Escritor Julio Llamazares: "La conquista del silencio debería ser un objetivo político como el de la calidad del aire o la pureza de nuestros mares y ríos". Me apunto a defender ese derecho y a realizar esa conquista. No exige banderas, ni himnos, ni insignias, ni carnés, ni ideología de pensamiento único. Solo buena intención y manos a la obra. Continua Llamazares: "La contaminación acústica que entorpece nuestras conversaciones, no digamos ya nuestro pensamiento, en países como España es cada vez más difícil de soportar, pese a lo cual no parece preocuparles a muchos, a juzgar por los gritos que llenan los establecimientos públicos y los medios de comunicación no escritos".
Uno echa de menos aquellos tiempos en que había infinidad de tertulias y encuentros en cafeterías, o lecturas en soledad, sin que la música saliera de su segundo plano de acompañamiento. Pero los interiores y los exteriores se fundieron en un universo de ruido donde difícilmente el hombre común tiene escape y relajación. Insiste el escritor leonés: "Entregadas al griterío y el ruido (que en muchos bares y restaurantes la televisión o la música contribuyen a amplificar), la mayoría de las personas están lejos hoy de entender siquiera que el silencio es un derecho de todos como el aire y el agua limpios o como cualquiera de los que figuran en la Constitución de cualquier país". Algunos justifican el ruido como parte de la idiosincrasia, poco menos que sacramental, del español. Mala idiosincrasia la que se basa en la falta de respeto y la consideración hacia el otro.
Da en la clave Llamazares: de objetivo cívico debería pasar a político el compromiso de combatir el ruido y recuperar los silencios del individuo. Pero, ¿quién pone el cascabel al gato si no ponemos todos de nuestra parte para enmendar nuestras negras y enraizadas conductas?
Uno echa de menos aquellos tiempos en que había infinidad de tertulias y encuentros en cafeterías, o lecturas en soledad, sin que la música saliera de su segundo plano de acompañamiento. Pero los interiores y los exteriores se fundieron en un universo de ruido donde difícilmente el hombre común tiene escape y relajación. Insiste el escritor leonés: "Entregadas al griterío y el ruido (que en muchos bares y restaurantes la televisión o la música contribuyen a amplificar), la mayoría de las personas están lejos hoy de entender siquiera que el silencio es un derecho de todos como el aire y el agua limpios o como cualquiera de los que figuran en la Constitución de cualquier país". Algunos justifican el ruido como parte de la idiosincrasia, poco menos que sacramental, del español. Mala idiosincrasia la que se basa en la falta de respeto y la consideración hacia el otro.
Da en la clave Llamazares: de objetivo cívico debería pasar a político el compromiso de combatir el ruido y recuperar los silencios del individuo. Pero, ¿quién pone el cascabel al gato si no ponemos todos de nuestra parte para enmendar nuestras negras y enraizadas conductas?
Somos gritones, y muchos espacios no tienen buena acústica y eso nos lleva a gritar mas así que mi espacio se va reduciendo, hace mucho que desconecté la tele, no solo por los gritos, interrupciones de unos a otros, sobre todo porque no tienen nada que decir y lo dicen a gritos, hay algún restaurante al que ya no voy porque las voces de los otros clientes son tan altas que me molestan. Abrazo
ResponderEliminarGritamos en casa, en la calle, para nosotros mismos (¿cómo hablará cada cual consigo mismo, en lo más íntimo de su cerebro?) Metemos ruido con las músicas, los muebles que arrastramos, los coches que conducimos. Chillamos para "defender" nuestras opiniones muchas veces, como impositivos, como si valieran algo...En fin. Desde luego, tal como dices, Ester, la tele no es precisamente transmisora de silencios, calmas, diálogos sensatos y respetuosos. Entre la publicidad, muchos periodistas flojos y los tertulianos que se expresan desaforadamente resulta de un ruido inaceptable. Yo hago como tú.
EliminarAh, si al menos se gritara: de indignación, de rabia, de dolor, de placer... Pero no. En este país no se grita, se vocifera, se brama, se chilla de manera profusa e irrespetuosa. Y por si desgañitarse fuera poco, nos hemos dotado de un espantoso y ubicuo aparato "musical" que ejerce su dictadura donde quiera que vayamos. De cuantas agresiones sufren los sentidos, el perpetrado contra el oído es, con diferencia, el más agresivo y dañino.
ResponderEliminarMesura ¿dónde estás?
Muy bueno, Loam, si al menos el ruido fuera por buenas causas...entonces sería un ruido benévolo y simpático. Sería solamente sonido, como el de las aves o los ríos fluyendo o el viento agitando. No, creo que hay demasiada visceralidad, desde el comportamiento en los hogares, pasando del vecino, hasta la agitación callejera, donde la fiesta parece ser la norma, la conducción una imposición falocrática incluso reproducida por las mujeres, etc- ¿Mesura? Si se hiciera la típica encuesta por la calle ¿cuántos sabrían responder a qué es mesura? Alguno diría: ¿una princesa de Juego de tronos, tal vez? Ag.
EliminarExcelente aportación
ResponderEliminarGracias
Gracias a ti por leer.
EliminarIrrefutable, Loam. Fantástico.
ResponderEliminarY el Congreso de los Diputados, tan alejado del existente en la República, se hace eco del ruido chirriante, de los niños diputados que van de estrellitas sin saber a dónde se dirigen, de las derechas que niegan la memoria con ingratitud...ah, es que en el comentario me pesan las últimas noticias de la necedad. Insoportable, pero con sueldos.
EliminarGracias, .Chiloé.
EliminarDe acuerdo contigo Ariadna de Asterión, con un matiz, si me lo permites. 'Niñatos', diría yo, que como bien dices, van de estrellitas. Vergonzoso espectáculo y vergonzosa actitud que, más que debilitarlo, fortalece al adversario.
Así es, Loam. Bajo nivel, corta perspectiva, nulo futuro con cierta gente.
EliminarMuy lúcida reflexión. Pero ojo con los silencios, que los hay que denotan y nutren mucho más que algunas palabras, o palabrerías.
ResponderEliminarUn abrazo
Por supuesto.
EliminarEl silencio es un bien que hemos podido apreciar en esta pandemia, aunque no dejo de sentir los problemas de subsistencia que han acarreado a muchos negocios.
ResponderEliminarPero el ruido no es solo que no te dejen dormir, es que ni siquiera puedes seguir una buena tertulia para confrontar ideas, etc. Como dice Loam, si al menos se gritara por todos los motivos que enumera...
Me gusta tu espacio.
Salud y saludos.
Coincido contigo. Y no solo no se grita por y con motivos, sino que los conceptos se desvirtúan, se vulgarizan en el peor sentido y la queja viene por la actitud insolidaria. Solo escuchar que algunos demandan Libertad por lo que no es carencia de Libertad repugna. Gracias y paciencia.
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