"Si ahora escribo es a causa de esta necesidad incontrolable que me impulsa a hacerlo. Tan solo por eso. Necesito, incluso, mucho más que antaño, comunicar mis pensamientos a este ser imaginario que es mi sombra". Sadeq Hedayat en la extraordinaria obra El búho ciego. La sombra como testigo. La sombra como urgencia. La sombra como la otra mirada de sí mismo.
Continúa crítico: "Esta sombre encorvada, funesta, que la lamparilla proyecta sobre la pared y que parece leer con suma atención y devorar ávidamente todo cuanto escribo. Seguro que ella comprende todo esto mejor que yo. Tan solo con ella puedo sincerarme. Es ella quien me obliga a hablar, ella la única que puede llegar a conocerme". Hedayat transforma la metáfora porque la sombra no es un elemento pasivo, sino que actúa sobre el hombre. No se limita a dejarse llevar por inercia, arrastrada sobre las circunstancia de la vida a una proyección lineal.
Y concluye el pensamiento: "Porque ella comprende, ¡vaya si comprende...! Por eso quiero escanciar gota a gota el zumo, o mejor dicho, el vino amargo de mis días, en su gargante seca y decirle: ¡Bébetela: esta es mi vida!" No, el que escribe no es tan unilateral como parece. Sobre todo si se propone prospectar la amargura de la existencia. Necesita estar dentro y fuera de su apariencia. Porque acaso la mayor injusticia que comete un escribiente consigo mismo sea no ser sincero, no ahondar, no utilizar el lenguaje para rendir cuentas. Allá si hay lectores o no detrás de lo escrito. Lo importante es que no suceda como con el relato de Adelbert Von Chamisso en que el protagonista Peter Schlemihl perdió su sombra.
Por supuesto, recomiendo vivamente El búho ciego, no sé si habrá ediciones en vigor. No es una obra para personalidades débiles precisamente aunque, quién sabe, acaso las vuelve, como una sombra, mucho más fuertes.
Gracias por la recomendación, no lo conocía. Abrazos
ResponderEliminarPara mí es fascinante.
EliminarLa sombra. Qué fragmentos tan buenos has compartido.
ResponderEliminarGracias por la reseña. Un abrazo
El libro citado es de la mejor literatura iraní del siglo XX. Tengo sus páginas señaladas con infinidad de punteos.
EliminarEntiendo bien esa necesidad de escribir para materializar los pensamientos, haciendo más visible lo que nos ronda por la cabeza. Y coincido en que si lo que uno escribe no es sincero es inútil, la incoherencia nos daña más de lo que pensamos creo yo. Pienso también que nuestras sombras nos dicen algo y es bueno mirarlas para tratar de descubrir porqué están ahí.
ResponderEliminarTal como dices, y si al menos somos conscientes de la incoherencia podríamos corregir, pero hay tantos intereses personales en juego que nos perdemos con frecuencia. Hablar de nuestras luces sin hablar de nuestras sombras (y entiéndanse ambos términos) no tiene mucho sentido.
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