"No, el mundo animal no es el mundo de Disney, no es un amable paraíso de abejitas, mariposas y hocicos al viento". Lo reflexiona Chantal Maillard en su cautivador libro La compasión difícil. Uno lo sospechaba hace mucho, pero vivimos tiempos en que recibimos una información edulcorada, falseada y adaptada al business de las empresas que utilizan sin compasión alguna a las otras especies. Matiza a continuación con dureza Maillard: "Es la dentellada, la imperativa necesidad de matar para seguir vivo. El joven felino que pierde a su madre antes de haber llegado a la edad adulta y haber terminado su aprendizaje, sin saber cómo matar, perece de hambre o presa de otro depredador. No, la naturaleza no es bucólica. Es una maquinaria cruenta en la que todas las criaturas padecen. Hermosas criaturas, hermosos pumas de ojos tristes que nos contemplan desde la más absoluta inocencia. Y no sé, no puedo aliviar el daño".
Hay cierta opinión generalizada de que la más cruel y despiadada de las especies es la humana, ignorando que todas se deben a una lucha por la vida. Subsistencia biológica. Huida del hambre. Enfrentamiento con quienes disputen recursos. Protección de territorios propios. ¿No somos partícipes todas las especies de análoga situación? Y sin embargo, nosotros los sapiens, dotados se supone de una evolución del conocimiento y la conciencia, que ha implicado una pérdida de la inocencia a su vez, no sabemos entender lo suficiente los otros mundos que cohabitan. Pero ¿sabemos siquiera comprender el nuestro? Deberíamos obligarnos a un cierto grado de comprensión del caos, un elemento de vida que no es solo anterior ni opuesto, sin que se asienta en nuestras comunidades y en nuestras individualidades.
De momento, nuestra especie no ha pasado de un mundo jurídico -y acaso ya es mucho- en que se regula, se negocia, se pacta, se carga de normativas y leyes para antes o después dejarlas viejas o incumplirlas. El mundo animal sigue latiendo en nuestros lares, y ay de quien lo olvide.
Dibujos de Inés González Soria.
un texto inigualable entre tus letras vos
ResponderEliminarGracias, miss.
EliminarGenial reflexión. Lo jurídico es una construcción social. Lo animal habita en nuestro genoma y en nuestro cerebro límbico. La felicidad se da cuando el animal logra sus satisfacciones. Aunque no sean muy duraderas. Comida, abundancia, apareamiento, territorio, refugio.
ResponderEliminarMe gusta mucho este texto.
Nuestro animal personal -eso llamado Sapiens u Hombre- ha elaborado también la cultura. Creo que la cultura y todo su entramado complejísimo procede de las necesidades biológicas de nuestra especie, que ha ido creciendo en función del cerebro. No hay ruptura de cultura con biología. Es un desarrollo la cultura de nuestro animal desarrollado. Lo cual no evita que tenga característica netamente de la especie dura: agresividad, posesividad, etc.
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