció el lunes en Montevideo, su ciudad natal.






28.10.17

Emilio Lledó sobre el nacionalismo y la falta de aceptación de los otros
















Al filósofo Emilio Lledó, a punto de cumplir su 90 aniversario, le preguntan en el diario El País si esperaba que después de 40 años de democracia pudiésemos llegar a la situación conflictiva que tenemos actualmente en España. Lledó dice: 

"Me ha sorprendido muchísimo, porque yo he estado de catedrático en Barcelona, desde el 67 hasta el 78 y, con la excepción feroz de una cosa personal, he sido muy feliz como profesor, me he sentido enormemente aceptado. 

 P. ¿Ha faltado filosofía tal como la concibe, como entendimiento del otro? 

 R. Por supuesto, y ha sobrado ignorancia y pasión". 

Se agradecen respuestas precisas y claras en tiempos de sofistas baratos y políticos metidos a trileros o a vendedores de feria, ¿o es al revés? Pero Lledó, con el bagaje que tiene sobre sus espaldas nonagenarias y perspicaces, producto de la sabiduría, sabe encontrar el tono y el lenguaje. Continúa: 

"Yo no soy nacionalista, no sé lo que es. Nací en el barrio de Triana; a mi padre, que era militar, lo destinaron a A Coruña, a Vicálvaro, al acabar la Guerra Civil a la calle, después a Madrid. Cuando acabé la carrera y el servicio militar, en el 52-53, me fui a Heidelberg once años, tres en Valladolid, medio año en Alcalá de Henares, tres en La Laguna, once en Barcelona... ¿De dónde soy yo? Estoy orgulloso de haber tenido toda esta experiencia y de donde realmente soy hoy es de la lengua que puedo hacer con mi manera de pensar, de sentir, de querer, de aceptar a los otros. Esa es mi patria, esa es mi nación y ese es mi nacionalismo; por eso he sido feliz en todos los sitios en los que he vivido. En lo único que se me pudo notar algo de eso que llamamos nacionalismo es cuando estaba en Heidelberg. Me molestaba que hablasen tontamente con estereotipos de mi país, sobre todo porque he tenido la experiencia maravillosa de ser profesor de obreros españoles, la mayoría andaluces". 

Utiliza Lledó la expresión aceptar a los otros y uno se sobrecoge, porque plantea en positivo la opción que nos falla habitualmente en toda clase de relaciones humanas. En cualquier plano. Probablemente sea una de las preguntas que más veces nos hacemos cuando teneos enfrentamiento con alguien: ¿por qué no nos entendemos? Y el filósofo nos aporta su visión: "Por prejuicios, por deformación mental. Qué duda cabe que pertenecer a una lengua tiene componentes sentimentales, pero ojalá yo fuera bilingüe o trilingüe, qué maravilla. Creo que es incultura, deformación, es el desgénero humano. Aristóteles inventa el verbo 'ser humano', que significa querer a los otros, proyectarte hacia los otros, entender a los otros, asimilarlos, hacerlos semejantes a ti. Solo nos diferencia la lengua matriz que hablemos, las ideas y la generosidad que podamos transmitir. Estos días, por estas razones de separatismo y no separatismo, me he sentido muy infeliz; hacía tiempo que no me sentía tan triste, desazonado, ¡hacía años! Creo que desde después de la guerra no me he sentido tan afectado, quizá se deba a que yo no tengo sentimiento nacionalista en este sentido".

Emilio Lledó no tiene el bálsamo mágico que nos salve de nuestras desdichas, ni se trata de tenerlo, pero nos transmite pensamiento racional. Ese sí que debería ser el método. Ya es bastante.