Gonzalo Pontón, historiador y ensayista, en Babelia: "Pienso en la responsabilidad de los historiadores". Casualmente es un pensamiento que me acecha también con frecuencia. Puesto que la sociedad no se entiende fácilmente -es plural y hay tantos planos culturales como de intereses en su seno- recurro a quien nos podría explicar los aconteceres de la Historia. Continúa Pontón: " Su honestidad profesional y su metodología científica los obliga a verificar y falsar sus hipótesis de trabajo antes de presentar sus conclusiones. Y su disciplina los fuerza a ser sumamente críticos ante los usos y abusos de la historia. ¿Por qué, entonces, esos científicos sociales permiten que la irracionalidad, la mentira recalentada, la falsedad y el cinismo se hayan apoderado de una consciencia ciudadana machacada por la propaganda política de casi todos los colores, donde 'lo limpio es sucio y lo sucio limpio, pero lo sucio es útil y lo limpio no' (J. M. Keynes)? ¿Por qué no denuncian las manipulaciones de los políticos para conseguir que las gentes voten como autómatas, si saben que la política 'es el hábitat natural de los estafadores, los fulleros y los sinvergüenzas' (J. K. Galbraith)? ¿Por qué enmudecen cuando periodistas de fortuna, publicistas mercenarios y tertulianos a granel sostienen en los medios mentiras mil veces debeladas por ellos en sus propios textos? Así hemos llegado a que aparezcan en los medios individuos ignaros afirmando enfáticamente que Franco nunca mató a nadie".
Tantas preguntas que él y muchos nos hacemos. Nadie como los historiadores tienen a su alcance los datos, métodos, ubicación laboral y capacidad de analizar y comparar factores de la compleja vida del país como lo tienen ellos. Pero siguen sucediendo cosas, en la sociedad actual se sigue ignorando lo que hubo, se montan explicaciones, que no interpretaciones, míticas o de justificación interesada, la enseñanza no está a la altura de la verdad y la conclusión es que las nuevas generaciones saben lo mismo o menos que las de sus padres o abuelos. Al menos estas tenían testimonios más o menos directos e inmediatos y se debatía con ellos en la mano.
La perplejidad que algunos tenemos la participa también Gonzalo Pontón: "No soy ningún ingenuo; soy, ya, viejo. Y conozco bien el descrédito de la cultura y el ningún caso que una sociedad filistea hace a los científicos sociales, que no tienen otro poder que el de sus saberes. Pero si los historiadores se marginan del debate público, si no se sumergen en la sociedad, fajándose en ella, si no tienen nada que decir a los hombres y mujeres de hoy, si no pueden ayudarlos en sus angustias y en sus esperanzas, entonces ¿de qué vale su ciencia?"
He ahí la clave. No basta con la investigación de gabinete y puertas adentro, cuyo fin es realizar algunas tesis, publicar algunos libros y que queden en los anaqueles de las bibliotecas que apenas manejará nadie. O los saberes se traducen en divulgación honesta y a su vez esta desemboca en debate y conocimiento amplio entre los miembros de la sociedad o se podrá decir que prospectar la Historia que nos atañe a todos no sirve para nada. Los historiadores deberían mojarse más en el espacio del debate público, para ayudar a hacer país y menos circo, mediático o partidista. Mientras, hay una parálisis -salvo honrosas y varias excepciones- de llevar el conocimiento del pasado y su repercusión en el presente a la sociedad, hay una dejación de la participación de los historiadores entre los políticos y los mass media, y lo que cunden son los profetas, los constructores de mitos, los eternos adulteradores del pasado en aras a su propio beneficio actual, en fin, los inventores de cuentos (León Felipe protestaba poéticamente: 'Me sé todos los cuentos'). Y ellos, esa gente que fomenta confusión, enfrentamiento y parcelas de poder para ellos mismos, sí que influyen. Y hay que ver cómo y con qué riesgos para todos.
León Felipe protestaba poéticamente: 'Me sé todos los cuentos'
ResponderEliminarLo malo del caso es que siempre se presentan cuentos nuevos, o los mismos con finales diferentes.
Un abrazo
Yo creo que es como aquello de "chistes viejos con caras nuevas".
EliminarNo es que la Historia se repita a la línea, sino que los elementos y bastantes factores permanecen. Otros no.
Creo que a los historiadores hay que darles tiempo, no se puede "historiar" en la cercanía, no podemos ser imparciales cuando lo hemos vivido y desde luego por repetir una noticia no se convierte en verídica. Un abrazo
ResponderEliminarHombre, yo creo que los historiadores tienen elementos para considerar los tiempos más cercanos y actuales. Hay abundante documentación de múltiples medios, como nunca hubo antes. Es más difícil interpretar lo de hace siglos, la información es más limitada, y aun y todo se logran grandes éxitos. Se puede historiar perfectamente en la cercanía, de hecho hay algunos trabajos muy buenos de equipo de historiadores de la España contemporánea o del Mundo contemporáneo que llegan hasta nuestros días. Los historiadores deberían implicarse más con las interpretaciones que han hecho del pasado próximo o no tan próximo y sus repercusiones en la situación actual. Acudir a foros sociales más amplios, recabar mayor atención de los partidos (¿o no están interesados estos?) y de los medios de comunicación (¿no vende el tema?) y poner en aviso a la sociedad para no incidir en errores del pasado.
Eliminar¿Que por repetir una noticia no se convierte en verídica? Pues mira, precisamente lo fake y la posverdad están logrando grandes triunfos por el planeta. Y las redes difunden con facilidad cualquier bola o desvirtuación. Naturalmente, no es nuevo. Hay grandes invenciones en siglos pasados de las cuales se vive y medran muchos entes, tales las religiones. A partir de ahí, imagina lo que se puede adulterar en materia verídica.
Elementos para el debate cotidiano, Ester. Un abrazo.
Un solo ejemplo, el libelo llamado "Los Protocolos de los Sabios de Sión". Era un burdo montaje de la policía zarista, utilizado para desviar al atención de la desastrosa situación del país.
ResponderEliminarPués fué la excusa perfecta sobre la que se edificó el sentimiento anti-judío en toda Europa, y que culminó tristemente con las persecuciones y el exterminio perpetrados por los nazis.
No se levantó ninguna voz autorizada en su momento contra aquella falsedad, como tampoco escucho ninguna ahora contra las gansadas históricas que los separatistas han elevado a la categoría de mito y verdades en Cataluña.
Y si ha habido algúna, ha pasado desapercibida en mitad de tanto ruido.
Un abrazo.
Tampoco ignoremos o minimicemos artículos de opinión sesudos, que los hay. El problema es el de siempre: nivel cultural muy bajo de los españoles (incluidos los catalanes) y poco interés en esforzarse por conocer. Y añadido a ello la influencia de las televisiones, que bajo formas de tertulias y otros programas de aparente debate que buscan audiencia, que dejan al espectador tan espectador como estaba, o tan partidario como era, o de pensamiento tan residual como tenía.
EliminarY el Estado -sea bajo régimen pepé o de esta brevedad psoe, de momento- haciendo dejación de la información. Miedo da este monolitismo, gobierne quien gobierne, que
no parece asumir jamás el papel moderno de un Estado y que se desprovee de las razones que se supone debería otorgale la sociedad.
Enrocados todos en la falta de decisión para ver los problemas y proponer y determinar alternativas no se va a parte alguna salvo a repetir la maldita Historia.
Muy bien expuesto ...
ResponderEliminarSaludos
Mark de Zabaleta
Hay historiadores que saben de qué hablan y son consecuentes, esos son los que nos aportan.
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