Cuenta Karl Philipp Moritz en su clásica novela que al triste y solitario Anton Reiser su padre empezó a enseñarle a leer a los ocho años "y al final le compró dos libritos, uno de los cuales eran instrucciones para deletrear y el otro un tratado contra el deletreo". Deletrear sobre nombres a los que no se puede adjudicar imagen alguna es tarea ardua, pero Moritz dice que Anton "en cuanto notó que las letras juntas expresaban verdaderamente ideas sensatas, su deseo de aprender a leer fue cada vez más fuerte". ¿Cuándo descubre un niño la sensatez de las ideas expuestas en un texto? ¿Tal vez cuando las relaciona con los acontecimientos de la vida real donde hay que dejarse guiar por tal sensatez para interpretarlos? ¿O el poder del lenguaje despliega ya por su propio ejercicio imágenes en el cerebro? Continua el escritor alemán: "Con la lectura se le había abierto de golpe un mundo nuevo, encontrando en él un gusto que le resarció en cierto modo de todo lo desagradable de su mundo real. Cuando en su entorno solo había gritos y reproches y discordia familiar, y cuando él buscaba en vano un compañero de juegos, se precipitaba sobre un libro". Dos siglos y cuarto nos contemplan desde que Moritz sacó a la luz su Anton Reiser y en esencia muchos sentimos la misma necesidad de la lectura que el protagonista del relato. Toda una terapia para la supervivencia que no deberían desdeñar las nuevas generaciones.
Para mi también, no hay mejor terapia que un libro, o un lápiz y papel, en los libros descubrimos el mundo que nos rodea y por medio de nuestros escritos, nos descubrimos a nosotros mismos, tarea ardua muchas veces...
ResponderEliminarBesos
Es la clave...Sensatez !
ResponderEliminarSaludos
Alimentos principales del espíritu: Una grata conversación o un buen libro.
ResponderEliminarUn saludo