"Armas totalmente adecuadas para la vejez, y en grado sumo, son el aprendizaje y práctica de las virtudes", escribe Marco Tulio Cicerón en su discurso Catón el Mayor: Sobre la vejez, y aquí y ahora nos quedamos pensando: ¿Qué fue de aquello de las virtudes? o ¿de qué hablamos cuando citamos la palabra virtud? Aun sonando el tema a antiguo y fenecido Cicerón sigue diciendo: "Cultivadas en todas las etapas de la vida, aunque se viva larga e intensamente, producen frutos maravillosos, no solo porque nunca nos abandonan, ni siquiera en el último tiempo de la existencia (aunque esto es en verdad lo más importante), sino también porque la conciencia de una vida bien conducida y el recuerdo de lo mucho que hemos hecho bien son algo sumamente grato". Sin duda, o al menos lo da a entender así, Cicerón se había trazado un camino moral que hoy día se nos muestra a los urgentes y atropellados humanos bastante poco claro. Pendientes como estamos de obtener salidas y satisfacciones cotidianas, o al menos evitar los lados oscuros y conflictivos, ¿hasta qué punto tenemos una línea de conducta luminosa y equilibrada que nos pueda seguir consolando en los años provectos? Ello nos llevaría a preguntarnos tanto interiormente...
Escuché una vez a alguien (irrelevante) que me dijo: La bondad quizás sea reconocer o descubrir una virtud cada año, de modo que en la vejez ya reconozcas más de setenta. ¿Hay suficientes en el almacén?
ResponderEliminarHabrá que repasar, hacer recuento y distinguir qué fue bondad y no simple compasión.
EliminarEn la vejez afloran las virtudes y los defectos,
ResponderEliminartenemos menos aguante.
Sobre todo no se soportan los defectos y excesos de otros.
EliminarToda ha cambiado mucho, pero la virtud es eterna. Bien es cierto que con anhelo de vida se prefiere hoy en día el triunfo, la fama, el dinero...
ResponderEliminarGracias por compartir. Un abrazo
Es el código de valores que prima, pero no creo que en eso difiera mucho la situación actual de la de hace siglos. Cicerón mismo tenía poder, no obstante sus reflexiones.
EliminarMe viene a la menoría, de pequeño mi abuela me decía que cada día tenía que hacer una buena obra, y luego besar una estampita de la virgen y así salvaría una alma del purgatorio.
ResponderEliminarEs una virtud también, porque salvé a muchas almas del purgatorio de pequeño, luego se me olvidó...
Esa anécdota también la conocí yo. Tenemos ganado el cielo eterno, por lo tanto. Pero hay personas que sí han hecho obras bondadosas y con su valor inmediato, aunque acaso no ganan cielo alguno, tal vez cierta armonía interior.
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