La pintura puede disputar a la naturaleza formas, volúmenes y colores, pero siempre saldrá derrotada. Tomás Salvador González, poeta zamorano y su poema Ni los maestros japoneses:
Ni los maestros japoneses,
ni Kline, ni la línea
capaz de resumir de Brueghel
podrían compararse a las ramas vivas
y desnudas de estos castaños.
Ningún rigor
trazaría sin confundirse
el entramado que dibujan
sin confundirse ramas
y yemas, líquenes
blanquecinos y brotes
de color caramelo.
Pero no es tanto la precisión
como la luz perdida que se escapa
de nuestras intenciones.
Tal vez persiguiendo las luces perdidas es por lo que los poetas hacen poesía, los cuentistas narran, los pintores configuran nuevas emulaciones sobre toda clase de naturaleza y los fotógrafos inauguran nuevas miradas. Sólida, precisa y esencial (cargada de esencias) la última hornada de letras de Tomás Salvador titulada Siempre es de noche en los bolsillos, poemario al que pertenece el texto reproducido.
Los poetas, los artistas en general persiguen luces, quizás la luz de la belleza o de la expresión estética. Miran y expresan, es una acción arrebatada donde se mezcla lo apolíneo y lo dionisíaco y sale lo que sale. Probalemente cuando el poeta o el pintor miran la naturaleza la ven bajo la óptica de su memoria, de las imágenes que tienen almacenadas en su mente, este almacen de imágenes esta constituido por sus vivencias y su cultura y por el arte que ha contemplado; la visión de la naturaleza está mediatizada por el recuerdo y el arte y no es difícil deducir que la naturaleza contemplada imita al arte. Es una cuestión de sensibilidad a priori.
ResponderEliminarEl arte es artificio, la más alta expresión de la sensibilidad humana.
Salud
Francesc Cornadó
Persiguiendo luces perdidas, pues. Sabrosa convocatoria, como habitualmente.
ResponderEliminarEl arte entonces paradójica intención: la de trascender, rebasar y transmigrar más allá de nuestras propias intenciones. Como el paradójico ansia humana de tratar de pensarnos cuando ya no estemos, ni pensemos o sintamos. Al final, siempre inevitable ansia de trascenderse, porque la vida no puede pensarse o sentirse más allá de ella misma. Poco consuela el ejercicio wittgensteniano de ayudar a salir a la mosca fuera de la botella paradójica: concluir racionalmente que las fisuras de la razón, sus límites donde asoma el misterio infinito de todo, no pueden ser racionales no logra obturarlas: la realidad cuela igualmente su aterrador e ininteligible pulso infinito por ellas. Estamos racionalmente inermes ante la vida que somos.
(Continúa en siguiente mensaje...)
En su inevitable naturaleza artificial -toma oxímoron dialéctico, ja,ja,ja- lo humano es ese heroico esfuerzo de tratar aferrar el agua con la mano, como pintaba Montaigne. La vertiginosa introspección, el bucle infinito de la mano que trata de atraparse a sí misma, como pinta el zen.
"El arte es artificio, la más alta expresión de la sensibilidad humana": me parece muy buen apunte al respecto el tema. Confirma que afinando esa sensibilidad y complejificando esos artificios perceptivos e interpretativos en el cultivo del arte, es como paradójicamente aspiramos o perseguimos esa naturaleza misteriosa e insondable de las cosas que se nos escamotea por principio en su luz perdida. El artificio superior, autorreflexivo o de segundo orden lógico que precisamente nos libera de artificios como la ilusión poco cultivada de la vida cotidiana de creer que el mundo es tal cual lo percibimos, como si no fuera efectivamente una espesa telaraña de mediaciones para que la verdad del mundo no nos arrase cual fulgor de Zeus, y la belleza en realidad el comienzo de lo terrible que podría destruirnos de un soplo. Por tanto, hablamos del "artificio que aspira la espontaneidad". Una dialéctica o contradicción germinal que está ya en la misma vida social: contradicción que vivmos todos en diversidad de formas, tonos, grados e inextricables polisemias que escapan ya siempre igualmente al mapa de nuestras intenciones comunicativas. Construimos sin saber nunca lo que construimos, y menos aún colectivamente.
Resumiendo: elaborando la escasa luz encontrada, destilada y troquelada alquímicamente a través de nuestro aparataje biológico y sofisticación cultural al cubo de su propia papelera de reciclaje, convocamos esa luz perdida que se lleva consigo para siempre el gran secreto en su propia disipación evocativa. Que es al fin cómo sentimos igualmente el sabor de la fresa: en su disiparse y perderse. Porque esto que llamamos vida florece como el recuerdo de lo perdido: siempre me ha parecido por cierto parte de la enseñanza mistérica platónica. Cierto budismo afirma igualmente que lo que llamamos vida es una vida que ya vivimos, y ahora andamos simplemente recordándola, etc. Suena a tema arquetípico universal, vamos. O como poco, recurrente.
Esas malditas estructuras hechas de disipación que somos, con más ganas aún de complicarnos en busca de desanudar el lioso lío, ja,ja,ja. Una maravilla por lo demás, si no doliese tantas veces tan de cerca. Digo.
(Continúa en siguiente mensaje...)
Volviendo al interesante asunto de qué imita qué entre Naturaleza y Arte, como comenta el compañero: Dialéctica tan compleja, en efecto, que no tengo dictamen, por supuesto, sino solo estos apuntes inspirados en los vuestros, y que por tanto los homenajean. Ni siquiera la Estética fue mi fuerte o máximo interés en la carrera, al menos la excesivamente teórica, sesuda o académica. Luego soy el más dilettante aquí.
ResponderEliminarEn efecto, supongo que elevamos a la máxima potencia humana el artificio que es lo humano mismo para re-ligarlo con la naturalidad misteriosa en origen. Siempre trascendencia. Este filósofo catalán del misticismo que fue Paniker lo nombraba creo recordar retroalmientación con el origen, o algo de ese estilo. Creo que se capta el significado, en ausencia del término exacto. En fin, arte y sacralización venían en sus orígenes históricos en el mismo paquete.
Y muchos saludos a ambos, bloguero y comentarista. Gracias por desatarme tanto: espero que no lo estéis lamentándolo en la parrafada, Perdón, creo que este kifi llevaba algo, ja,ja,ja
!Hola!
ResponderEliminarNada es comparable con la belleza real de las cosas,nada puede sustituirlas para que parezcan reales.El arte solo toma prestado una capa de la superficie,aunque realiza un brillante y exquisito trabajo de imitación.Muchos besos y buena semana.
Una poesía preciosa!
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